7 de septiembre de 2006

Se inicia el viaje por carretera hacia Taplejung a las cinco de la mañana, ascendiendo dos puertos de montaña en dirección sur. Paisajes con impresionantes abismos, laderas boscosas con terrazas de cultivo y cumbres ocultas por las nieblas. Descenso vertiginoso hacia la planicie sur del Nepal, donde el calor es sofocante y húmedo. La carretera es ahora llana y el autobús adquiere velocidad en dirección este, atravesando plantaciones y bosques…… hasta entrar en Chandranigahapur, donde el atasco es fenomenal, en parte debido a una fogata de cubiertas de coche (excelente señal de tráfico de todos modos) en mitad de la calle. Se habla de accidente, de manifestación, de ……. mientras algunos jóvenes atizan el fuego con cámaras de coche. El atasco y el desorden se convierten en monumentales, y así pasan horas y horas.

Cuando anochece, la luna llena parece mirar con extrañeza el espectáculo de gentes sentadas en círculos en plena calle, camiones y autobuses, humo y polvo. Al fin se reanuda la marcha. En el autobús ya reina el cansancio y el silencio es absoluto cuando, a las 10 de la noche, se llega a una aldea donde se busca alojamiento y cena. La primera jornada –con 18 horas de viaje- se salda con optimismo e incertidumbre.