8 de junio de 2006

Día Tres.- 8 de junio de 2006. Selva de Yucatán. (México).- La segunda noche en la selva se ha llevado algo mejor que la primera, aunque muchos miembros de la expedición reconocen no haber descansado completamente. La mitad del equipo duerme en la intemperie, colgado de los árboles, en hamacas y con mosquiteras. El resto lo hace en tiendas, protegido de los mosquitos pero con un calor asfixiante y con la desconfianza de no dormir solos. Antes de acostarnos hacemos una limpieza exhaustiva del interior de las tiendas y siempre sacamos algún insecto indeseable y potencialmente peligroso, como alguna tarántula, algún alacrán o algún ciempiés venenoso. Moverse alrededor del campamento también puede ser peligroso debido a la cantidad de plantas urticantes que crecen en los alrededores, como la chaya salvaje o el chechén, un árbol cuya savia es muy peligrosa y cuya existencia la leyenda maya la achaca a la maldición de un rey maya.

Tras desayunar ligero nos han comunicado que el compresor de aire se ha roto definitivamente y que ya no es posible recargar las botellas. No podemos seguir con la exploración del Cenote Pedrín y decidimos regresar a la civilización para preparar la segunda fase de esta expedición que se desarrollará en el Golfo de México. A estas alturas, y después de la infinidad de pequeños contratiempos que hemos tenido, en el grupo ya nadie duda de la existencia de los aluxes, esos traviesos duendes mayas guardianes de las selvas y los cenotes.

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Recoger el campamento y realizar el camino de vuelta hasta donde nos esperan los vehículos ha vuelto a ser muy duro, aunque se ha hecho mucho más llevadero sabiendo que lo que nos espera es una buena ducha y las comodidades del Reef Hotel de Playacar.

Saludos desde la selva.
Chano Montelongo
Jefe de Expedición