Última crónica

Vamos a retomarlo donde lo habíamos dejado la vez anterior: en Mugu, un pequeño asentamiento al noroeste de Nepal (la zona más remota del país), fuertemente arraigado en la cultura y tradiciones tibetanas, alejado de los principales circuitos turísticos. Algunos días antes, descendiendo del campamento base por el valle del Kogichawa Khola, el jefe de la expedición, Joshua Roibal, sufrió un fuerte golpe en la zona lumbar a consecuencia de una caída sobre unas rocas cubiertas de hielo. Aunque al principio no le concedimos demasiada importancia (incluso provocó algunas risas), en Mugu le surgieron algunas molestias que derivaron en una crisis renal aguda con unos dolores fortísimos la noche del 2 de Mayo, cuando nos encontrábamos ya acampados en Gamghadi. Creo que fue en ese momento cuando comenzó la auténtica aventura del viaje y cuando todos los miembros de la expedición demostraron su capacidad para reaccionar ante situaciones de emergencia. A pesar de que Gamghadi es la capital del distrito de Mugu y de que cuenta con un hospital, como era de suponer, no disponían de la medicación adecuada para aliviarle el dolor y hubo que organizar un rescate en helicóptero a la mañana siguiente.

Podéis imaginaros que la llegada del mismo fue todo un acontecimiento para la población local. Se trataba de un modelo ruso de los años 70, seguramente anterior a la invasión de Afganistán, un auténtico tanque volador en el que además de la tripulación subimos unos 10 pasajeros (los 6 miembros de la expedición, el lama y los sherpas) junto con toda nuestra carga. A pesar de la bruma que envolvía a las montañas circundantes, la pericia del piloto hizo posible que sobrevoláramos la zona para aterrizar en un pequeño aeropuerto en la región de Surkhet. Desde aquí existe transporte público por carretera hasta Nepalgunj, capital del Terai, en donde se encuentra el único hospital de la zona que ofrecía unas garantías mínimas. A lo largo del trayecto en autobús tuvimos la ocasión de otear desde la carretera la extensa jungla del parque nacional de Bardia, hábitat de un buen número de especies en peligro de extinción tales como el tigre de Bengala, el elefante asiático, el cocodrilo del Ganges o el rinoceronte de un solo cuerno.

Tras casi un mes por el noroeste del Nepal, incomunicados con el resto del país, desconocíamos que la población del Terai llevaba ya 10 días de protestas consecutivas con piquetes en las carreteras cortando el tráfico rodado. A unos 30 km. de Nepalgunj nos vimos obligados a descender del autobús y el grupo tuvo que separse: afortunadamente los bloqueos no afectaban a las ambulancias y se nos permitió a tres de nosotros (Toni, Pedro y yo) acompañar a Joshua al hospital, mientras Luis y Santi se quedaban con los sherpas y el equipaje a la espera de encontrar un medio de transporte alternativo. El viaje en ambulancia (un Land Rover sin suspensión) por aquella carretera llena de baches resultó de lo más movido, no era precisamente lo mejor para los riñones de Joshua, que al primer o segundo bote hasta el techo perdió el conocimiento y no volvió en sí prácticamente hasta llegar a Nepalgunj. El interior del hospital me recordó a los que había visto en las películas de Vietnam: mugre, basura, y hasta alguna rata merodeando por las salas. Al subir al enfermo a la camilla el personal del hospital me hizo claramente un gesto como diciendo “empuja tú, que para eso es tu amigo…”, pero afortunadamente el médico que nos atendió resultó ser muy competente y tras realizar unos análisis y una ecografía nos recetó unos analgésicos y le suministró una inyección al enfermo que lo sumió en un sueño placentero durante varias horas. Para completar la panoplia de medios de transporte (helicóptero, autobús y Land Rover) nos desplazamos hasta el  hotel en rickshaw, una especie de “bicitaxi” muy popular en las ciudades asiáticas. Esa misma noche nos reunimos en el hotel con el resto del grupo, que tras el toque de queda logró salvar el bloqueo en una furgoneta escoltada por la policía.

Bastante cansados y devorados por los mosquitos llegamos al día siguiente en avión a Katmandú. La situación en la capital no tenía mucho que envidiar a la de Nepalgunj: la tensión alcanzaba en esos días su grado de tensión más alto desde la finalización de la guerra civil en abril de 2006. La destitución del jefe del ejército el mismo día de nuestra llegada causó una división interna dentro del partido maoísta y un enfrentamiento abierto con el partido comunista con el que gobiernan en coalición. Esto amén de las protestas populares, pues se intuía que tras la defenestración del jefe de la armada podía esconderse una estrategia para planear un golpe de estado. La frágil estabilidad política se rompió al cabo de un par de días, culminando con la disolución del gobierno en pleno, quedando así la administración del país en una especie de limbo político que nadie sabe muy bien en qué acabará. Nada más lejos de mi intención que realizar un análisis político de la situación, pero no hace falta ser un lince para percatarse de su complejidad, y más aún teniendo en cuenta la diversidad étnica, religiosa, idiomática y cultural que existe en el país y las presiones que ejercen sus vecinos del norte y del sur, China y la India, las dos grandes potencias asiáticas.

Como vimos que el horno no estaba para bollos y ante la necesidad de que Joshua recibiera atención médica en España, decidimos cambiar la fecha de vuelta de los billetes y anticipar nuestro regreso. Todavía nos dio tiempo el último día a entrevistarnos con Elizabeth Hawley, que se había mostrado muy interesada en conocer los detalles de nuestra expedición. A sus más de ochenta años y a pesar de no haber escalado nunca una montaña, Miss Hawley es toda una institución reconocida por la comunidad alpinista internacional y ha sido la encargada de realizar los informes de todas las expediciones al Himalaya en las últimas cuatro décadas.

Toni permanecerá unos días más en Kathmandu intentando agilizar los trámites para que el gobierno nepalí haga oficial el nombre del Pico Mugu Mallorca (el nombre completo en nepalí será “Mugu Mallorca chuli”), lo cual se me antoja una misión complicada, más que nada porque en estos momentos no hay gobierno al que dirigirse. Aunque lo realmente significativo es que en los círculos montañeros ya se habla del Pico Mallorca: algunas agencias que empiezan a vender trekkings a esta zona del Kanti Himal recientemente abierta al turismo incluyen esta denominación en sus programas e incluso Miss Hawley se refería a la montaña como Pico Mallorca …