Crónica Tercera

Tingri es un poblado perdido en el desierto del Tíbet, al otro lado del collado de Lalung La, de 5.200 m. desde donde hacia el sur se distinguen las cimas del Himalaya blancas, especialmente el Everest y la inmensa cúpula nevada del Cho Oyu.

Continuamos la aclimatación que comenzamos hace ya dieciocho días subiendo y bajando pequeñas montañas del valle de Lan Tang.

Ascendemos a una colina de color de adobe, que parece una gigantesca duna de arena con casi mil metros de desnivel, desde donde se divisan grandes y frecuentes remansos de agua, que parecen lagos, causados sin duda por el deshielo y las tormentas. Descendemos optimistas para pasear por el poblado mirando las duras condiciones de vida de los tibetanos. El Everest nos espera.

La huella que seguimos, subiendo y bajando collados pasa por numerosas casas en donde siempre ondea la bandera china.

El monasterio de Rongbuk aparece, pero el paraje está desfigurado por la instalación de una elevada antena de comunicaciones que resta naturalidad al paisaje.

Un poco más allá, en lo que es la inmensa morrena terminal del glaciar de Rongbuk es el lugar en donde se establecen los distintos campamentos bases. Los chinos han construido unas casas de piedra y en las obras han arrasado el memorial que dedicamos a Rafael Gómez Menor, que murió en nuestra tentativa de 1990. El lugar me parece desapacible y sucio viendo como  esforzados soldados del ejército chino vigilan la zona acompañados por los continuos ladridos de sus perros.