Del jueves 19 al domingo 22 de mayo (una nueva expedición comienza)

Por fin, después de los preparativos de los últimos meses, y más de un año después de la anterior expedición a la Antártida, donde coronamos el Vinson, nos ponemos de nuevo en marcha en busca de una nueva aventura. Otro reto dentro de las 7 Cumbres, y ya van seis; un nuevo desafío con el que saciar nuestra sed alpinística, nuestros sueños montañeros. El techo de Norteamérica es nuestro objetivo, el McKinley o Denali, que con sus 6.194 metros se levanta majestuoso sobre la llanura de Alaska.

El jueves 19 de Mayo nos presentamos temprano en el aeropuerto de Barajas, con las mochilas llenas de tanta ilusión que al facturarlas, no podría ser de otro modo, nos dicen que pesan mucho y tenemos que pagar sobrepeso. Empezamos bien! El trayecto de vuelos es Madrid-Londres-Seattle-Anchorage y nos llevará más de 24 horas en total. El primer tramo a Londres se hace rápido y sin contratiempos. Luego, tras unas horas de espera, cogemos el vuelo de Londres a Seattle, ya en USA. Son 10 horas de trayecto, donde apenas dormimos entre los estrechos asientos y el ir volando en contra del reloj lo que nos hace ir de día continuamente. En Seattle pasamos por el estricto control de inmigración estadounidense, cogemos las mochilas, las volvemos a facturar y pillamos el último vuelo que en unas 3 horas nos deja en Anchorage, la ciudad más grande de Alaska. Los primeros contratiempos nos suceden cuando vemos que la mochila de Juan no aparece. Reclamamos su pérdida y nos indican que vendrá en el siguiente avión, apenas 1 hora después. Más tranquilos nos vamos en taxi al Hostal de Anchorage que teníamos reservado. Son las 23:00 y al llegar está cerrado, pero nos habían dejado la llave en el buzón. Cansados, dejamos los equipajes y nos disponemos a descansar después de un día muy largo sin apenas dormir, no sin antes recibir la mochila de Juan, que llega con un mensajero.

El viernes 20 de Mayo nos levantamos más descansados. Estamos alojados en una típica casa americana, de madera, con su césped y valla, que alquila 3 habitaciones para huéspedes. La dueña, Lori, nos sirve un desayuno a lo grande, con magdalenas gigantes, plátanos enormes, tostadas como platos y mucha fruta, café y bollos. Estamos en USA, donde todo es a lo grande!! Al rato, cargamos los equipajes en la furgoneta de Lori y nos ponemos en marcha hacia el pueblo de Talkeetna, a unos 180 Km de Anchorage y punto de partida para las expediciones al McKinley. Durante el trayecto podemos vislumbrar, a pesar del día nublado, las grandes montañas de Alaska que nos rodean continuamente, junto con inmensos bosques que abarcan toda la vista. El lugar es impresionante. Tras unas 2 horas y media llegamos a Talkeetna, donde nos alojaremos hasta que iniciemos el vuelo en avioneta al glaciar del McKinley.

En Talkeetna nos alojamos en el RoadHouse Hotel, un hostal de madera con 3 habitaciones en la planta de arriba y cafetería-restaurante en la de abajo. El lugar es acogedor y se siente de cerca el sabor del oeste americano. Nos asentamos y luego damos una vuelta por los alrededores. Talkeetna es un pequeño pueblo de apenas 1000 habitantes, muy diferente a los pueblos de España. Hay una calle principal, a la que llamamos “tontódromo”, porque nos pasamos el día calle para arriba, calle para abajo, como tontos. Hay casas de madera a ambos lados, que son restaurantes-hostales, que nos recuerdan al salvaje oeste.

El día lo pasamos recorriendo Talkeetna. Visitamos el cementerio del lugar, donde hay un memorial a los escaladores fallecidos en el McKinley. También nos damos una vuelta por el aeropuerto de avionetas, desde donde saldremos en los próximos días rumbo al McKinley y nos presentamos en las oficinas de AMS (Alaskan Mountaineering School), la agencia con la que iremos al McKinley. Luego, por la tarde, después de comer una deliciosa pizza nos fuimos caminando por la calle principal, la cual finaliza en el río Susitna, desde donde pudimos ver por primera vez la inmensa mole del McKinley en la lejanía. La tarde la pasamos de nuevo recorriendo el pueblo y la acabamos en el pub de moda del lugar escuchando un pequeño concierto de música.

  Sábado 21 de Mayo. En el día de hoy, poco más que destacar, unos cuantos paseos más por el “tontódromo”, y un poco más de comida americana, la cual empezamos a aborrecer. Por la tarde, quedamos con la gente con la que compartiremos expedición para unificar material, criterios y demás. Parece que nos vamos a juntar un grupo majo. Dos noruegos, un californiano, un inglés, dos guías y nosotros dos. El componer un grupo tan numeroso es de agradecer ya que en esta montaña no regalan nada y a cada uno de nosotros nos tocará portear con cerca de 55 Kg montaña arriba, trabajar en las labores de montaje de campamento, las cual estimamos en un mínimo de dos horas por emplazamiento, entre asegurar la zona libre de grietas y posibles avalanchas, derretir nieve, hacer la comida, montar las tiendas y levantar los muros de hielo que nos protejan del viento. Esta va a ser una montaña muy dura y empezamos a concienciarnos de ello. Las temperaturas pueden llegar a ser muy bajas y a diferencia de la Antártida, aquí el ambiente es húmedo, con lo que la sensación térmica será más baja. En este día poco más que destacar.

Domingo 22 de Mayo. Hoy por fin podemos decir que comienza la aventura. A primera hora de la mañana nos juntamos con todo el grupo y la gente de la agencia para ultimar los detalles. Si el tiempo es bueno puede que hoy mismo cojamos la avioneta que nos lleve al Campo Base situado en mitad del glaciar Kahiltna, a 2000 metros de altitud.

Seleccionar la comida que llevaremos para 21 días es una tarea muy difícil, más aun cuando intentas ahorrar el mayor peso posible. Un total de 9 Kg más que tendremos que sumar al resto de nuestro material, solo en la comida que tomaremos entre campamentos, sin incluir los desayunos ni las cenas, es decir, el picoteo de ruta. Todo parece necesario pero a su vez es peso que le vas sumando y miedo nos empieza a dar el ver todo lo que nos va a tocar acarrear montaña arriba. Decidimos optimizar los recursos al máximo, nuestras mochilas son monstruosamente pesadas y voluminosas, con lo que decidimos dejar gran parte del material que no es imprescindible. Las próximas comunicaciones las realizaremos a través del teléfono satélite, mandando SMS informando de nuestra situación, la cual será actualizada a través de nuestra página de Facebook (Proyecto 7 Cumbres Solidarias). Por lo tanto, para cualquier información será a través de esta página como podremos comunicarnos.

Con los ánimos por todo lo alto, aunque ya nos han advertido de los posibles riesgos y nos han dejado con la cara un poco de circunstancia. Si todo va bien y el tiempo acompaña, volaremos en unas 3 horas hacia el campo base. El sol que nos pega ahora en el cogote, así como la ausencia de nubes augura que esto será así y hoy mismo partiremos a luchar por nuestro reto personal, el McKinley.

 

Juan y Pablo, desde Talkeetna, en pleno Alaska, esperando volar hacia el McKinley