Nota de prensa – El “Proyecto 7 Cumbres Solidarias” corona el Mckinley

El alpinista madrileño Juan García Arriaza ha conseguido coronar con éxito los 6.194 metros del McKinley, la montaña más alta de Norteamérica, el pasado día 6 de Junio de 2011.

La expedición al McKinley ha sido la sexta expedición realizada dentro del denominado “Proyecto 7 Cumbres Solidarias”, mediante el cual los alpinistas Juan García Arriaza y Pablo Martín García tratan de ascender la cumbre más alta de cada continente. Anteriormente ya han realizado las expediciones al Kilimanjaro (África), Elbrus (Europa), Aconcagua (Sudamérica), Pirámide de Carstensz (Oceanía) y Vinson (Antártida). La siguiente etapa será la ascensión al Everest, la montaña más alta de Asia.

El McKinley, también llamado Denali  por los indios Atabasca nativos de Alaska, es una de las montañas más complicadas de las 7 Cumbres y su expedición ha sido un claro ejemplo donde ha quedado patente la dureza de esta montaña. La aventura se inició el pasado 22 de Mayo de 2011, cuando ambos alpinistas llegaban, tras un vuelo en avioneta desde la población de Talkeetna, al Campo Base del Denali en el glaciar Kahiltna a 2.125 metros de altitud. Unos impresionantes 4.000 metros de desnivel y 2-3 semanas de estancia en montaña recorriendo la Ruta denominada “West Buttress”, serían su próximo desafío.

La expedición comenzó al día siguiente, con la ascensión al Campo I, a 2.325 metros. Fue una dura jornada, y aunque apenas se asciende desnivel, es una larga marcha glaciar de 9 Km, donde los expedicionarios avanzan encordados, con raquetas de nieve, con una pesada mochila y arrastrando un trineo. En total unos 50 Kg de material, comida, fuel y demás equipo, para poder ser autosuficientes en la montaña. Tras llegar al campamento, la rutina diaria es montar la tienda, comer y beber bien, y descansar para así ir aclimatándose a la altitud. El buen tiempo acompañó y pudieron disfrutar de unas bonitas vistas del aún lejano McKinley, desde el Campo I.

Al día siguiente se realizó un porteo de material y comida hasta los 3.000 metros, con la intención de ir avanzando sucesivamente y así aliviar las pesadas cargas. La ascensión transcurría dentro de los planes previstos, pero durante el regreso al Campo I Pablo sufrió un fuerte dolor en una rodilla y llegó lesionado al campamento. Lamentablemente, debido a su lesión, que le impedía cargar peso y continuar con la ascensión, Pablo tomó la decisión de abandonar la expedición. Juan continuará hacia arriba, formando parte de un grupo de escaladores internacionales, con los que ya compartían expedición. Es un duro momento, lleno de amistad y comprensión, y una difícil decisión que han sabido tomar con calma, sopesando los pros y contras. A pesar de la separación, Juan subirá con la promesa de ascender llevando a Pablo en su mente para dedicarle la cima. A partir de esos momentos, Juan iría trasmitiendo a Pablo, mediante el teléfono satélite, los avances de la expedición, los cuales se han ido actualizando diariamente mediante la página de Facebook del Proyecto 7 Cumbres Solidarias. Esta seria la forma de estar en continuo contacto.

Tras la marcha de Pablo, Juan asciende con el resto de sus compañeros al Campo II, a 3.350 metros, en otra durísima jornada de 6 horas arrastrando el trineo y con una pesada mochila. Por suerte, hasta el momento el tiempo acompaña y la belleza del lugar amaina la dureza de la montaña, con unas vistas increíbles desde este balcón natural. En el Campo II se pasan 3 días, para ir aclimatando el cuerpo a la altitud y descansar de los esfuerzos realizados. Uno de los días se baja a recoger el porteo que se realizó los días anteriores, otro día se hace otro duro porteo hasta los 4.100 metros con vuelta al Campo II  y al día siguiente se asciende definitivamente hasta el Campo III a 4.300 metros. Estas 2 últimas jornadas son de las más peligrosas de la ascensión. Se abandona el uso de las raquetas de nieve, y se sustituye por los crampones para poder ascender por varias laderas más empinadas y expuestas. Además, se atraviesa el famoso “Windy Corner”, uno de los lugares más peligrosos de la montaña, donde arrecian fuertes vientos y hay riesgo de caída de piedras. Sin embargo, el tiempo no es del todo malo, y permite atravesar esta zona sin contratiempos, a pesar del duro esfuerzo realizado. Al llegar al Campo III se desata una fuerte nevada, y rápidamente se montan las tiendas para descansar después de 6 horas de extenuante jornada.

El Campo III, o Medical Camp, está situado en una pequeña llanura glaciar desde donde se atisba la ruta de ascensión. Juan pasa unos días de descanso en este lugar para acostumbrarse a la altitud. Entre las tareas realizadas, se recoge el porteo dejado el día anterior, y se protegen las tiendas de la fuerza del viento mediante muros hechos con bloques de hielo. Tras descansar en el Campo III empieza la verdadera ascensión del McKinley, al subir una empinadísima ladera, equipada con cuerdas fijas, donde anclarse para evitar una caída que podría ser fatal. Tras las cuerdas fijas se accede a un collado a 4.900 metros muy expuesto a los vientos, tras el cual se encuentra una bella y aérea arista que conduce hasta el Campo IV, a 5.200 metros, último campamento antes de la cima. La arista es una de las partes más bonitas de la ascensión al McKinley y hay que ir muy pendiente, pues cualquier error te haría precipitarte al vacío. El tramo entre Campo III y IV se hace muy duro y largo, con 7 horas de ascensión.

Debido al mal tiempo, Juan y sus compañeros aguantan 3 días en el Campo IV, entre ventiscas, nevadas y mucho frío. Apenas salen de las tiendas, esperando su oportunidad. Y por fin, el 6 de Junio, el tiempo dio un respiro, y amaneció un día claro y sin viento, aunque muy frío. Durante la primera parte de la ascensión se atraviesa una ladera empinadísima que se ascienden en diagonal y donde hay que ir con mucho cuidado para evitar una caída. Tras 2 horas se accede a una zona más fácil, donde se va remontando progresivamente hasta llegar a los 6.000 metros, a una inmensa explanada glaciar llamada “Football Field”. Tras atravesarla, se asciende otra empinada ladera de frente para así llegar a la bella y aérea arista cimera del McKinley, que lleva a la cumbre.

Así, tras 8 durísimas horas de ascensión Juan corona el McKinley, la cima más alta de Norteamérica, con 6.194 metros de altitud. Ha sido un esfuerzo tremendo, después de 16 días de expedición llenos de contratiempos, arrastrando pesadas cargas, atravesando glaciares llenos de grietas, y aéreas y peligrosas aristas. Desde la cima, Juan solo tiene un pensamiento, que lleva alojado en su mente desde la marcha de Pablo. La cima va dedicada a su compañero de cordada, y grita su nombre desde el techo de Norteamérica. También desde la cima Juan ondea una bandera realizada con los logotipos de los patrocinadores (Ayuntamientos de Madrid, Fuenlabrada y Móstoles) y colaboradores (Lenovo y la Sociedad Geográfica Española). Hace mucho frío en la cumbre y Juan, junto con sus compañeros, bajan hasta el Campo IV a descansar. En total, ha sido una dura jornada de 13 horas y media.

Finalmente, en las 2 últimas jornadas de la expedición se baja desde el Campo IV al III en una nueva extenuante jornada, nevando en la arista y bajando con mucho cuidado las cuerdas fijas. El último día se baja directamente, sin apenas descanso, desde el Campo III al Campo Base en una de las jornadas más duras y complicadas, con 9 horas de esfuerzo continuado. En el Campo Base, la avioneta recoge a los expedicionarios y los lleva de vuelta a la civilización, tras 18 días de expedición en uno de los lugares más salvajes y bellos del planeta.

 

El McKinley, ha hecho justicia a su dureza y belleza. Aunque no permitió que Pablo hollara su cima, Juan pudo hacerlo por los dos, dejando que su nombre flotara sobre el viento desde la cima más alta de Norteamérica.