5 de enero de 2014

En el momento en que escribo esto, Juan (Menéndez Granados) y Daniel (Burton) están descansando, cada uno en su tienda, quizás a seis u ocho kilómetros de distancia uno del otro.Fuera de las tiendas, parcialmente cubiertas de nieve, descansan sus bicicletas bajo un sol que no ha dejado de lucir desde que salieron de viaje. Por lo que sabemos, no se han comunicado entre ellos. Las últimas noticias de Juan indican que está haciendo un gran esfuerzo para llegar a su meta, con la serenidad y determinación de quien no tiene otra perspectiva que acabar. Y hacerlo por delante de quien se considera su competidor en una supuesta carrera hasta el Polo Sur. Por su parte, Daniel que escribe una nota casi cada día y cuenta con aparente ingenuidad su experiencia, parece ahora cansado, si no físicamente, si al menos de estar solo en medio de tal desolación. No ve el momento de llegar.

Ambos están bien entrados en el último tercio del camino, pasado ya el paralelo 87, a alrededor de trescientos kilómetros de la llegada. Una semana más, en la que no se librarán de mal tiempo en forma de ventisca y de visibilidad y contraste muy reducidos por causa de la nieve. Una semana para ascender los últimos 500 m de elevación, para superar todavía campos de sastrugi, zonas de surcos modelados por el viento, que a veces presentan desniveles inesperados de medio metro de profundidad. Supongo que una semana agotadora por el último esfuerzo tras más de un mes avanzando sin pausa por un desierto de blanco cegador.

¿Qué espera a estos dos hombres a su llegada? Daniel Burton había anunciado que volvería del Polo por el mismo camino. Creo que ello es impensable ahora dado el nivel de agotamiento y su decepción por no haber encontrado condiciones mejores para hacer el recorrido sobre la bicicleta. Por parte de Juan, es más que previsible que llegue antes que su compañero, aun a pesar de haber partido dos días más tarde desde la Bahía de Hércules, y se proclame esta como la primera vez que se accede al Polo Sur en bicicleta. Desde allí ambos volverán a sus países, orgullosos de haber conseguido lo que nadie hizo antes, con la admiración de quienes les hemos seguido día a día y hemos hecho nuestros sus esfuerzos y sus objetivos. En el caso de Juan, tendrá también que ocuparse de devolver el crédito bancario que ha pedido para costear la expedición. Su apelación al crowdfunding, o apoyo económico público de sus seguidores, está teniendo éxito, pero le es necesaria más ayuda económica para cubrir gastos que hemos de suponer muy elevados. Confiemos en que alguna empresa vea una oportunidad de reflejar su imagen a través de la de un joven decidido y valiente como Juan.

Todos esperamos un reconocimiento público de Juan como el primero en pedalear en una bicicleta el tramo tradicional de estos desafíos, que une la costa con el Polo. Pero antes de llegar a conclusiones, recomiendo reflexionar sobre lo ocurrido hace unos días a María Leijerstam, la inglesa que pretende ser la primera en pedalear el trayecto helado de la costa al Poloy hacerlo en diez días, más rápido que nadie lo haya hecho propulsado con su esfuerzo con medios mecánicos

María, que contaba con un presupuesto amplio y el apoyo de varios medios en su país, pretende de paso haber superado, en una carrera inexistente, a sus dos rivales, Burton y Menéndez. Por supuesto, en sus declaraciones excusa decir la diferencia en distancias recorridas 510 km contra 1.130 (ambos en línea recta)así como que estos dos viajan en bicicletas convencionales, mientras ella lo hace en un triciclo máscómodo y eficiente. Tampoco menciona en sus declaraciones la naturaleza del camino que ha recorrido, la llamada Trocha del Polo Sur. Aunque no es una autopista, esta travesía fue diseñada para tráfico vehicular, los huecos del piso rellenados, la pista balizada. En el verano austral, convoyes de vehículos llevan por ella provisiones a las bases polares, y al mismo tiempo aplastan la nieve.  Estas condiciones eliminan la necesidad de navegar y facilitan el rodar por la nieve ya pisada y compacta, aparte de que no existen los temidos campos de sastrugi que han retrasado a los dos hombres varios días.Este trayecto desde la costa, el más corto y de mejores condiciones de suelo, es poco usado pues el coste de transportar allí lo necesario para una expedición es de varias veces el de comenzar en Bahía de Hércules.

La cuestión de si el recorrido fue o no en autonomía, es capital para darle importancia a este viaje. Cualquier organización seriaconsidera de mucho más valor aquel proyecto o reto deportivo que se lleva a cabo sin ninguna participación del exterior. Porque no es posible determinar si el apoyo exterior participó en su ayuda y como lo hizo. Esta duda incluye a los dos coches de apoyo de María (“Tomé la decisión de descargar todo mi equipaje en uno de los vehículos, para asegurar que llegaba en el tiempo previsto” dijo ella un par de días antes de llegar cuando ya había pasado la parte peor de subida a la meseta). No hay forma de saber si los autos la transportaron también a ella, o su equipo le preparaba los campamentos, por ejemplo. Esta ayuda externa que desvirtúa el valor del desafío, también incluye los tres depósitos de comida que la organización privada ALE ha puesto a disposición de Daniel a lo largo de su ruta. O la nueva rueda de su bicicleta que le harán llegar hoy pues lleva ya casi una semana rodando a piñón fijo por avería.

En el caso de Juan, no hay duda alguna sobe su autonomía, o sobre el camino tradicional que recorre. Es más que posible que sea elemento de discusión la distancia que haya realizado encima de la bicicleta para que se reconozca que el trayecto fue “en” bicicleta, y no “con” bicicleta, los que son muy diferentes. Las condiciones del terreno no han sido adecuadas para poder avanzar, incluso tenerse, sobre la bicicleta: el suelo estaba cubierto de nieve en gran parte, y los vientos comprometen la estabilidad a las velocidades a que puede impulsarse el ciclista. El marcaje al que Daniel le tiene sometido, será uno de los pocos testimonios de valor para juzgar este aspecto de sus pretensiones

Por último, mencionar que el estilo en que estos desafíos se llevan a cabo es muy importante para su valoración y su trascendencia en los medios más deportivos. Hay entusiastas de todo tipo de aparatos propulsados por el hombre, pero ante la mayoría, cuando se habla de pedalear al Polo se entiende el hacerlo en una bicicleta convencional, no un triciclo especial. También, cuando se habla de la Antártida, se supone un recorrido virgen y solitario. Y por último, el valor de la autonomía, un elemento sine qua non para un verdadero record.

Resultado  de estas consideraciones es que el más conocido, y quizás más definitivo arbitro de estos desafíos, records y primicias, el Explorer’s Web, inmediatamente se ha manifestado sobre el record de María, de forma que no da lugar a equivoco: “Esta ha sido una expedición motorizada y no debe compararse con expediciones propulsadas por el esfuerzo humano” y se refiere a las expediciones y records que existen, todos ellos esquiando. Creo que el sentimiento de Explorer’s Web es compartido por muchos.Los autores se ven muy presionados por quienes los esponsorizan, viéndose obligados a dar algo tangible a cambio. Esto suele ser cobertura mediática, que no siempre busca el estilo o la pureza del desafío, sino la anécdota de lo llamativo. El resultado a menudo se traduce en un  montaje televisivo, con las exageraciones e inexactitudes usuales. Y en este caso, con la presencia física y cercana, en todo el recorrido, de dos vehículos y un equipo de televisión. Hasta qué punto el recorrido lo hizo sin remolque u otra ayuda exterior, es algo incapaz de probarse.

 

Hace dos días veíamos una fotografía de una orgullosa y relajada María, junto a un Juan cansado y quemado por el sol. Se han encontrado y saludado cuando ella volvía a la base de Union Glacier con sus camiones de apoyo, y de paso, con sus rodadas le han dejado unas marcas muy útiles para no perder el tiempo y navegar el camino más corto. Daniel, al parecer, estaba durmiendo cuando los camiones pasaron a su lado.

Es cierto que ahora nada de la Antártida es tan puro como cuando la encontraron Scott y Amundsen: camiones y tractores se mueven por la superficie en la que solo en las zonas en que se verifica este desafío hay unos 12 lugares habitados y con frecuencia unidos entre sí por trochas en el hielo. Pero Antártida no deja de ser un lugar extremadamente difícil de recorrer, donde aguantar un día sin el equipo adecuado es imposible, donde cualquier esfuerzo se multiplica varias veces. El atractivo está ahí, y por ello no dejará de atraer a soñadores y pioneros dispuestos a mostrar sus capacidades y triunfar sus desafíos en uno de los lugares más inhóspitos del planeta.

 

Javier Alonso-Iñarra
Expediciones
Sociedad Geográfica Española