La deforestación del Amazonia

En la actualidad, sólo una quinta parte de las coberturas forestales originales de la Tierra permanecen intactas y no fragmentadas. Son las denominadas ultimas fronteras forestales del planeta. Además, cerca de la mitad de las que aún existen corren peligro debido a actividades como la minería, agricultura y, la más importante de todas, la explotación comercial intensiva de la madera.

De los bosques primarios que aún quedan, el que ocupa la mayor extensión continua conocida es la selva amazónica, con un tamaño equivalente a toda Europa Occidental -un área de aproximadamente 3,7 millones de kilómetros cuadrados (370 millones de Ha.). Sólo la Amazonia brasileña comprende un tercio de los bosques tropicales que quedan en el mundo. En la actualidad, aproximadamente dos tercios de la selva tropical ubicada en la Amazonia brasileña permanecen intactos, por lo que todavía pueden ser protegidos de una explotación irracional.

En la década de los 90, los daños medios anuales derivados de la explotación forestal afecta a una extensión de 17.000 km2/año (1,7 millones Ha/año), una cifra que no aparece reflejada en los datos oficiales de deforestación aportados por el gobierno. Por ejemplo, en 1998 más de 27 millones Ha. de bosque estuvieron expuestas a los incendios con un alto grado de vulnerabilidad debido a los procesos de fragmentación y aclarado de las masas forestales que ocasionan un elevado nivel de desprotección de la selva.

Estos datos se agravan en los primeros años del nuevo milenio, cuando las la superficie deforestada asciende a más de 18.000 km2/año. Y los avances cientifico-técnicos que están posibilitando un seguimiento más preciso de la procesos de deforestación que afectan a la Amazonia ponen de relieve que no es posible esperar una desaceleración significativa a medio plazo de este fenómeno.

Si a las cifras de deforestación total anteriormente expuestas le añadimos los más de 2.000 km2 anuales de superficie selvática que se degradan por procesos de fragmentación derivados de actividades de “corta selectiva” no sostenibles, no es muy difícil concluir la preocupación de organizaciones ecologistas ante tan lamentable situación de degradación ambiental. Es más, estos procesos de deforestación ni siquiera han conseguido la mejora socio-económicas de las poblaciones afectadas. La deforestación de la Amazonia brasileña, lejos de mejorar la calidad de vida de los seres humanos que viven en ella (cerca de 20 millones de habitantes), es un claro ejemplo de cómo la degradación ambiental genera pobreza e injusticia social

En las últimas dos décadas, la contribución de la Amazonia a la producción total de madera de Brasil se ha disparado desde el 14% al 85 %. Según datos oficiales, el 80 % de esta madera se extrajo ilegalmente. Además, la obsoleta tecnología empleada en las tareas de extracción y transformación dan lugar a un gran desperdicio de madera. Sólo se aprovecha un tercio de la madera en bruto que entra en los aserraderos y por término medio, sólo un tercio de la madera extraída en los bosques se convierte en producto final.

En este contexto, el impacto ambiental originado por las empresas madereras brasileñas, la mayoría de pequeño tamaño y con tecnologías obsoletas, se ha visto aumentado de manera significativa debido a la llegada de nuevas compañías a la región. A causa del agotamiento de las reservas del Sudeste Asiático y de áfrica Central, la Amazonia brasileña se ha convertido en el objetivo principal de las industrias madereras multinacionales como fuente principal de suministro de madera tropical en las próximas décadas.

De todas las multinacionales que han llegado recientemente a esta región, muchas ejercen un considerable poder financiero y poseen un abundante historial de abusos medioambientales y socioeconómicos. En los últimos años, la selva amazónica ha atraído la atención de los inversores y extranjeros por el increíble volumen de madera comercial que atesora, alrededor de 60 billones de m3 de troncos.

Explotación forestal intensiva creciente
Las empresas madereras argumentan a menudo que su método de extracción es de carácter sostenible; sin embargo, continúa en la Amazonia la deforestación (desmonte del terreno donde la selva se ve reemplazada por otros usos como por ejemplo el pastoreo de ganado) y los árboles obtenidos de esta forma siguen apareciendo en el mercado. Mientras tanto, a los consumidores del mundo entero se les asegura constantemente que la madera que compran procede de fuentes legales y sostenibles. Por ejemplo, la Timber Trade Federation (Federación Comercial de la Madera) del Reino Unido firmó en septiembre de 1993 un acuerdo con AIMEX (la asociación de exportadores de madera del estado de Pará) que obligaba a los comerciantes locales a sólo aceptar la madera procedente de fuentes sostenibles y que cumpliese estrictamente las leyes brasileñas. Dado el elevado porcentaje que representa la tala ilegal, resulta evidente que la mayor parte de la madera que aparece en el mercado no puede ser ni legal ni de origen sostenible.

En la actualidad se ha demostrado que las cortas intensivas a gran escala son una de las mayores amenazas para las fronteras forestales que quedan en el mundo. Incluso la extracción selectiva de árboles valiosos puede cambiar directamente la estructura y composición de especies del ecosistema. Efectos indirectos como la no internalización en los procesos de producción de los costes de construcción de carreteras y de las tareas eliminación de vegetación llevada a cabo en propiedades privadas para el desempeño de actividades económicas abren la puerta a extensos y graves procesos de deforestación como la caza a gran escala, el creciente uso de la madera como combustible o la deforestación para desarrollar proyectos agrícolas, ganaderas y mineras.

Un informe reciente sobre deforestación tropical realizado por el Joint Reseach Center de la Comisión Europea (TREES, 1998) revelaba que, de los 110 puntos críticos debido a procesos de deforestación en el Sudeste Asiático, áfrica y Sudamérica, al menos en el 61% de ellos, es debida directa o indirectamente a las cortas intensivas. Respecto a la Amazonia, el informe indicaba que el 72% de los puntos críticos están asociados directamente a la explotación de la madera.

Las cortas y la destrucción de la selva amazónica
En comparación con otros países, en la Amazonia brasileña todavía queda una proporción relativamente alta de selva tropical intacta, pero los procesos de deforestación están aumentando rápidamente. Hasta comienzos de los años setenta, sólo se había destruido el 1% de los bosques de la Amazonia. Sin embargo, a mediados de 1998, las zonas afectadas por procesos de deforestación habían aumentado al 13,7%. Es decir, en algo más de tres décadas se han perdido más de 55 millones Ha., un área del tamaño de Francia.

Las investigaciones realizadas por Greenpeace sobre el terreno han demostrado que la mayor parte de los recientes procesos de deforestación en la cuenca amazónica brasileña están ligados a un aumento de la explotación maderera. Las actividades extractoras de la industria maderera dañan millones de hectáreas de selva intacta cada año. Las vías de entrada a zonas de bosque cerrado abren el camino a nuevos procesos de deforestación que suponen la desaparición de la selva o su fragmentación y degradación irreversible. De hecho, la construcción de carreteras en la selva y la deforestación de los bosques por los agricultores y ganaderos están por lo general financiadas mediante las ventas de madera tropical.

El problema es tan grande que de acuerdo con la Secretaría brasileña para Asuntos Estratégicos (SAE), alrededor del 80% de la madera de la Amazonia es extraída ilegalmente. En principio, la selva puede ser explotada legalmente a través de los planes de gestión forestal (planes de ordenación forestal). Sin embargo, es importante observar que el SAE ha llegado a la conclusión de que la mayoría de los planes de gestión forestal existentes no son controlados, sino que son un simple “requisito legal”. Se calcula que el 90% de la deforestación que se produce en la Amazonia brasileña se debe a actividades no autorizadas.

En cualquier parte donde se extraiga la madera, la mejor herramienta de vigilancia con que cuenta IBAMA para controlar una explotación maderera es la ATPF (Autorización para el Transporte de Productos Forestales). Sin embargo, se extraen con regularidad grandes cantidades de troncos ilegalmente ya que se puede adquirir fácilmente una ATPF falsa por sólo
1 e/m3 de madera transportada. De este modo, las actividades de las empresas madereras que están operando en la región, las cuales cuentan con un largo historial de presuntos abusos sociales y medioambientales, se unen este tipo de prácticas anteriormente expuestas representan una seria amenaza para la integridad de los bosques primarios en toda la cuenca amazónica.

El aumento de la fragmentación y de la apertura de claros en la selva debido a la proliferación de actividades de corta no previstas está conduciendo a una mayor propensión a la colonización y a la existencia de incendios forestales cada vez más intensos, así como a una pérdida de especies vegetales y animales que son sensibles al cambio en las condiciones ambientales de la selva. También existe una reducción de los recursos culturales, medicinales y nutricionales de los que dependen los pueblos indígenas y comunidades locales de la selva.

Los procesos de fragmentación se acentuarán en las próximas dos décadas, si uno se detiene a analizar el programa Avanza Brasil en un escenario temporal próximo al 2020: más embalses, nuevas carreteras, una gran red de canalizaciones de gas y petróleo, incremento de vías de transporte fluvial intensivo y un largo etcétera de infraestructuras que tendrán un denominador común, las madereras, que serán la punta de lanza a la hora de penetrar en el hasta ahora corazón intacto del mayor bosque tropical del mundo.

Otras formas de gestión forestal
Las operaciones de explotación forestal certificadas por entidades independientes ofrecen una importante herramienta para el sector maderero que actúa en la Amazonia. El FSC (Consejo para la Administración Forestal -Forest Stewardship Council-) es en la actualidad la entidad independiente de certificación más adecuada para garantizar al consumidor y al propietario que se está haciendo una gestión forestal respetuosa con la Naturaleza ya que promueve una mejor práctica ecológica de la explotación forestal, abordando todo su ciclo de vida (desde que se corta la madera hasta que es transformada en parquets, sillas, mesas, puertas, ventanas, etc.).

Científicos como Nepstad han concluido que si el agotamiento y degradación forestal tienen que ser controladas, se deben restringir las actividades de explotación y sustituirlas por técnicas de aprovechamiento forestal de bajo impacto. Es importante tener en cuenta que incluso el sistema de certificación FSC puede que no sea adecuado en ciertas zonas de la Amazonia, una vez que se haya conseguido la delimitar las zonas adecuadas para la gestión de recursos y las destinadas a ser protegidas, ya sea por sus valores ecológicos, culturales o sociales.

El incremento de las actividades de explotación forestal en la Amazonia brasileña en áreas boscosas hasta ahora intactas, los altos niveles de cortas ilegales y el ineficaz sistema de extracción y tratamiento de la madera, están vinculados al previsto crecimiento de la exportación.

Además, los beneficios que revierten en las comunidades locales es extremadamente bajo, debido a que la industria ofrece trabajos de muy baja calidad y con un elevadísimo riesgo laboral, a lo que hay que añadir el hecho de que los mercados de exportación más lucrativos están dominados por empresas de capital extranjero.

Sin embargo, es una realidad el que los proveedores de madera tropical están bajo una presión cada vez mayor por parte de los mercados externos; algunos productores están mostrando su interés en prácticas más responsables e incluso en conseguir una certificación forestal que avale su trabajo, al menos para el mercado de exportación.
Algunos datos relevantes
. De los bosques primarios que aún quedan, el que ocupa la mayor extensión continua conocida es la selva amazónica. Con un tamaño equivalente a toda Europa Occidental -un área de aproximadamente 3,7 millones de kilómetros cuadrados (370 millones de Ha.). Sólo la Amazonia brasileña comprende un tercio de los bosques tropicales que quedan en el mundo. En la actualidad, aproximadamente dos tercios de la selva tropical ubicada en la Amazonia brasileña permanecen intactos, por lo que todavía pueden ser protegidos de una explotación irracional.

. Debido al agotamiento de los recursos forestales en del Sudeste Asiático y áfrica Central y Occidental como consecuencia de la sobreexplotación y destrucción de los bosques en esta zona, la Amazonia se ha convertido en el objetivo principal de las empresas multinacionales, que consideran los bosques de esta zona del planeta como la fuente principal de suministro de maderas tropicales en las próximas décadas.

. La contribución de la Amazonia a la producción total de madera de Brasil se ha disparado del 14% al 85% en sólo dos décadas.

. A la cabeza de la destrucción de los bosques primarios de la Amazonia, se encuentra la industria de la madera, que en 1997 causó daños en cerca de 1,5 millones de Ha.

. El 80% de la madera obtenida de la Amazonia se extrae ilegalmente. Además, los Planes de Ordenación Forestal no se cumplen. Simplemente sirven “para satisfacer un requisito legal”.

. Durante el proceso de corta, y en las propias serrerías, se desperdician dos tercios de la madera extraída que termina en forma de fragmentos inservibles o serrín.

Algunas medidas para prevenir la deforestación
de la Amazonia brasileña

. La aplicación de medidas urgentes por parte del gobierno brasileño que acaben con la explotación forestal ilegal y potencien la adopción sistemas de gestión forestal que respeten el medio ambiente y las condiciones de trabajo de los empleados forestales.

. La elaboración urgente por parte del Gobierno brasileño de un inventario detallado del sector de la madera en cada uno de los estados amazónicos. éste debería facilitar cifras de todas las empresas que operan en cada estado incluyendo: tamaño, capacidad de producción, equipamiento, planes de gestión, propietario y número de empleados.

. La práctica de un consumo responsable de madera procedente de la Amazonia, comprando sólo aquella cuyo origen sea conocido y cuente con la certificación FSC.

. La adopción de sistemas de certificación (FSC) para aquellas empresas que ya estén cortando madera en bosques primarios fragmentados, y se demuestre que el ecosistema permanece inalterado.

LA EXPLOTACIóN FORESTAL ILEGAL E INSOSTENIBLE
Existen tres maneras principales que permiten a las empresas madereras obtener la materia prima para su industrialización y procesamiento:

1. Planes de Gestión Forestal (PGP)
Los planes de gestión forestal son instrumentos legales que permiten la explotación forestal con fines industriales en la Amazonia. Desde 1986, el IBAMA viene aprobando miles de planes de esta clase, con lo cual se pretende que el consumidor tenga garantías de que la actividad forestal industrial está regulada. Sin embargo, los mismos planes son a menudo muy endebles y, con frecuencia, se hace caso omiso de ellos. Por ejemplo, en 1996 un informe gubernamental demostraba una serie de incumplimientos de la ley. Revelaba que en un 93 por ciento, los planes de gestión carecen de vías de deslizamiento (donde pasan los troncos sacados de la selva), a pesar de que la ubicación cuidadosa de estas vías es primordial para evitar destrozos a la selva y al terreno.

Un posterior informe del IBAMA (Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible) revelaba que solamente en un 31 por ciento, los planes de gestión forestal merecen el calificativo de satisfactorios. El 40 por ciento de estos planes es suspendido y el 22,6 por ciento queda anulado. De los planes restantes, el IBAMA tan sólo aprueba el 49 por ciento. Hasta en aquellos casos en que se va a anular un plan de gestión forestal, no existe garantía alguna de que cesen las actividades extractoras

2. Deforestación
La deforestación se define como la tala que lleva a dejar sin árboles una zona determinada donde la tierra se destina a continuación a otros fines, como pastos para el ganado. Las empresas madereras que operan en Brasil siguen vendiendo madera extraída de las zonas deforestadas, a pesar del hecho de que un número creciente de consumidores en el mundo entero manifiesta que no desea comprar madera proveniente de prácticas insostenibles como éstas. Este problema se explica parcialmente señalando que la madera procedente de las zonas deforestadas es mucho más barata. Por ejemplo, se pueden pagar cinco reales (1,85 e) el metro cúbico por troncos sacados de zonas en vías de deforestación, en contraste con los 25 reales (9,25 e) el metro cúbico por madera de la misma calidad procedente de zonas forestales donde existen planes de gestión forestal.

3. Terceras Partes
La madera obtenida de terceros, como pueden ser los aserraderos u otras empresas madereras, puede ser ilegal de numerosas maneras. Por ejemplo, se ha comprobado que algunas de las compañías que operan en Santarém, en el Estado de Pará, han conseguido documentos que les permite legalizar la madera comercializada con la ayuda de “empresas fantasma”, es decir, empresas que producen documentación relativa a madera que no existe con el fin de encubrir los troncos talados ilegalmente. Estas “empresas fantasma” son aserraderos o comerciantes en madera que declaran al IBAMA que una compañía les ha vendido madera y/o troncos, y tienen documentos que lo confirman; sin embargo, la compañía que les vendió la madera o los troncos en cuestión no declara estos hechos al IBAMA. Por tanto, dicha madera nunca existió y el aserradero genera documentación relativa a volúmenes de madera ilegal que nunca entró a formar parte de sus posesiones.

El proceso es el siguiente:

. Paso primero: La empresa A consigue de la empresa B documentos destinados a legalizar determinada cantidad de madera extraída ilegalmente. Los documentos pueden proceder de operaciones de explotación forestal legal y autorizada, pero donde no se realiza tala alguna (o donde no existen árboles maderables).
. Paso segundo: La empresa A adquiere la madera ilegal.
. Paso tercero: La empresa A utiliza los documentos legales para justificar ante el IBAMA su posesión de la madera ilegal.
. Paso cuarto: La empresa B nunca declara al IBAMA la entrega de la documentación y de la madera en cuestión. El IBAMA no realiza una verificación en ambos sentidos de los documentos para confirmar si la empresa B ha declarado o no la venta del lote de madera.
. Paso quinto: La empresa A procede a vender la madera procesada, ya legalizada gracias a los documentos proporcionados por la empresa B, a exportadores y comerciantes en madera.

Mario Rodríguez