Viajes de papel. La Biblioteca Histórica de la Complutense y su colección de libros de viajes

En el corazón del Madrid antiguo, junto a la antigua Universidad Central de la calle San Bernardo, se encuentra un edificio que pasa casi desapercibido, pero que guarda la segunda colección de libros anteriores a 1830 más importante de nuestro país después de la Biblioteca Nacional. Una de sus colecciones más singulares y ricas es la de los libros de viajes, con más de 1.200 obras en ediciones desde el siglo XV al XIX. En esta colección destaca, sin duda, el conjunto procedente de la biblioteca personal legada por el médico y bibliófilo Francisco Guerra.

Ser lector y coleccionista de libros de viajes supone, en primera instancia, tener curiosidad por el conocimiento que sobre el mundo se ha ido produciendo a lo largo de los siglos. La construcción de la imagen del mundo es una de las hazañas más apasionantes que el hombre puede vivir. Y acompañar, a través de los libros que escribieron, a aquellos viajeros que quisieron romper los límites del espacio conocido se convierte, sin duda, en una de las mayores aventuras intelectuales que puede emprender el hombre moderno.

No es fácil hacer, en una primera aproximación como la que aquí se presenta, una valoración rigurosa del conjunto de libros de viajes que posee la Biblioteca Histórica. Todas las épocas, desde el siglo XV, están representadas: los primeros descubrimientos de los portugueses en áfrica y en las Indias, la llegada de los españoles a América, la entrada de los ingleses en el panorama colonial, la penetración de los jesuitas en el Oriente Lejano, la búsqueda del Preste Juan en Etiopía, los grandes viajes científicos de la Ilustración, la llegada a los Polos, el interior de áfrica o los relatos de peregrinación a Tierra Santa. Y cualquier destino imaginable tiene un hueco en sus estanterías: China, Angola, Australia, Filipinas, California, el Tibet, Egipto, Senegal, la Conchinchina, el Orinoco, Japón, Paraguay, Rusia, el Amazonas, España, Persia, etc. A todos estos lugares viajamos con exploradores, piratas, misioneros, peregrinos, científicos, colonizadores, espías, mártires, militares, reyes, bucaneros, y muchos más personajes que a través de sus relatos nos abren los ojos a experiencias de conocimiento muy vivas y llenas de enseñanzas para el hombre moderno.

Pero, además, este conocimiento se nos ofrece en libros contemporáneos de las aventuras descritas, primeras ediciones, ejemplares únicos en España, obras de gran rareza, libros llenos de magníficos grabados con vistas de paisajes y mapas, bellamente encuadernados, con antiguos poseedores ilustres, publicados en las principales imprentas europeas, en muchos casos de difícil acceso para el investigador español y, en definitiva, de una importancia singular para el bibliógrafo y el historiador de la ciencia. Porque si de algo hablan los libros de viajes es de ciencia en sentido amplio. Una ciencia en la que se conjugan sin fracturas los conocimientos científicos con el desarrollo del pensamiento humanístico y la reflexión desde la perspectiva social con la aventura tecnológica.

UNA VUELTA AL MUNDO DESDE EL SILLóN

Los lectores que quieran darse una vuelta al mundo desde un cómodo sillón de nuestra biblioteca pueden elegir entre una escogida selección de relatos y comenzar, por ejemplo, por formar parte del séquito del embajador del rey castellano Enrique III, Ruy González de Clavijo, recorriendo Asia hasta llegar a Samarcanda para conocer la corte del Gran Khan, a través de la primera edición de la obra publicada en Sevilla por Andrea Pescioni en 1582, o de la segunda, la madrileña de Sancha de 1782. O, quizás, prefieran viajar con los jesuitas Mateo Ricci o Martino Martín hasta China a recoger información para levantar los magníficos mapas que luego editó la casa Blaeu en 1655. Gabriel de San Antonio nos puede llevar a Camboya (Valladolid, Pedro Lasso, 1604), el padre Tachard a Siam (Paris, Daniel Tóemeles, 1689), John Chardin a Persia (London, Christopher Bateman, 1691) y Jean Baptiste Tavernier a Turquía, Persia y la India (Paris, Gervais Clouzier et Claude Barbin, 1676).

Otras visiones del Oriente nos las proporcionan las relaciones y peregrinaciones llevadas a cabo por distintos peregrinos como Bernardo de Breydenbach en su Viaje a Tierra Santa, uno de los incunables más bellos de la imprenta española, lleno de grabados de ciudades y trajes (Zaragoza, Pablo Hurus, 1498); Antonio del Castillo en El Devoto peregrino (Madrid, Imprenta Real, 1654); Pedro Cubero Sebastián con la Breve relacion de la peregrinacion que ha hecho a la mayor parte del mundo don Pedro Cubero Sebastián (Madrid, Iuan Garcia Infanzon, 1680); o las aventuras y desventuras del portugués Fernao Méndes Pinto (Lisboa, Pedro Crasbeeck, 1614). El Oriente Próximo está también representado por el magnífico Viaje a Constantinopla de José Moreno (Madrid, Imprenta Real, 1790) o la espléndida obra de Volney a Egipto, Siria y Tierra Santa (Paris, Volland, Desenne 1789). El siglo XVIII podría terminar, por ejemplo, con la visión que el embajador británico Lord Maccarty nos proporciona de China, en el relato escrito por Eneas Anderson (Madrid, en la imprenta de los señores Torres y Brugada, 1798).

Si, por el contrario, nuestros intereses se dirigen a áfrica, podemos entonces ir de la mano de la Descripción de Africa de Luis Mármol y Carvajal, historiador de Carlos V (Granada y Málaga, Rene Rabut y Iuan Rene, 1573-1599); o sumergirnos en la búsqueda de las fuentes del Nilo con el explorador James Bruce (Edinburgh, 1790). A pesar del poco aprecio que hizo a la aventura anterior de Pedro Páez, al inicio de la obra de Bruce podemos leer una interesante y poco conocida noticia de su viaje por España lo que le incluiría por derecho propio en la ya larga nómina de viajeros británicos por nuestro país. Pero, sin duda, una de las joyas del viaje a áfrica es la obra del franciscano Francisco Alvares, Ho Preste Joam das Indias (Lisboa, Luis Rodriguez, 1540), que recoge la primera información que a Europa llega de tierras de Etiopía.

América podemos recorrerla a través de los ojos de los jesuitas que fueron allí a dedicar su vida. Juan Patricio Fernández nos lleva a Paraguay con su Relacion historial de las missiones de los Indios, que llaman Chiquitos, que estàn à cargo de los padres de la Compañia de Jesus de la provincia del Paraguay (Madrid, Manuel Fernandez, 1726); Alonso de Ovalle a Chile en su Historica relacion del Reyno de Chile (Roma, Francisco Cauallo, 1648); Miguel de Venegas a California, Noticia de la California (Madrid, en la imprenta de la Viuda de Manuel Fernandez y del Supremo Consejo de la Inquisicion, 1757). Con el Viage al Estrecho de Magallanes de Pedro Sarmiento de Gamboa nos embarcamos en los peligros de las tormentas y los arrecifes para cruzar el Estrecho de Magallanes (Madrid, Imprenta Real de la Gazeta, 1768). Y con los entonces jovencísimos Jorge Juan y Antonio de Ulloa penetramos en la selva del Amazonas para realizar experimentos científicos y poder medir el arco del meridiano para contribuir al descubrimiento de que la Tierra estaba achatada por los Polos y no por el Ecuador. También la América del Norte tiene cabida en la colección con ejemplos tan representativos como la obra de John Smith, The generall historie of Virginia (London, Edgard Blackmore, 1632), primer asentamiento británico en las colonias y que describe, entre otras, la ahora famosa aventura de Pocahontas; o la extraordinaria aventura de Lewis y Clark atravesando todo el continente de océano a océano y relatada en The travels of Capts. Lewis and Clarke (London, Longman, 1809). Aunque, sin duda, una de las estrellas de la colección son las obras de Humboldt entre las que destaca Vue des cordilleras et monuments des peuples indigenes de l’Amerique, una de las más hermosas aventuras de la imprenta europea, publicada a costa del autor y con grabados a todo color como la atractiva lámina de la vista del Chimborazo desde la plataforma de Tapia (Paris, F. Schoell, 1810).

Si nuestro espíritu nos pide más aventura y decidimos dar la vuelta al mundo allí están, para guiarnos, las obras de “El Gran Filibustero” William Dampier, A new voyage round the world (London, James Knapton, 1697) o del aristócrata francés Louis Antoine de Bouganville (Paris, 1771). También podemos conocer la historia de los piratas de la mano de uno de los más famosos libros del siglo XVII, Histoire des avanturiers de Alexander Olivier Exquemelin (Paris, Jacques Le Febure, 1688). Además, en la Biblioteca Histórica de la UCM está uno de los conjuntos más completos que existen en España de la amplia bibliografía relativa a los viajes del capitán Cook y del almirante Anson.

Por supuesto, los viajes por España están ampliamente representados y al ser más conocidos no nos vamos a detener pero queden, al menos, algunos nombres: Estrabón, Al Idrisi, Pedro de Medina, Ambrosio de Morales, Calvete de Estrella, Juan álvares de Colmenar, Antonio de Ubilla o Antonio Ponz.

Para terminar este breve recorrido, si queremos tener una idea global de cómo se ha desarrollado el mundo del viaje a través de la historia, debemos destacar las grandes obras de referencia. En primer lugar Delle navegazione e viaggi de Gian Battista Ramusio, considerado el texto fundacional de la literatura de viajes en el que con el objetivo de redescubrir los viajes del pasado y al estudio de las exploraciones de sus contemporáneos selecciona los textos más importantes del siglo XVI, rescatando muchos de la antigüedad (Venecia, Lucantonio Giunti, 1550). Recordamos, por ejemplo, que fue el verdadero creador del mito de Marco Polo. Al mismo nivel se encuentra Richard Hakluyt cuya obra, The principall navigations (London, George Bishop and Ralph Newberie, 1589), es una de las fuentes de información más exhaustivas de todos los tiempos sobre la historia de la exploración, el comercio y la navegación, desde la perspectiva inglesa del siglo XVI, evidentemente. Incluye, además, relatos sobre la Armada Invencible o los ataques ingleses a las costas de la Coruña y Cádiz. Muy interesante, tanto desde el punto de vista histórico como bibliográfico es la inclusión en el ejemplar de la Biblioteca Histórica, único conocido en bibliotecas españolas y procedente de la colección Francisco Guerra, entre las páginas 643 y 644, de las doce páginas sin numerar que contienen el primer relato de la circunnavegación de Drake y que no estaba previsto publicar en el plan original de la obra. La obra también incluye un mapa del mundo conocido, Typus Orbis Terrarum, copia del que grabó Franciscus Hogenberg para el Theatrum Orbis Terrarum que publicó Abraham Ortelius en 1570. No quiero dejar en el tintero otros nombres como John Harris, el abate Prevost, Terracina, o las Cartas edificantes y curiosas de la Compañía de Jesús.

Y con los jesuitas terminamos esta breve presentación de la colección de libros de viajes de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid. Sin embargo, el viaje no ha hecho sino empezar. Cientos de ejemplares de obras maestras de la literatura de viajes escritas hace varios siglos esperan el momento de ser descubiertas, leídas y disfrutadas por los investigadores del siglo veintiuno. Y con cada descubrimiento, el mundo se hará más grande y se abrirá a más espacios de conocimiento. La literatura de viajes es, desde hace tiempo, una de las líneas de investigación más activas entre los interesados en la historia de la ciencia y de las humanidades en España. Pero esta línea de trabajo necesita fuentes primarias sobre las que construir hipótesis, desfacer entuertos, y ampliar nuestro sentido de la realidad histórica. La herencia que los siglos han querido legar a la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, nos anima y motiva, desde el más profundo agradecimiento, a ponerla a disposición del público interesado, a la vez que nos compromete, como institución varias veces centenaria, a conservarla y difundirla para las generaciones venideras.

LA BIBLIOTECA “MARQUéS DE VALDECILLA”

La Biblioteca Histórica “Marqués de Valdecilla” de la Universidad Complutense de Madrid contiene mucho más que libros de viaje. Fue creada en el año 2001 en la céntrica calle del Noviciado 3, con el fin de reunir las colecciones de libros antiguos, anteriores a 1830, de aquellas instituciones de enseñanza que, a lo largo de su historia, han conformado la actual Universidad Complutense. El edificio, completamente rehabilitado en la actualidad, fue construido en 1928 bajo el mecenazgo de D. Ramón Pelayo de la Torriente, Marqués de Valdecilla, y está dotado de modernas instalaciones y las mejores condiciones de conservación y preservación del fondo.

La Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid es la segunda biblioteca de Madrid en cuanto a volumen de libros anteriores al siglo XIX, después de la Biblioteca Nacional y ocupa un lugar esencial entre las principales bibliotecas de España y de Europa. La colección bibliográfica está compuesta por más de 6.000 manuscritos, 728 incunables, y un volumen de impresos de los siglos XVI al XVIII que se aproxima a los 100.000. Posee también una pequeña colección de grabados sueltos y libros de estampas.

UNA HISTORIA DE CINCO SIGLOS

La Universidad Complutense de Madrid es la heredera de las diversas instituciones y establecimientos educativos que conformaron la enseñanza universitaria madrileña en los últimos cinco siglos y su historia explica la procedencia y características de las colecciones bibliográficas que la integran.

El Colegio Mayor San Ildefonso, fundado por el Cardenal Cisneros en Alcalá de Henares a finales del siglo XV, tuvo una importante biblioteca que el propio Cardenal se preocupó de dotar de acuerdo a las enseñanzas impartidas y a la necesidad de fuentes para la edición de la Biblia Políglota Complutense. En torno al Colegio Mayor pronto empezaron a fundarse nuevos colegios menores con surtidas bibliotecas y todas ellas fueron transferidas a la Universidad de Madrid cuando se llevó a cabo su creación en 1836.

El Colegio Imperial de los Jesuitas, fundado en Madrid en 1609 fue, debido a la ausencia de universidad en la capital, el centro más importante de enseñanza de la nobleza madrileña hasta la expulsión de la Compañía de Jesús en 1767. Desde su fundación se puso un especial interés por reunir una biblioteca bien dotada con tratados y obras científicas de todas las materias lo que la convirtió en una de las bibliotecas más importantes de Madrid en la época de los Austrias. Tras la expulsión de los Jesuitas, el Colegio pasó a denominarse Reales Estudios de San Isidro el cual, en el año 1845 y con la reforma del Plan Pidal, se incorporó a la Universidad Literaria de Madrid.

El Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos, fundado por Carlos III en 1785, fue el centro más importante de enseñanzas médicas en España hasta su conversión en Facultad de Medicina en 1843. En 1799 se unió al Real Estudio de Medicina Práctica y las bibliotecas de ambas instituciones, de cuya formación se había tenido siempre un especial cuidado, se fusionaron formando una riquísima biblioteca.

Junto a estas tres grandes instituciones otros centros se unieron también a la Universidad y junto a ellos sus bibliotecas: el Real Colegio de Farmacia de San Fernando, la Escuela de Veterinaria, la Escuela Superior de Diplomática o la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado.

Sin embargo no han sido sólo las procedencias institucionales las que han enriquecido la actual colección de la Biblioteca Histórica. Entre otras muchas procedencias personales podemos destacar las bibliotecas de la Condesa de Campo de Alange, iniciada en el siglo XVIII, Juan Francisco Camacho (1817- 1896), Anastasio Chinchilla (1801-1876), Rafael Conde y Luque (1835-1922), Antonio Hernández Morejón (1773-1836), Pedro Sáinz de Baranda (1797-1853), Julian Sanz del Rio (1814-1869), Luis Simarro y Lacabra (1851-1921), Rafael de Ureña y Smenjaud (1852-1930) José Simón Díaz, etc. En el año 2006 ha ingresado en la Biblioteca Histórica la última de las grandes colecciones privadas, la del médico bibliófilo Francisco Guerra, especialmente rica en historia de la medicina, libros de viajes e imprenta mexicana.

UN DEPóSITO DE TESOROS

Dentro de la colección de manuscritos, entre los que encontramos las obras de mayor valor de la biblioteca, el más antiguo es el códice carolingio De laudibus Crucis, de Rhabano Mauro, un bello poema caligráfico copiado en el siglo IX. La Biblioteca Histórica posee el códice original de los Libros del Saber de Astronomía de Alfonso X el Sabio, obra del escritorio alfonsí. Destacan, también, los códices adquiridos por el Cardenal Cisneros para la edición de la Políglota como la Biblia Hebrea realizada en Toledo en el siglo XIII. Códices latinos, manuscritos de los siglos XVI y XVII y una gran cantidad de disertaciones y papeles del siglo XVIII completan la colección

.Dentro de la colección de incunables podemos encontrar ejemplos representativos de los primeros años de la imprenta hispana como algunas de las obras impresas por Juan Parix entre las que destaca el Modus Confitendi [1472-74], único ejemplar conocido en el mundo o el Fasciculus temporum de Rolewinck impreso en 1480 y considerado el primer libro ilustrado impreso en España.

Son igualmente significativos los impresos de los siglos XVI, XVII y XVIII entre los que encontramos ejemplos de la mayoría de las tipografías españolas y europeas. Aparece un elevado número de libros científicos editados fuera de España como las bellas ediciones venecianas salidas de los talleres de Aldo Manuzio o de Cristóbal Plantino en Amberes. Entre los ejemplares impresos en España aparecen obras sobre las materias que se impartían en los colegios alcalaínos, Teología, Medicina, Artes, Filosofía Moral, Matemáticas, Retórica, Gramática, Griego y Hebreo. La biblioteca jesuítica aporta un rico fondo de obras literarias principalmente españolas: ediciones de nuestros clásicos del Siglo de Oro como Lope de Vega, Quevedo, Tirso de Molina, junto a obras de científicos españoles (Cristóbal de Montemayor, Bartolomé Hidalgo de Agüero, Juan Sorapán de Rieros) y extranjeros (Newton, Paracelso, Kepler, Descartes, Athanasius Kircher). Del Colegio de San Carlos destacan ediciones de clásicos de la medicina como Galeno, Hipócrates, Dioscórides o Vesalio, junto a obras de autores españoles como Bartolomé Hidalgo de Agüero, Cristóbal de Montemayor o Benito Daza Valdés. Arquitectura, arte militar, alquimia, cosmografía y navegación o música son otras de las materias de las que se poseen importantes ediciones.

La Biblioteca Histórica custodia, además, una selecta colección de grabados compuesta por estampas sueltas de grabadores de la Real Calcografía como Carnicero, Manuel Salvador Carmona, Fernando Selma, obras como los Monumentos Arquitectónicos de España y libros de grabados entre los que destacan la colección completa de las láminas de Giambattista y Francesco Piranesi o Los Desastres de la Guerra de Francisco de Goya.

Marta Torres Santo Domingo