Qué maravilloso es levantar las cortinas de nuestro hogar nómada para contemplar el cráter Al Wa’bah, en el corazón de Arabia Saudita, mientras te desperezas en la cama. El viento sopla, el sol no aprieta, y desayunamos en este entorno de ensueño.
Cuando alcanzamos este enclave al anochecer, ya vislumbramos, entre las sombras de la noche, el regalo que el amanecer nos tenía reservado. Circunvalando la cima del cráter, de 2 km de diámetro, contemplamos esta fractura natural de 250 m de profundidad desde todas sus perspectivas.
Despertándonos… ¡con esta vista!
Meseta Harrat Kishb, tierra de volcanes.
Encuentro con el desierto salado de Harrat Kishb.
Para alcanzar este lejano y emblemático hito geológico, escondido en el desierto saudita, recorremos la gran meseta basáltica de Harrat Kishb, surcada por los reyes del desierto: los dromedarios. Por este espectacular y desolador entorno, los camelleros vigilan el avance de sus rebaños. Las costras de sal que cubren trechos del desierto crepitan bajo nuestros pies cuando nos acercamos a contemplarlo.
Entre los volcanes… los “reyes” del desierto.
El fotogénico lago salado seco que ocupa el interior del cráter luce, bajo los rayos del sol, con todo su esplendor. Como un gigantesco ojo en la tierra que nos observa sin parpadear… consigue hipnotizarnos para que no lo abandonemos, y decidimos quedarnos unos días. Cuesta dejar de mirar ese ojo blanco y todo su entorno, por el que nos movemos como en un sueño. Una vez más, la libertad que te brinda viajar con la casa a cuestas.
En la cima de un “sueño”.
Un largo camino, para un sitio inolvidable.
















