HEGRA, Mada’in Saleh, en AL ULA es la joya de la corona de Arabia Saudita. Sus más de ciento treinta majestuosas tumbas nabateas labradas han sobrellevado estoicamente los casi 2.000 años a la intemperie en un desierto tan arrebatador como invasivo.

Las rocas brotan de entre las arenas, modeladas por el viento y las aguas durante miles de años, creando hermosas esculturas naturales donde el hombre también ha querido dejar su talento artístico en muchas de ellas.

En este entorno mágico, nuevas acampadas de ensueño.

Imposible no evocar el Siq de la nabatea Petra, en Jordania.

Las joyas Nabateas brotan de las arenas.

La Ruta de las Especies, la Ruta del Incienso, históricas rutas comerciales que los nabateos supieron manejar con pericia, concibieron dos de los más imponentes enclaves de esta misteriosa civilización: la sorprendente Al Ula y la extraordinaria Petra. Sus habilidades comerciales eran tan valiosas como su destreza para la arquitectura y la hidráulica.

Al Ula, Hegra

Al Ula, donde su historia espera que siga descifrándose… donde las caravanas impregnaron con sus aromas de incienso, mirra y especias al próspero oasis… donde sus imponentes mausoleos milenarios con inscripciones grabadas advierte a los que se atrevan a perturbar el descanso de los difuntos que recibirán castigos divinos. Un cóctel maravilloso para dejar correr la imaginación recreando mil y una aventuras…

Acampamos durante varios días en las cercanías de la exquisita necrópolis, ante una de las gigantescas rocas, que bien hubiese podido servir para cincelar una de las antiquísimas tumbas pero al quedar liberada, fue pacientemente tallada por el paso del tiempo y la erosión.

Tampoco faltan los petroglifos.

Al Ula, Hegra

En el interior de las tumbas… sobriedad absoluta.

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