Volcanes blancos… volcanes negros… ríos de lava… ¿Creíais que habíamos cambiado el curso de la expedición hacia Kamchatka o Islandia? Pues no es así. Salimos de las frondosas y fértiles montañas sauditas para sumergirnos en un entorno visceralmente antagónico.
Nos encanta la rudeza descarnada de las regiones volcánicas. En Harrat Khaybar, las montañas tienen fauces, a veces pulidas por la erosión… a veces afiladas como cuchillos cortantes y amenazantes. La savia bruta de las entrañas candentes de la tierra brotó violentamente sin control mientras su furia desatada iba devorando la superficie de la tierra. Pero esa furia sabe que es cuestión de tiempo que se petrifique a los pies de los gigantes humeantes por los que brotaron. Ahora, reposan petrificados tras ralentizar su arrebato incandescente…. hasta un nuevo resurgir.
¿Arabia Saudita… o Kamchatka?
Adentrándonos por estos insólitos parajes sauditas.
Síndrome de Stendhal ante volcanes y ríos de lava.
Disfrutamos recorriendo estos paisajes tan abrumadoramente desoladores, fruto de una fuerza interior brutal, arcaica, visceral, impetuosa… que se encuentran a nuestros pies. Quizás espera paciente para de nuevo brotar y recordarnos la fuerza y cólera de sus látigos de fuego. ¿Cuándo volverán a manifestarse estos colosos durmientes?
Así es Arabia Saudita: asombrosa, impredecible y llena de sorpresas. ¿Cómo no vamos a estar tan entusiasmados con estas vivencias? Son varias las jornadas que recorremos y acampamos por este áspero paisaje de salvaje belleza.
En la cima de los volcanes… impactantes cráteres.
Por las mañanas cruzan nuestro campamento rebaños de camellos que lánguidamente se alimentan de los pequeños brotes de hierbas y flores que se abren paso entre lava reseca y trozos de piedra pómez sobre la que pasean sus huesudos cuerpos. Los camelleros nos saludan con una mezcla de sorpresa y flema, sin perder de vista a sus rebaños.
Cuando escalamos a las crestas de algunos de los primitivos cráteres dormidos con el camper, el espectáculo visual que nos rodea es emocionante y embriagador. Lechos inmensos de lavas milenarias se despliegan como una espesa túnica de piedra oscura a los pies de volcanes negros y… blancos.
Emergiendo del mar de lava azabache… ¡el Volcán Blanco!
Campamentos “casi” lunares.
Días de volcán en volcán en volcán… de sorpresa en sorpresa.


















