Boletín 49
Noviembre de 2014
Texto: Jorge Latorre
QUÉ HAY BAJO LOS OCÉANOS:
1 EL RELIEVE DEL FONDO OCEÁNICO
La profundidad media de los océanos es de unos cuatro o cinco kilómetros que, comparados con los miles que abarcan, les hacen parecer delgadas capas de agua sobre la superficie del planeta. Pero los fondos marinos son muy variables en las diferentes zonas de un océano: plataforma continental, talud, fondo oceánico o dorsal.
La plataforma continental ocupa aproximadamente el 10% del área oceánica y es la continuación de los continentes por debajo de las aguas, con profundidades que van desde cero metros en la línea de costa hasta unos 200 m. Es una zona de gran explotación de recursos petrolíferos, pesqueros, etc.
El talud es la zona de pendiente acentuada que va desde el límite de la plataforma hasta los fondos oceánicos. En esta zona aparecen cañones submarinos tallados por sedimentos que caen desde la plataforma al fondo oceánico.
Vista desde un satélite del Mar Rojo, parte del Valle del Gran Rift, y asimismo con plataformas de escasa profundidad y abundante vida marina. Imagen procedente de Wikipedia.
El fondo oceánico, con una profundidad de entre 2000 y 6000 metros, ocupa alrededor del 80% del área oceánica. Las cadenas dorsales oceánicas son elevaciones longitudinales del fondo oceánico que se alargan hasta más de 60.000 km. Son las zonas de formación de las placas litosféricas en las que se está expandiendo el fondo oceánico, y en ellas se produce actividad volcánica y sísmica.
Las cadenas de fosas abisales son zonas estrechas y alargadas en las que el fondo oceánico desciende hasta más de 10.000m de profundidad en algunos puntos. Son especialmente frecuentes en los bordes del Océano Pacífico y mantienen una gran actividad volcánica y sísmica, porque corresponden a zonas de subducción, donde dos placas litosféricas colisionan, introduciéndose una bajo la otra.
Las llanuras abisales empiezan donde terminan los márgenes continentales. Ocupan extensas áreas del suelo marino a profundidades de 4000 a 6000m, y son las zonas más profundas del océano, después de las fosas submarinas. Constituyen los lugares más planos y escasamente accidentados de la Tierra. A pesar de la oscuridad, la inmensa presión y el frío, muchos animales viven en las llanuras abisales, incluyendo varias especies de gusanos, camarones, ofiuras y algunos peces extraordinarios.
Mapa de las corrientes oceánicas. Imagen procedente de Wikipedia.
2 LAS CUENCAS OCEÁNICAS
El océano no es un mundo uniforme: hay mares con diferentes profundidades, relieves subterráneos que separan cuencas, plataformas continentales donde se desarrolla una intensa actividad humana, dorsales por las que la tierra se abre o fosas en las que una placa terrestre se superpone sobre otra.
En el hemisferio sur hay una zona circumpolar (el océano Glacial Antártico) que conecta los extremos australes del océano Atlántico, del océano Pacífico, y del océano Índico, de menor dimensión. Hay algunos otros mares menores
semicerrados; entre ellos son característicos el Ártico, el Báltico y el Mediterráneo, que se unen a los grandes océanos y modifican sus propiedades.
Los ejes centrales de las principales cuencas oceánicas están conectados por el sistema de dorsales, cordilleras extensas de montañas con depresiones internas cruzadas por zonas de fractura. Las dorsales oceánicas son fundamentales para la comprensión de la evolución de las cuencas de los océanos, como explica la tectónica de placas. Están asociadas con terremotos, con volcanes y con grietas hidrotermales que transfieren desde el interior de la tierra fluídos químicamente ricos, están asociados con insólitos sistemas biológicos dependientes del sulfuro.
Desde las dorsales oceánicas, las placas se separan unos pocos centímetros cada año y se desprende roca fundida que va añadiendo nueva materia a las placas corticales rígidas de la Tierra. En áreas donde las placas se superponen, como en el borde del Pacífico, la corteza queda subducida y vuelve al manto, ormando fosas que pueden alcanzar profundidades de 7 km. La de mayor profundidad conocida es la fosa de las Marianas, con unos
11 km, situada al este de Filipinas.
3 ISLAS Y ATOLONES
En medio de los océanos la presencia humana permanente queda reducida a las islas, en algunas ocasiones de dimensiones casi continentales. Recordando: llamamos isla a una zona de tierra firme rodeada completamente
por una masa de agua, de tamaño menor que un continente, oscilando desde las que tienen unos pocos metros cuadrados hasta las que superan los dos millones de kilómetros cuadrados, como es el caso de Groenlandia, la isla más grande del mundo.
Las islas pueden tener diversos orígenes (erupción volcánica, sedimentación o erosión) y van evolucionando por acumulación de erosión, depósito de sedimentos o por acumulación de material volcánico u orgánico (como las
islas del guano). En ocasiones, su aparición se debe a que una porción de tierra queda separada del continente por algún fenómeno o por un proceso erosivo, o bien por una variación del nivel de mar que deje sumergida las tierras bajas y aisladas las zonas más altas del relieve (un caso ejemplar es el monte Saint-Michel que se convierte en
isla con la marea alta).
Hay diversos tipos de islas, pero básicamente son tres: islas continentales, volcánicas, coralinas y sedimentarias. A ellas habría que sumar las islas fluviales y las sedimentarias, ligadas a los ríos.
Las islas continentales están situadas en la plataforma continental, es decir, que son partes de tierra conectadas al continente. Como Groenlandia, Madagascar, Gran Bretaña, Sicilia, Sumatra y Java, Papúa, la Isla de Vancouver, Terranova, Cuba, la Española, Isla Margarita en Venezuela o San Andrés de Colombia, entre otras muchas.
El suelo marino es relativamente joven. Las zonas más antiguas no tienen más de 200 millones de años, porque se modifica de forma constante debido a los procesos de expansión y subducción de la tectónica de placas del suelo marino.
Mapa de Benjamin Franklin que recoge las corrientes del Golfo. Imagen procedente de Wikipedia.
Las olas se forman gracias a los vientos que barren la superficie de las aguas. Su movimiento es en forma de cilindro, pero cuando llega a la costa y ese cilindro roza en su parte inferior con el fondo del mar, se acaba desequilibrando la masa de agua y la ola se rompe. Los famosos tsunamis son olas gigantescas producidas por movimientos sísmicos en el fondo marino.
Mapa de las corrientes oceánicas. Imagen procedente de Wikipedia.
Una delgada capa de agua Es útil distinguir entre las plataformas continentales poco profundas y el océano profundo, pero no debe olvidarse que incluso las fosas mayores son pequeñas en comparación con el diámetro de la Tierra: el océano, como la atmósfera, solo es en realidad, una capa fina de fluido sostenido en la Tierra en rotación, debido a la fuerza de la gravedad.
Las islas volcánicas surgen como consecuencia de la actividad volcánica que se produce en los fondos oceánicos, a su vez relacionada con el movimiento de placas de la corteza terrestre. Son volcánicas, entre otras muchas, las Marianas, muchas de las Antillas, la Isla de Pascua, las Canarias, las Azores y las Madeira, Hawai, Japón, las Galápagos o Nueva Zelanda.
Las islas y arrecifes coralinos aparecen en los mares tropicales y subtropicales y tienen su origen en la acumulación de esqueletos de los corales, un grupo de organismos marinos primitivos que en ocasiones crecen hasta la superficie
del océano desde plataformas submarinas superficiales, que son muchas veces conos volcánicos. Los atolones son islas coralinas, en forma de anillo más o menos circular, con una laguna interior comunicada con el mar. Se forman cuando un arrecife de coral crece alrededor de una isla volcánica a la vez que esta se va hundiendo en el océano. Las principales islas coralinas se encuentran en el océano Pacífico (islas Tuamotu, Carolinas, Marshall, Kiribati…) y en el Índico (Maldivas, Laquedivas, Chagos, Seychelles…).
Biodiversidad del fondo marino. Foto de Francisco Jesús Navarro.
4 EL MOVIMIENTO DE LOS OCÉANOS
Marejadas, olas, corrientes, mareas… el clima de nuestro planeta y la vida que se desarrolla sobre él nacen del movimiento permanente de los mares. En superficie solo podemos ver una parte mínima de los movimientos del agua, ya que los flujos más importantes tienen lugar en las profundidades, a enormes distancias y en proporciones insospechadas.
En la superficie, las aguas del océano se mueven principalmente por la acción del viento, y por tanto, vienen condicionadas por las horas de sol del planeta. Y como tienen que ver con el viento, estas corrientes varían en función de la estación o incluso de la hora del día, tanto en su dirección como intensidad.
Las corrientes marinas son decisivas en el clima, sobre todo la Corriente del Golfo y su contracorriente, la del Labrador. Su origen está en los grandes sistemas de viento de la tierra, aunque también influyen las diferencias de densidad y contenido de sal, de temperatura y la influencia de la evaporación. La rotación de la Tierra les proporciona en el hemisferio norte una tendencia de giro hacia el este y en el hemisferio sur una tendencia hacia el oeste.
En las corrientes marinas podemos distinguir dos tipos: las generales, ocasionadas por movimientos producidos por el viento y las distintas temperaturas que presentan los mares en sus capas superficiales, y las costeras, que
en la mayoría de los casos son debidas a las mareas o a los vientos locales de las regiones en donde actúan. Las generales a su vez pueden ser corrientes cálidas (como la del Golfo, que se origina en el Mar Caribe o la del Kuro-Siwo en Japón) y corrientes frías. Las corrientes cálidas son de forma circular (sus aguas recorren los mares y vuelven al punto de partida) y giran como las manecillas de un reloj en el hemisferio norte y al revés en el sur, mientras que las frías suelen ser lineales.
Entre los fenómenos más fácilmente observables destacan las mareas, causadas principalmente por la fuerza de atracción de la luna. Tienen una influencia decisiva en el tipo de organismos que viven en las llamadas zonas intermareales, que son las que unas horas están cubiertas por las aguas marinas y azotadas por las olas, y otras permanecen secas o afectadas por el agua dulce en caso de lluvia.
Las olas se forman gracias a los vientos que barren la superficie de las aguas. Su movimiento es en forma de cilindro, pero cuando llega a la costa y ese cilindro roza en su parte inferior con el fondo del mar, se acaba desequilibrando la masa de agua y la ola se rompe. Los famosos tsunamis son olas gigantescas producidas por movimientos sísmicos en el fondo marino.
Campaña contra la contaminación marina en los arrecifes coralinos de Campeche, en aguas del Golfo de México. Foto de Greenpeace.
Los océanos esconden una enorme biodiversidad y cada año se suman al catálogo de especies miles de descubrimientos. Sólo en 2011 se descubrieron casi 18.000 especies nuevas en todo el mundo: tiburones, tortugas, babosas de mar multicolores… Algunos de estos hallazgos tienen lugar de forma sorprendente, como el tiburón linterna (Etmopterus joungi) que se descubrió en un puesto de pescado de Taiwan. Hay muchos lugares en los que todavía queda mucho por explorar, como las Filipinas, donde hay más especies por kilómetro cuadrado que en todo el Mediterráneo.
Residuos plásticos en el mar. Imagen de Wikipedia.