Un montañero en la lucha contra el coronavirus. Charlamos con Juan García Arriaza, montañero y científico del Centro Nacional de Biotecnología del CSIC.
“La exploración y la ciencia comparten esa pasión por descubrir cosas nuevas.”
De mirada y sonrisa amplias y generosas, Juan García Arriaza consigue trasladarnos en un instante a un escenario propio de una película de aventuras de las de mediados del siglo pasado, jalonada por elementos que ya los quisiera el mejor de los guiones: el ascenso a una cumbre en un rincón remoto y de acceso prohibido; un lugar habitado por tribus que parecen vivir en la prehistoria; en las inmediaciones de la cima se encuentra la mayor mina de oro del mundo; una selva impenetrable y, por si fuera poco, la vida de un porteador en peligro de muerte que, a la postre, pone también en riesgo la vida de los miembros de la expedición por las costumbres de las tribus locales.
Juan nos descubre de este modo uno de los lugares más remotos del mundo, la Pirámide Carstensz en Papúa Nueva Guinea y las aventuras que vivió para conseguir llegar a su cima. Un episodio más dentro de su reto “7 cumbres”, que consiste en ascender la cima más alta de cada continente. Juan ha hollado ya las cumbres del McKinley, Kilimanjaro, Elbrus, Aconcagua, Pirámide Carstensz y el Vinson en la Antártida. Le falta subir al techo del mundo, el Everest, para completar su reto. Reconoce que este reto le trae miles de anécdotas; y podemos hacernos a la idea ya que solo con el relato del ascenso a la Pirámide Carstensz nos deja encandilados: un lugar de esos en los que los mapas podrían seguir incluyendo el mítico “hic sunt dracones”. De hecho, nos recuerda que esta cima se subió por primera vez en 1962 por Heinrich Harrer tras lo que escribió su libro “Vengo de la Edad de Piedra”.
La mejor vacuna frente a las pandemias es cuidar nuestro planeta
Juan García Arriaza en su vida “normal”, si así e injustamente pudiéramos definirlo, es científico en el Centro Nacional de Biotecnología del CSIC y ahora se encuentra inmerso en otro gran reto de completa actualidad: encontrar la vacuna contra el coronavirus. Su equipo ya trabajó desarrollando vacunas para enfermedades como VIH Sida, hepatitis C, ébola, chikungunya o zika y ahora se encuentran en disposición de probar la vacuna del coronavirus en animales. Pero el trayecto para conseguirlo es como el de planificar hacer cumbre, “hay que ir campo a campo: primero pensamos en alcanzar el campo base 1 y así sucesivamente hasta pensar en hollar la cima” – nos advierte.
Como viajero y explorador, Juan es testigo directo de los cambios en los ecosistemas a lo largo y ancho de todo el mundo y señala la estrecha relación con la situación actual provocada por la covid19. Aunque suene a frase hecha recalca que “la mejor vacuna frente a las pandemias es cuidar nuestro planeta”. Son muchos los virus que afectan a animales que viven en entornos de selvas sin contacto con humanos – indica. Cuando se deforestan grandes selvas, por ejemplo, esos virus saltan al ser humano, un hospedador diferente, y es cuando empieza a transmitirse a la sociedad. El sudeste asiático es ahora mismo una bomba de relojería en este sentido – señala – y debemos reflexionar sobre esta situación. “Se habla desde hace mucho tiempo del cambio climático pero a la hora de la verdad no estamos dispuestos a renunciar a los beneficios. Es necesario dejar la naturaleza como está.”
No tiene duda de que habrá muchos tipos de vacunas, somos muchos millones de habitantes y sería imposible producir una única vacuna para todo el mundo. En España – afirma- somos una importante escuela de virólogos: somos muy punteros en personas pero lo que falta es financiación y estabilidad para los científicos. Hacen falta inversiones fuertes para estar en primera línea; en el Reino Unido, por ejemplo, han inyectado 22 millones de libras… “ojalá aprendamos de esta situación” concluye con esperanza.
Moriré subiendo montañas y viajando porque me hace feliz
Reconoce Juan García Arriaza que a veces es complicado compaginar la vida laboral, familiar y aventurera, pero siempre se puede encontrar la forma de hacerlo. Hay muy pocos aventureros que se dediquen de manera profesional a explorar, pero la mayor parte tenemos que encontrar esa forma de organizar todas estas facetas y, si te hace feliz viajar y explorar, la encuentras -dice con convicción. Y nos recuerda Juan que a lo largo de la historia ha habido grandes exploradores que eran científicos y podían compaginar ambas facetas, como el gran Nansen, explorador polar, científico, Premio Nobel de la Paz… Afirma, con una amplia sonrisa dibujada en su cara, que los aventureros “somos tenaces y no nos rendimos”, de hecho son facetas que tienen mucho en común “la exploración y la ciencia comparten esa pasión por descubrir cosas nuevas” – sentencia.
“Si tienes una pasión, la familia, los hijos, el trabajo no es un impedimento. La vida no es solo una cosa y hay que ser feliz, por qué renunciar a ello”. Hay vivencias que se quedan grabadas en la memoria para siempre, un amanecer en la cima del Kilimanjaro, la llanura infinita blanca de la Antártida… “me acuerdo perfectamente de los años de mi vida por las expediciones que he hecho” y concluye afirmando con pasión que “moriré subiendo montañas y viajando porque me hace feliz”.