Entramos en QATAR tras unos sencillos y rápidos trámites aduaneros (que no requiere visado, solo sacar el seguro del vehículo).

Decidimos recorrer la península por la zona menos poblada del país alcanzando el “Ojo del Desierto”, un rincón muy seductor. La roca caliza se ha dejado vencer por el viento y el agua a lo largo de los siglos creando un pequeño universo de esculturas naturales. Recorrer sin rumbo este rincón de Qatar, nos rememoró, en miniatura, a nuestro admirado y viejo amigo de aventuras egipcias, el Desierto Blanco.

El “Ojo del Desierto” nos encandila, para observar desde su exclusiva óptica, el universo que se ha creado alrededor de su árido entorno. Perfecto para elegir, desde su privilegiada atalaya, la pista que nos va a descubrir nuestro próximo campamento al aire libre.

Campamento en el “desierto artístico” de Qatar.

Acampamos entre formaciones rocosas sobre un lecho de arena. Cuando el sol deja de apretar y le engulle el mar, donde este desierto artístico se funde con sus aguas, las sombras que proyectan las rocas sobre la arena iluminada por la nocturna dama de blanco creciente, danzan a nuestro alrededor.

El silencio y el cielo tupido de brillos eternos nos arropan durante una sencilla pero memorable cena en la que solo faltó el tintineo de dos copas de vino al chocar brindando por una cautivadora e inolvidable acampada.

Galería