UN NUEVO TERRITORIO PARA CARTOGRAFIAR
Incógnita Patagonia se planteó como una expedición con un doble objetivo:alpinismo de exploración y ciencia para comprender el entorno y los glaciares. Una iniciativa con todo los ingredientes imprescindibles de una aventura clásica, donde el hombre se mide con la Naturaleza y a su vez recoge información para controlar el territorio, abriendo camino.
El campo de hielo Cloue, de 227 kilómetros cuadrados, se encuentra en el extremo izquierdo de la remota isla de Hoste, al sur de la cordillera Darwin, en el archipiélago de Tierra de Fuego. Poco se sabe del interior de esta zona, salvo que la expedición científica francesa Romanche la menciona en sus apuntes sobre el Cabo de Hornos a finales del siglo XIX, y que otra expedición exploró el extremo oeste, aunque sus principales cumbres permanecían sin ascender y el campo de hielo, sin explorar. En el año 2001, los argentinos Luis Turi y Carolina Etchegoyen visitaron brevemente la península de Cloue con la intención de buscar vías de acceso e intentar la escalada a uno de los picos de la zona, pero el mal tiempo impidió el éxito de su aventura. Cloue está permanentemente azotada por los vientos polares, es una zona de clima imprevisible, repleta de fiordos nunca antes navegados y cuyos picos principales no eran visibles desde el mar. Un auténtica “terra incógnita” a pesar de las imágenes satelitales, que no habían permitido obtener datos precisos y a pequeña escala.
Adentrarse en la zona, cruzarla y escalarla era, ya en sí mismo un reto, pero no el único: era imprescindible levantar un mapa de este territorio desconocido y observar y registrar la evolución de los glaciares que previamente habían estudiado los miembros del equipo en base a depósitos morfológicos, por algo tanto Eñaut Izaguirre, como Ibai Rico y Evan Miles son, además de amigos, expertos glaciólogos.
COMIENZA LA AVENTURA
Con el destino elegido, el apoyo de Young Explorers Grants (YEG) de National Geographic y el proyecto presentado oficialmente en el Mendi Film Festival de Bilbao, la Expedición Incógnita Patagonia partió rumbo a la isla de Hoste en marzo de 2016 para volver con el objetivo cumplido cuarenta días después.
El velero Northanger sirvió, además de medio de transporte, de base de operaciones en un viaje que partía con previsiones climatológicas cambiantes y extremas. Dejaron Puerto Williams el 3 de marzo y, después de varias jornadas de navegación expuestos a las inclemencias del clima, atracaron en el Fiordo Coloane el 14 de marzo. Desde allí, Ibai Rico y Evan Miles, pisaron tierra para seguir la ruta de 30 kilómetros planeada cuidadosamente que les permitiría cruzar la península y el campo de hielo de oeste a este para hacer un reconocimiento de picos, aristas y glaciares que sirviera de información para ascensos y estudios posteriores. Conscientes de lo remoto del destino, llevaban preparado un detallado plan de evacuación y salvamento en caso de que las cosas se torcieran.
La experiencia no fue en vano. Después de unos días de descanso físico y de análisis de datos desde la base de operaciones en la zona del fiordo Fouque, retomaron la expedición y esta vez construyeron un par de campos base para resguardarse de un clima que parecía dominar con su locura el escenario. El siguiente objetivo era ascender y cartografiar los picos del interior de la península.
El 16 de marzo, gracias a las condiciones calmadas y “cálidas” del clima durante las primeras horas, la pareja logró cruzar rápidamente el glaciar inferior, ascendiendo al campo de hielo y acercándose al primer paso importante en esquís. Sin embargo, el clima cambió de repente. La niebla dio paso a la nieve y, junto al fortísimo viento, quedaron atrapados en una tormenta en un collado rocoso durante toda la noche y el día siguiente, incapaces de avanzar por la nula visibilidad. La madrugada del 18, con una mejora relativa de las condiciones que terminó siendo como un espejismo, se vieron envueltos en una tormenta aun peor, donde la nieve, el granizo y el viento huracanado (algunos de 120km/h y sensación térmica de -45º) no daba tregua a la hora de cruzar, con visibilidad de pocos metros y sobre un suelo repleto de grietas unidas por finos puentes que su GPS no dejaba de registrar, completando los datos de sus mapas personalizados. Así, llegaron al extremo este de la isla después de 18 horas. En el fiordo de Fouque les esperaba el Northanger, que a su vez, había sorteado las aguas y vientos del brazo suroeste del estrecho de Beagle para llegar hasta allí.
La experiencia no fue en vano. Después de unos días de descanso físico y de análisis de datos desde la base de operaciones en la zona del fiordo Fouque, retomaron la expedición y esta vez construyeron un par de campos base para resguardarse de un clima que parecía dominar con su locura el escenario. El siguiente objetivo era ascender y cartografiar los picos del interior de la península.
El 26 de marzo comenzó el ascenso del Monte Cloue (1.356 m.), el más alto de la isla, no sin incidencias de lluvia y fuertes vientos que dificultaban la subida a través de varias grietas, hielo vertical y posibilidades limitadas de anclaje. Una experiencia perfecta para escaladores experimentados como Ibai y Evan, que, al día siguiente acometieron el reto de la torre sin nombre que se encontraba un poco más al sur. Tampoco fue fácil esta vez por la presencia de cascadas y de tierra mixta. Aun así, fueron los primeros en documentar su llegada a la cima (1.320m) y cartografiar la zona. Además, bautizaron el pico como Torre Saia, palabra del idioma nativo de los yámanas, antiguos habitantes de esta parte del sur de Chile, que traduce arpón o lanza de caza. Rescatar y preservar la toponimia de la zona de los pueblos originarios era un tema que no podía dejarse de lado en Incógnita Patagonia. La travesía y la ascensión de estas cumbres vírgenes fue merecedora del Premio Alpinismo Extrauropeo FESME (Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada).
Mientras tanto, Eñaut, con la colaboración de Caesar Schinas, tripulante del velero, se dedicó a cartografiar el campo de hielo y los fiordos que lo rodean gracias a los datos obtenidos por sus compañeros y a mapas parciales realizados previamente. “En los márgenes de los glaciares, mapeamos una serie de morrenas de varias edades, incluidas morrenas muy recientes procedentes de avances glaciales recientes. Un glaciar mostró un conjunto bien conservado de accidentes geográficos que indica una reciente inundación de desbordamiento de un lago glacial (GLOF), y examinamos y fechamos estas características. Exploramos tres fiordos indocumentados, realizando extensos levantamientos batimétricos para determinar las áreas históricas de glaciares al determinar las posiciones de la morrena submarina” El análisis del avance y retroceso de los glaciares era clave en la expedición y gracias a estudios comparativos con fotografías y cartografía de formas y depósitos glaciares se llegó a la conclusión de un retroceso de un 20% en los últimos 70 años, a pesar de que algunos frentes glaciares habían avanzado sustancialmente en casos puntuales. La exposición al océano Pacífico, la redistribución del viento y la sobrealimentación de nieve en algunas zonas pueden ser las causantes.
La expedición Incógnita Patagonia regresó a Puerto Williams con sus objetivos cumplidos el 8 de abril de 2016.