El jueves 7 de julio nos pusimos en marcha a las seis de la mañana para regresar desde Toroc hacia Pampaconas, sabiendo que esta jornada es larga y muy exigente, sobre todo por el primer tramo de casi nueve kilómetros en el que hay que subir 1.604 metros; desde los 2.198 metros de altitud de Toroc hasta los 3.830 metros de altitud del abra de Ushnuyoc.
En la primera parte de esta ruta hay mucha vegetación que a veces invade el camino y dificulta el paso de jinetes a caballo y también el avance de las mulas con sus cargas.
Mirando hacia atrás se puede apreciar una hermosa vista del valle de Pampaconas y de Yanaorqo, la montaña que utilizamos como plataforma para los vuelos de nuestro dron.
Mirando hacia atrás se puede apreciar una hermosa vista del valle de Pampaconas y de Yanaorqo, la montaña que utilizamos como plataforma para los vuelos de nuestro dron.
Descansamos antes de superar el abra de Ushnuyoc.
Después de superar este paso quedan diez kilómetros de camino hasta Pampaconas que discurre casi siempre por zonas elevadas pero subiendo y bajando continuamente tramos con largas pendientes y variaciones de nivel que fatigan al viajero.
Este camino recorre muchos tramos de camino inca, aunque en algunas partes se separa del camino prehispánico y discurre por un camino más moderno, de aspecto muy similar, pero más como cómodo y seguro para el paso de caballos y mulas que desde la ocupación hispánica fueron el medio de transporte principal en esta zona.
Llegamos a Pampaconas dos horas antes de la caida del sol. Hice cuentas con el personal que nos había acompañado y pasamos allí la noche disfrutando de la hospitalidad de Julio Marbellí Quispe y de su esposa, a la espera del vehículo de la municipalidad que nos recogió al día siguiente para viajar hasta Huancacalle.
Descendimos desde Huancalle a Quillabamba, la cálida capital provincial, y desde allí regresamos a Cusco para completar la segunda fase de esta expedición arqueológica. Consistente en el análisis de los datos obtenidos con nuestro dron equipado con laser, manejado por el arqueólogo Franklin Camala Lizaraso.