Obo

A la salida de Zemio tuvimos que pasar un control militar. Después de 9 horas de viaje llegamos a Obo, recorriendo los escasos 200 km. que hay desde Zemio. El camino mejoró, pues la lluvia cesó, y así fuimos pasando varios puentes, a los que no acabamos de acostumbrarnos, cruzando varios ríos y tomando dos barcazas. En el recorrido, se pasa por Mbuji, un pequeño enclave comercial en un cruce de caminos, donde compramos algo de carne y mandioca para almorzar. La República Democrática del Congo está muy cerca de allí. También encontramos los restos de los asentamientos que ocuparon los refugiados sudaneses y también algunas tumbas, de planta circular y forma de iglú, características de este pueblo.

En Obo hay una misión, originariamente de los católicos espiritados, y actualmente dirigida por sacerdotes diocesanos, dependientes de la diócesis de Bangassou. Al llegar, nos encontramos con que el padre Jean Vermont estaba enfermo de malaria. El padre Jean Baptiste nos había acompañado en el viaje desde Bangassou y aquí le dejamos ya para incorporarse a su misión.

Salimos de Obo el día 23 de noviembre y solo conseguimos recorrer unos 50 Km. hasta Buguá, donde acampamos para pasar la noche. El camino está cubierto del bosque y hay muchos árboles caídos, lo que supone un gran peligro, pues en ocasiones están ocultos por  la maleza. Vamos encontrando algún pequeño poblado zande, con gente muy amable. El día 24 hicimos solo poco más de 30 Km., pues hubimos de parar para cortar varios bloques de gruesos árboles caídos, cortando el paso. El bosque se ha ido comiendo la pista y la maleza no deja espacio apenas ni para los caminantes, ni los ciclistas que se aventuran por estos lugares, a fin de conseguir llevar algunos bienes para comerciar entre la RCA y el sur de Sudán. En esta aventura nos acompaña Zapico, un simpático centroafricano, que conoce la ruta, y dos jóvenes que nos han pedido que les llevemos hasta Yambio, donde esperan encontrar algún trabajo. En Manda Vuni contratamos a un fuerte campesino zande para que con su hacha nos ayudara a despejar el camino. Nosotros solo llevamos un hacha y varios machetes para cortar troncos. El día anterior, el campesino zande había cazado un búfalo en el bosque y le compramos carne y mandioca para alimentar al esforzado grupo.