8ª EXPEDICION “VILCABAMBA- ESTRELLA GALICIA 2005”
Construcciones en el Nevado Choquezafra
En septiembre de 2005 la expedición concentró el área de exploración en los valles de muy difícil acceso situados en la ladera norte del Nevado Choquezafra.
En esta ocasión se contó con la colaboración del arqueólogo, Alfredo Candia, Profesor de Arqueología Inca en la Universidad San Antonio Abad de Cusco; así como con Antonio, historiador y Darío del Valle Chousa, experto en espeleología y escalada, contando como siempre con la ayuda del experto guía Nicanor Quispicusi Palomino y un grupo de apoyo de diez porteadores y macheteros. Con siete mulas de carga y cinco monturas se emprendió la marcha comprobando que la lluvia había provocado serios derrumbes de piedras y hundimientos en camino.
Una mula perdió el equilibrio al chocar contra una rama y rodó con su carga hasta el río Pampaconas, sin que por fortuna sufrieran daños el animal ni la carga que transportaba. Tuvieron que reconstruir un tramo del camino desmoronado por la lluvia inclemente para seguir adelante hasta acampar en Naranjal junto al desfiladero de Pintobamba.
Se construyó el primer puente sobre el río Pampaconas con la técnica tradicional de colocar grandes troncos sujetos con travesaños de madera atados con fibras vegetales.
Avanzaron hacia el interior del valle de Pintobamba construyendo dos puentes más en lugares estratégicos sobre el cauce y escalando en ocasiones las laderas rocosas del estrecho desfiladero, hasta que se localizó un lugar adecuado para instalar el primer campamento junto al río Choquezafra en un lugar donde el valle se ensancha un poco.
Se iniciaron las exploraciones de la ladera identificando cincuenta y tres andenes (terrazas de cultivo sujetas con muros de piedra) hasta lo alto de la montaña y en la zona alta dos grandes andenes con estructura de carácter “noble”, utilizada sólo para el cultivo de alimentos de uso sagrado o para consumo del inca. Por la mañana en el campamento apareció un grupo de monos que sobre los árboles se aproximaron a los expedicionarios, ya que fuera de aquel valle suelen tener miedo a ser atacados por los humanos.
Remontando el cauce del Choquezafra se llegó a una gran catarata que ningún campesino conocía y obligó a los expedicionarios a abrir paso entre la vegetación y subir por la empinada ladera. Al día siguiente trasladaron el campamento un kilómetro más allá, donde de nuevo se estrechaba el valle, para proseguir la exploración en la falda de la montaña donde aparecieron nuevos andenes agrícolas. En días sucesivos se abrieron paso ascendiendo por la montaña para tratar de localizar nuevas estructuras; aunque la identificación era muy lenta por la densidad de la vegetación. Fue muy significativa la aparición de muros circulares que, de acuerdo con el informe del arqueólogo Alfredo Candia, son restos de viviendas.
Se extendieron las exploraciones hacia el oeste remontando el Choquezafra, para lo que tuvieron que hacer otro puente sobre un tramo muy turbulento del río en la confluencia de los ríos Choquezafra y Lugargrande. Al emprender el regreso se cortaron todos los puentes que los expedicionarios habían construido para proteger aquel paraíso ecológico.