8 de diciembre de 2011
Día 39: Soledad extrema
Horas de marcha: 9h45 ‘- Acumuladas Totales: 201h15
Km./Día: 25,8 – Acumulados Totales: 407,6 Km. Faltan hasta Polo Sur: 737,6 Km.
Días avanzando: 24 (20 Solo) – Días parado: 15 (0 Solo) – Total Días: 39
Como cuesta que mejore el terreno… hoy estaba bastante duro todo el rato, pero absolutamente irregular en todo momento, y con grupos de sastruguis enormes que tenía que ir esquivando. Con todo conseguía coger bastante buen ritmo, pero de vez en cuanto me volcaba el trineo. Un total de 10 veces lo he volcado… más que el día en que no tenía visibilidad.
Con todo he conseguido mejorar un poco el kilometraje máximo que había alcanzado ayer (25,8 Km.). Pero haciendo un desgaste energético enorme, y apurando de nuevo hasta las 9h45.
Hoy hace exactamente 20 días que estoy absolutamente solo, y que ando como un autómata por esta tierra helada, repitiendo todos los días las mismas rutinas, y apurando al máximo las fuerzas cada día.
Es difícil tener una sensación de soledad más extrema que la que se tiene aquí abajo… No hay nada, no vive nadie, no te encuentras con nada aparte del hielo, no ves nada, etc. .. Hace 20 días que sólo me escucho a mí mismo y al viento. Y cuando para el viento del todo (que ya ha pasado dos días), el vacío lo abarca todo, y se escucha el silencio más impresionante que he percibido en mi vida.
De hecho, incluso hace 15 días que dejé de ver la silueta de las montañas de Elsworth en la lejanía. Por lo tanto, estoy incluso sin la compañía de las montañas, y anhelando llegar a la cordillera de Thiel para poder encontrar unas de nuevo (me quedan unos 8 días aproximadamente).
No había previsto estar solo aquí en medio de la Antártida, y evidentemente, preferiría estar con Carles ahora mismo. Pero lo cierto es que a pesar de estar muy cansado y bastante harto de la monotonía de los días, pienso que también ha sido una oportunidad especial poder hacer esta aventura en solitario. Por mis responsabilidades familiares, seguramente nunca me hubiera planteado hacer un reto de esta magnitud solo, pero ahora que me he encontrado, lo estoy disfrutando al máximo. Si nos dejamos llevar por las ganas de comodidad, el lujo de la comida de casa, la añoranza, etc… uno siempre parece que quiera irse pitando de aquí. Pero si uno valora lo único y especial que es poder estar en un lugar como este, y cuanto de intenso y enriquecedor es poder estar solo, sólo con la propia compañía y el diálogo con uno mismo, verá que es un afortunado ya no sólo de estar, sino de estar y estar bien.
Estar solo puede ser un poco más aburrido, un poco más arriesgado, un poco más angustioso, y un poco más duro. Pero estar solo tanto tiempo y en unas circunstancias tan especiales, también permite hacer un viaje interior muy profundo donde uno tiene la oportunidad de reflexionar con mucha calidad sobre el pasado, el presente y el futuro del propio paso por la vida. Y eso, si se hace con bastante curiosidad, interés, libertad, y con la libreta de las notas abierta y en blanco, supone una tarea apasionante. Y darse cuenta de que lo que uno va encontrando por este viaje interior pasado y futuro, no le desagrada del todo, no deja de ser una buena noticia, porque lo que sí es seguro es que si se viene en un lugar así con algunas cosas en la vida que chirrían, al final, aquí acaban petando.
Estar y hacer cosas con la gente que amas o que son de tu confianza, está muy bien. Pero pienso que también es importante que la gente sepa buscar experiencias para vivirlas solo. No me refiero a animaladas de este tipo como una expedición antártica, sino a cualquier cosa más sencilla. Siempre acostumbramos a querer hacerlo todo con compañía. Pero saber estar solo, saber viajar solo, saber estar totalmente abierto al mundo y a uno mismo, es una de las experiencias más plenas que uno puede experimentar.