Para su seguridad, Antonio lleva dos teléfonos satelitales. Ambos le servirán para el contacto diario con su equipo. También lleva dos GPS, imprescindibles para orientarse en aquel desierto blanco y monótono donde no hay puntos de referencia y es muy fácil desviarse del camino. Tanto es así, que ALE le obliga a llevar un soporte de GPS que este a su vista de forma continua mientras avanza. Otra norma de seguridad que impone la compañía de logística que monopoliza estas visitas, es que Antonio debe llamarles todos los días. Si hubiera dificultades, ellos lo rescatarán con sus propios medios.
Antonio coincidirá en la base antártica con varios otros aspirantes a recorridos parecidos. En su gran mayoría son grandes deportistas dispuestos al esfuerzo físico y mental y capaces de sufragar los mas de 80.000€ que cuesta el servicio de ALE. Catherina Burford es una dentista de Cornwall (Inglaterra) que pretende esquiar al Polo en autonomía desde Hércules Inlet. Otra mujer, la noruega Karen Killeso de 21 años, la mas joven autorizada por ALE para intentar llegar al polo desde Hércules Inlet, esquiando sin apoyo externo. El británico John Huntington y el turco Ali Riza Bilal también intentarán llegar al Polo esquiando por separado, en autonomía desde el Messner Point, en la costa. El también británico Fred Fennessy planea salir desde el lugar de naufragio del Endurance de Shackleton, y caminar solo al Polo. Además, la coreana Youngmi Kim, que pretende una travesía completa en bicicleta, Rasmus Kragh de Dinamarca, Arne Feighland de Noruega… y alguna otra expedición que, como Antonio, mantiene su plan con discreción.
El equipo que acompaña en remoto a Antonio durante su travesía es muy reducido, y estará continuamente atento precisamente porque Antonio tendrá poco tiempo para comunicarse y lo hará diariamente al menos con su encargado de comunicación, con el meteorólogo, y por supuesto con la Base como precaución. Además, su baliza nos irá dando información precisa de su avance en https://antonioexpeditions.com/seguimiento/
En fin, ahora esperamos que sus diferentes vuelos se coordinen bien y llegue sin problemas a Punta Arenas. Allí deberá esperar a que el avión de ALE se asegure de que las condiciones son adecuadas para el aterrizaje. Hasta entonces estará preparado, con otros compañeros de aventuras, hasta que puedan salir. Recordamos que Albert Bosch tuvo que esperar más de una semana a una meteorología adecuada para el vuelo. Una vez en Union Glacier, todo empezará a ir muy rápido. Y como dijo Juan M. Granados, solo logrará la tranquilidad cuando empiece a caminar solo…