El proyecto Djehuty
Un proyecto pionero e innovador en el que se está utilizando internet para informar, casi en directo, día a día, de forma didáctica y comprensible, sobre el progreso de las excavaciones. Un sarcófago cerrado, que aún conserva la momia en su interior, y la pirámide más antigua de Egipto construida para un particular son dos de los extraordinarios hallazgos de la Segunda Campaña finalizada en febrero de este año. José Manuel Galán investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y director del proyecto, nos explica nos explica el hallazgo.
Patrocinado por Telefónica Móviles, sin ninguna financiación pública, el llamado “Proyecto Djehuty”, tiene como objetivo la excavación y restauración de las tumbas de Djehuty y de Hery, ubicadas en la orilla occidental de Luxor, la antigua Tebas, en Egipto. La necrópolis donde se encuentran se denomina Dra Abu el-Naga.
Hery vivió en torno al año 1550 a. C., justo en los comienzos de la dinastía XVIII y del período histórico denominado “Reino Nuevo”. Tebas se convierte entonces en la capital del país y comienza, acto seguido, a levantar su imperio. La enorme importancia de estos años dentro de la dilatada historia de Egipto, tanto en política interior como en política exterior, contrasta con el escaso conocimiento que hasta la fecha se tiene de los detalles significativos de la época, por lo que el estudio de la tumba de Hery suscita un gran interés entre los egiptólogos.
La gran calidad de los relieves que decoran su tumba parece apoyar la hipótesis de la vinculación de su propietario con la familia real, sobre todo si se tiene en cuenta que las tumbas de los nobles y altos oficiales de esta época no tienen las paredes decoradas. Hery debió de contar con los mejores artistas de la nueva capital, quienes esculpieron los relieves siguiendo los modelos “clásicos” de épocas anteriores, que combinaban cierta rigidez en la representación de las figuras en movimiento con un gran detallismo en las formas y en los volúmenes, marcando incluso la musculatura de las piernas y de los brazos. Los relieves que decoran las paredes del pasillo incluyen una gran escena de caza en el desierto, diferentes rituales funerarios, la presentación de ofrendas y un gran banquete en el que participan los familiares más allegados de Hery.
La tumba de Djehuty fue excavada en la colina de Dra Abu el-Naga unos cien años después, pues Djehuty vivió fundamentalmente bajo el reinado de Hatshepsut, en torno al año 1450 a. C. En calidad de “Supervisor del Tesoro”, fue el encargado de contabilizar los productos exóticos que trajo a la capital egipcia la expedición comercial que despachó la reina Hatshepsut a las lejanas tierras del Punt, probablemente en la actual Eritrea. De hecho, la figura de Djehuty anotando las cantidades de mirra que trajeron los barcos egipcios se incluyó dentro de las escenas que describen la expedición al Punt y que se esculpieron en el templo funerario de la reina, en Deir el-Bahari. Como “Supervisor de los Trabajos”, Djehuty estuvo encargado, entre otras muchas tareas, de recubrir con electro los dos grandes obeliscos -de 108 codos de alturaque Hatshepsut levantó en el templo de Karnak, forjó en oro la barca sagrada de Amon, realizó puertas en metal tanto en Karnak como en Deir el-Bahari, etc.
Debido, probablemente, a que Djehuty controlaba las finanzas por un lado, y el trabajo de los artesanos por otro, pudo desviar hacia su tumba los recursos necesarios para construirse una “morada para la eternidad” muy elaborada, decorada con unos relieves excepcionales. La calidad y estilo de los relieves, que conservan en algunos lugares su policromía original, es muy similar a los esculpidos en el templo funerario de la propia reina.
Las escenas representadas y las inscripciones son de una gran riqueza temática. Las escenas en relieve incluyen una cacería de antílopes y avestruces en el desierto con arco y flechas, y otra en los cañaverales, en la que se abaten patos mediante palos arrojadizos y se pescan peces utilizando un arpón desde una balsa. Además, se representan un par de escenas de banquete funerario, en el que participan arpistas y cantantes, y diversos rituales funerarios. La tumba posee dos grandes inscripciones biográficas del propietario, dos himnos a Amon-Ra y otro dedicado al dios solar Ra en solitario.
Con la colaboración de más de 60 trabajadores egipcios contratados, las trece personas que forman el equipo español iniciaron la Segunda Campaña en la necrópolis de Dra Abu el-Naga a principios del mes de enero. Si los resultados de la Primera Campaña se calificaron de excelentes, la segunda la ha superado.
Además de numerosos ushebtis (figurillas funerarias que acompañaban al difunto en el Más Allá como sirvientes), conos funerarios de arcilla con la impronta de un sello que informa del nombre y cargos desempeñados por el difunto, fragmentos de cerámica, vendas de lino, cuentas de collar y restos humanos momificados, destacan las siguientes piezas:
. Un sarcófago de madera, pintado en blanco suave, con los ojos en negro y coloreados en blanco brillante. Probablemente perteneciera a una mujer.
. Una cabeza de un sarcófago de madera pintado de blanco suave, muy similar al estilo de la pieza descrita anteriormente. En este caso, pudiera ser de una niña.
. La tapadera de uno de los cuatro “vasos canopos”, donde se guardaban las vísceras del difunto tras su embalsamamiento. Probablemente de comienzos de la dinastía XVIII (ca. 1500 a. C.).
. Un fragmento de un vaso de alabastro con una inscripción incisa, que incluye un “cartucho” real con el nombre de Ahmose, primer rey de la dinastía XVIII. Es una pieza muy importante porque del rey Ahmose se sabe poco. Su tumba aún no se ha encontrado, pero es probable que se halle en algún lugar de la colina de Dra Abu el-Naga.
. Tela de lino conservada en muy buen estado, incluso el reborde con flecos, con una curiosidad importante: posee una inscripción, escrita en tinta roja, mencionando que la pieza fue elaborada en el segundo año del reinado de Amenhotep II, alrededor del 1435 a. C.
. Una tabla de madera de época del reinado de Tutmosis III, de medio metro de largo, conservada en estado fragmentario. Sobre una fina capa de estuco pintado de amarillo suave, se ha dibujado una cuadrícula en rojo y, sobre ella, se han trazado figuras humanas. Sobre uno de los lados de la tabla se han dibujado dos estatuas de un faraón, representadas mirando de frente, característica poco frecuente en el arte egipcio antiguo. Por el otro lado de la tabla, se ha dibujado la figura de un faraón cazando aves en las marismas. ésta es, hoy por hoy, la representación más antigua de un rey en esta pose. La tabla incluye el comienzo de un texto didáctico denominado “Kemit”. Esta pieza es de una enorme importancia, pues sólo se conoce un paralelo, que se exhibe hoy como una de joyas de la colección del Museo Británico.
Pero el exterior de la tumba de Hery nos reservaba la mayor sorpresa: sobre la fachada de la tumba descubrimos la parte inferior de una pirámide. La parte interna está rellena de un mortero o mazacote de color rojizo, es decir, de una mezcla de grava del desierto con arena fina. La paredes de la pirámide están formadas por adobes y piedras, recubiertos con un enlucido blanquecino. El valor de este hallazgo es enorme para la egiptología, pues esta es, hoy por hoy, la pirámide más antigua de Egipto construida para un particular, es decir, para alguien que no era un rey.
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