Expedición “Río de oro” al Sáhara Occidental
Se cumplen ciento veinte años de la expedición de los españoles Cervera, Quiroga y Rizzo al Sáhara Occidental, entonces denominado Río de Oro, que está considerada como la primera expedición científica a esa zona del Sáhara. Su importancia radica tanto en los datos topográficos, geológicos, botánicos y meteorológicos recogidos, como en los tratados firmados con las cabilas del lugar. Estos tratados permitieron a España extender su influencia hacia el interior y a las Sociedades Geográficas de la época idear planes para captar la actividad comercial de las caravanas que se comunicaban con la franja subsahariana desde las salinas del Iyil, punto culminante de la expedición. Se afianzaba así, por otra parte, la protección de los caladeros costeros, considerados de una gran riqueza, donde faenaban pescadores canarios.
Para la conmemoración se van a realizar diferentes eventos, el más importante de todos la repetición de aquella histórica expedición, el próximo mes de noviembre. Para la organización de los actos se ha constituido un Comité, gracias a la iniciativa de Jorge Pina, miembro de la SGE, que ha aglutinado a un conjunto de instituciones que, en algunos casos, participarán directamente en la expedición. Entre ellos está Real Sociedad Geográfica, de cuyos miembros partió en 1886 la idea de la expedición, la Real Sociedad Española de Historia Natural y el Museo Nacional de Ciencias Naturales, que atesoraron y estudiaron las colecciones traídas por los expedicionarios. Y junto a estas, el Instituto Geológico y Minero de España, el Ilustre Oficial Colegio de Geólogos, la Fundación Giner de los Ríos y el Club Alpino-Montañeros Madrileño. No podía faltar la Sociedad Geográfica Española, heredera de aquella curiosidad geográfica que impulsó las expediciones históricas y a la que no le es ajeno nada relativo a los viajes de exploración realizados por españoles, como demuestran las muchas páginas dedicadas en su Boletín y en sus publicaciones a los viajeros de diversas épocas, dado que todo lo relativo a los viajes y la investigación historica de los viajeros españoles constituye una de sus más poderosas razones de ser.
Varios son los actos previstos por el Comité: la realización de un ciclo de conferencias en el Museo de Ciencias Naturales y en la Fundación Giner de los Ríos en los meses de septiembre y octubre acompañadas de una exposición con mapas, textos y objetos diversos; la publicación de un libro conmemorativo con materiales de interés y artículos de investigadores de diversas disciplinas relacionadas con el evento; la edición de un video sobre la ruta seguida por los expedicionarios; y la realización, en noviembre de 2006, de un viaje a la zona.
Las conferencias se celebrarán en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y abordarán diversos aspectos relacionados con la expedición histórica de Cervera, Quiroga y Rizzo, como son: el contexto histórico nacional e internacional de aquellos años y la importancia de la Conferencia de Berlín, los aspectos biográficos de los expedicionarios (Francisco Cervera, que llegaría a ser el primer catedrático de Cristalografía en Europa, Julio Cercera, militar ilustrado y Felipe Rizzo, arabista que fue cónsul en diversas plazas marroquíes), el relato de la propia expedición, jalonada de acontecimientos, o el marco geográfico del Sahara Occidental.
OBJETIVO: LA SEBJA DE IYIL
En cuanto a la expedición que tendrá lugar en noviembre y en la que participarán representantes de las diferentes instituciones científicas que intervienen, su objetivo es alcanzar la sebja del Iyil, lugar en que se montó el campamento de la expedición de Cervera y Quiroga, donde se firmarían los tratados con los chiuj del adrar Tmarr. Se visitarán algunos lugares de interés, como el macizo de Aussert, con sus montañas negras y sus pinturas rupestres, las ciudades almorávides de Xingueti y Ouäne y, entre otros enclaves, las interesantes minas de hierro y el ferrocarril que lleva el mineral hasta Nouadhibou (antiguo Port Etienne), el más largo del mundo con esta finalidad.
Esta es una excelente oportunidad para recordar los hechos y el contexto en que se produjeron, y también un buen momento para preguntarse por el sentido de los acontecimientos históricos que motivaron el proceso de colonización decimonónico, así como por las causas que han llevado a un general desconocimiento de nuestros viajeros y científicos.
Adelantando algunas de las cuestiones que abordará la conmemoración, podemos retomar algunas notas incluidas en este Boletín hace algunos números, sobre el viaje de Cervera, Quiroga y Rizzo:
«La expedición partiría de Río de Oro el 16 de junio de 1886 con 14 dromedarios y una perra, siguiendo transversalmente el trópico de Cáncer hasta adentrarse 400 kilómetros en el interior del Sáhara y alcanzar, treinta días después, la Sebja o depresión en donde se depositan las salinas del Iyil, hasta entonces no visitadas por ningún cristiano. Los expedicionarios cruzaron por la Hamada de areniscas dunares fósiles del Guerguer, con sus clásicos guelbet (corazones), formas que adquieren, como explicaría Quiroga, por su constitución caliza en su parte media y arenisca incoherente en la parte superior e inferior. Finalmente, atraviesan el macizo precámbrico del Tiris, en grandes extensiones formadas por granitos, llegando a la cubeta de Arauan, donde se encontraron las salinas. A Quiroga (1853-1894) le llamó poderosamente la atención el yeso eflorecido, cocido, en superficie, producto de las altas temperaturas, así como la rapidísima volatilización que sufrían los líquidos, lo que le ocasionaba la desecación de la cornea del ojo por evaporación de las lágrimas.
Los problemas con la temperatura y la sequedad apenas se podían comparar con los que les causaron los guías locales y las tribus que habitaban las zonas por las que atravesaban. En uno de los primeros paseos desde la Península de Río de Oro sufrieron el primer ataque. Luego vendrían más, los peores:
“Ya al tercer día de marcha por el desierto –comenta Cervera–, nuestros mismos acompañantes intentaron asesinarnos”. En la travesía fueron recibidos por la tribu de los Uled-Delim, lo que no mejoró mucho las cosas “…llegaron otros a pié, y todos formaron un apiñado grupo con nuestros acompañantes, deliberando largo rato y dirigiéndonos constantemente miradas siniestras. Se trataba de la forma en que nos atacarían para apoderarse de los géneros y víveres que llevábamos… poco a poco fueron incorporándose al grupo otros árabes que llegaban de un duar vecino, y la situación se complicaba por momentos. Los Uled-Delim exigían fuerte tributo por atravesar su territorio… fue preciso ensayar en su presencia nuestras carabinas Winchester…” (Cervera, 1886, 3).
Es evidente que no habían acertado con la compañía, pues atravesando la llanura de Ar-Rak “…después de un altercado ruidoso, nos cerramos a la banda, empuñando enérgicamente las armas, y les negamos cuanto pedían, incluso víveres para su alimentación. Acostáronse sin cenar y al siguiente día se mostraron más razonables…. Pero su venganza llegó pronto. No emprendieron la marcha hasta la ocho de la mañana… era el 20 de junio, marchábamos siguiendo el mismo trópico, y el sol, por consiguiente, a las doce del mediodía lo teníamos en la vertical del lugar; no podíamos recibir más perpendicularmente sus abrasadores rayos. A las tres de la tarde el termómetro marcaba 62º centígrados; la lengua pegada al paladar; los labios, secos y cortados no se movían; con terrones de ácido cítrico procurábamos refrescar la boca; la perra, jadeante y loca, escarbó desesperadamente las ardientes arenas buscando una capa inferior menos caliente y se tendió en el hoyo moribunda, lanzando lastimeros aullidos. Y para mayor mérito, a lo lejos, hermosos fenómenos de espejismo nos hacían admirar grandes lagunas de cristalinas aguas” (Cervera, 1886, 4).las montañas que sirven de frontera al Adrar-Tmarr. Al día siguiente, enarbolamos la bandera española en nuestro campamento y en nombre de la Sociedad Española de Geografía Comercial tomamos posesión de todo el territorio ocupado por los jefes de las tribus allí presentes, levantando acta de dicha toma de posesión” (Cervera, 1886, 6).Pinturas rupestres del Ouadi Quenta. Bou Dheir.
Bajo estas circunstancias, advierte Cervera, “las observaciones astronómicas, topográficas, científicas de todo género, se hacen con dificultad en países de árabes. Es preciso ocultar los instrumentos, la cartera de apuntes, el lapicero: todo les infunde recelo y desconfianza”. No obstante, la expedición fue un éxito desde el punto de vista científico. Los materiales botánicos y zoológicos aportados por Quiroga fueron clasificados y estudiados por distintos especialistas del Museo de Ciencias Naturales y la Universidad de Madrid, como Blas Lázaro e Ignacio Bolivar. Quiroga tardaría un tiempo en ordenar sus notas, contrastar sus criterios y publicar sus observaciones. Varias décadas después se le seguía citando en trabajos científicos sobre el desierto. Por primera vez se tenía una adecuada visión de la topografía y la constitución geológica del Sáhara Occidental, desterrándose así la idea de que el interior era una zona deprimida bajo el nivel del mar sin posibilidad de inundación para la creación de un mar interior, como se venía especulando. Quiroga corregiría también las erróneas apreciaciones de Lenz en su travesía hacia Tombuctú, extendiendo las características geológicas de la fosa del Tinduf a toda la zona occidental (BSGE, n. XXX, 2005)»
José Antonio Rodríguez Esteban