Colón, un misterio sin resolver

La muerte de Cristóbal Colón en Valladolid, en mayo de 1506 ponía fin a una vida llena de misterios que continúan sin descifrar plenamente cinco siglos después. El protagonista del hecho más trascendental de la historia moderna se rodeó toda su vida de una aureola de misterio que le ha convertido en un personaje polémico, confuso y controvertido. A Colón se le ha tachado de visionario, genio, místico, héroe, cruel y ambicioso, pero también hay quien le ha calificado de mal administrador y empresario sin experiencia. A pesar de todo, es indiscutible que Colón realizó una hazaña extraordinaria y prestó a la Corona un servicio que puso a España a la cabeza del mundo.

Colón murió en Valladolid, el miércoles 20 de mayo de 1506, víspera de la Ascensión, rodeado de sus hijos Diego y Hernando. Con él se llevó la clave para conocer algunos de los secretos que guardó celosamente toda su vida, desde su verdadero origen hasta sus conocimientos de la existencia de América previos al famoso viaje de 1492. Como apunta Anunciada Colón de Carvajal en el prólogo del Catálogo de la Exposición recientemente celebrada en el Museo Naval de Madrid, la documentación que hoy se conserva sobre su nacimiento, infancia y vida antes de 1492 es escasa y los historiadores han trabajado siempre sobre hipótesis y sobre documentos “de autores que conocieron al Almirante, fueron contemporáneos suyos o tuvieron contacto y relación con sus hijos o con sus hermanos, Bartolomé y Diego. Sin embargo, en algunos casos, estos testimonios llegan a ser no coincidentes o contradictorios. Por el contrario, las fuentes documentales posteriores al viaje del descubrimiento nos permiten conocer multitud de detalles sobre la trayectoria colombina, sus intenciones e, incluso, sobre su vida íntima y sentimientos personales. Especialmente valiosa es la documentación privada, abundantísima, si la comparamos con la que se conserva de otros personajes históricos; no en vano sus contemporáneos decían “escribes más que Colón”.

Pese a esta abundante documentación y después de cinco siglos de especulaciones y estudios, tanto su figura como sus hazañas continúan envueltos en la polémica. Su vida parece una colección de incógnitas sin respuesta: ¿de dónde procedía?, ¿si era genovés, por qué no hablaba italiano?, ¿nació realmente en 1451?, ¿era un simple tejedor?, ¿fue pirata?, ¿tuvo contacto con los templarios?, ¿cómo conocía los vientos alisios?, ¿y la leyenda de Eric el Rojo?, ¿murió realmente sabiendo que había descubierto un nuevo continente?, ¿le confesó el camino a América un piloto moribundo que falleció en sus brazos?, ¿era judío como sostuvo Wiesenthal?, ¿era converso?.

Ni siquiera sobre su muerte que este año se ha conmemorado, hay demasiadas certezas. Murió en Valladolid, de eso hay constancia, pero la historiografía discute si el 20 y 21 de mayo y se ignora el lugar exacto. Consuelo Varela una de sus mejores biógrafas y estudiosas, sostiene que “ni conocemos cuándo fue efectuada la exhumación del cadáver del convento de San Francisco de Valladolid, ni quién llevó el cuerpo hasta Sevilla”. Colón, después de muerto, tuvo también un quinto viaje a América. “Viajó más muerto que vivo”, apunta Eslava Galán, autor de “El enigma de Colón y los descubrimientos de América”, un libro en el que se resumen de forma muy amena todos los “misterios” en torno a Colón y al encuentro con el Nuevo Mundo.

Hay historiadores muy solventes, como Carlos Fernández Shaw, que aseguran que “hoy día contamos con una cantidad razonable de datos históricos y cuestiones colombinas resueltas –o, al menos, con un estado de la cuestión lo suficientemente definido para saber si se podrá o no llegar a saber más en el futuro–”. También es tajante en esta opinión otro de los biógrafos más autorizados de Colón, el anglo-español Felipe Fernández-Armesto, quien afirma que el personaje se ha convertido en uno de los preferidos por los amantes de lo esotérico y lo misterioso, que han ido tejiendo una aureola de fantasías, la mayor parte sin fundamento. “La atracción entre Colón y los chiflados ha sido mutua, y si una de las numerosas comisiones para conmemorar el quinto centenario del descubrimiento de América ofreciera un premio a la teoría más estúpida sobre Colón, el concurso sería muy reñido”, afirmaba en 1990.

Hay dos textos fundamentales para acercarse a Colón: la biografía conocida buscando su rastro.

Sus propios diarios, en los que relata sus cuatro viajes, sólo han sobrevivido parcialmente por copias que hizo el propio De las Casas. En ellos tampoco se pueden hallar certezas. Dicen los estudiosos que el propio Colón quiso ser confuso y no dejar rastro de sus rutas y de su trayectoria vital.

¿DóNDE NACIó?

Se ha dicho que era genovés, gallego, catalán, valenciano, mallorquín, ibicenco, portugués, corso, alemán, inglés, griego, el escandinavo, suizo, vasco y alcarreño. De todas estas teorías, a día de hoy prevalece la tesis genovesa.

Lo que sabemos con certeza es que era un emigrante con aspiraciones de gran deza y por tanto, no quería que se conociera su condición modesta. Consuelo Varela intuye que “Colón se estará riendo y mucho. Porque, al fin y al cabo, lo que quería es que se hablara de él. Era un gran megalómano, pero, a la vez, un enfermo: pensaba que había hecho algo muy grande y le obsesionaba que no se le reconociera”. Al descubridor le cabe, en tanto, un gran mérito: “Quiso y pudo disimular su nombre y emborronar su biografía hasta el punto de que no sabemos si era genovés, pirata, judío, gallego, portugués o alcarreño”, expone Urresti, autor de “Colón. El Almirante sinrostro” (Edaf).

Para la historiadora Anunciada Colón de Carvajal, hermana del Duque de Veragua y descendiente del Almirante, el origen está muy claro: “En la familia siempre se dijo que era genovés, porque así lo aseguró su hijo Hernando y porque hay documentos en los que se describe visitas a familiares al Piamonte”.

Colón nació en torno a 1451 en Génova. Sus padres fueron Domenico Colombo, tejedor que al parecer también debió poner una taberna y vender quesos, y Susana Fontanarosa, hija de tejedores. Tuvo otros tres hermanos, dos de los cuales serían famosos. Sabemos también que estuvo casado primeramente con Felipa Perestrello, hija de un feudatario de la isla de Porto Santo (Madeira), hecho que lo ayudó mucho, ya que le permitió viajar mucho por esa área. Tenía un hijo, Diego, y vivía sin legalizar por la Iglesia con Beatriz Enríquez de Arana, a la que quiso pero con la que no se casó. Con ella tuvo un hijo natural, Hernando o Fernando, primer biógrafo del genovés.

¿CóMO ERA SU ROSTRO?

El rostro de Colón es otra parte del enigma ya irresoluble. Los expertos han contabilizado al menos setenta cuadros, pintados entre el siglo XVI y XVIII, en los que aparentemente aparece el descubridor. No hay ninguno que se parezca entre sí. Con barba, sin barba, flaco, entrado en carnes, tímido, agresivo, rubio, moreno… No hay ninguna unanimidad. El más cercano a su época es el retrato Giovio, firmado por el pintor italiano Paolo Giovio en 1550: nada que ver con el Colón que imaginamos.

¿FUE EL PRIMERO EN LLEGAR A AMéRICA?

Hoy se sabe con certeza que antes que él hubo otros, probablemente vikingos. Hay también centenares de teorías sobre los primeros “descubridores” de América, que van desde los fenicios (es fácil que llegasen a alcanzar estas costas en algún naufragio), hasta los templarios, pasando por supuesto por los marinos portugueses. Lo que está probado es la presencia de los vikingos en las costas de Terranova y parece muy probable que antes de 1492 llegasen arrastradas por las corrientes algunas embarcaciones que naufragaran en su rumbo hacia Canarias o hacia la costa africana.

¿CóMO SUPO QUE LA TIERRA ERA REDONDA?

En 1492, fecha del descubrimiento, los textos escritos por los filósofos griegos eran materia obligada en las universidades de toda Europa. Entre ellos se estudiaba a Ptolomeo de Alejandría, quien aseguraba que los planetas son esféricos y giran alrededor de un eje central en lo que llamó el “Universo Geocéntrico”. Esta teoría la explicaba a sus alumnos con un instrumento de varias esferas al que llamó “esfera amilar”, con el cual se demostraba la rotación de los cuerpos celestes y su forma esférica, incluyendo a la Tierra, la cual se consideraba como el centro del universo. Aristóteles, Eratóstenes o Aristarco eran también materia de estudio. Este último se hizo famoso en el año 240 antes de Cristo, al asegurar que la Tierra tenía forma redonda, gira sobre su propio eje y alrededor del Sol. Sus observaciones demostraron que el Sol se halla inmóvil y rodeado de planetas esféricos, que describen órbitas en un fondo de estrellas muy distantes de la Tierra y entre sí.

El astrolabio es un antiguo invento griego que permitía una reproducción tridimensional de la bóveda celeste para calcular la posición del sol y las estrellas, fue utilizado desde el año 180 por los astrónomos árabes, quienes lo hicieron muy popular en toda Europa durante la navegación. El instrumento basaba sus cálculos en el movimiento circular de los astros, tomando en cuenta la redondez de la Tierra.

El Atlas Farnesio, escultura fechada en Roma en el siglo II, representa al dios Atlas de la mitología griega del siglo VI antes de Cristo, sosteniendo el globo terráqueo… es la mejor evidencia para demostrar que 1.192 años antes del mal llamado “descubrimiento de América”, ya en toda Europa se conocía la redondez de la Tierra.

Por tanto, en contra de lo que se ha venido repitiendo durante siglos, antes del viaje de Colón ya se sabía que la Tierra era redonda y en toda Europa existían mapamundis redondos de madera y representaciones artísticas en las que aparece representada la Tierra como un globo.

¿POR QUé ESTABA TAN SEGURO DE LA EXISTENCIA DE LA RUTA A LAS INDIAS?

Cuando se le preguntaba a Colón sobre su seguridad en la existencia de otras tierras más allá del horizonte, lo resumía aludiendo a la Providencia Divina; y con ese argumento, convenció a los Reyes Católicos… Colón decía: “Me abrió Nuestro Señor el entendimiento para navegar de aquí a las Indias, y la voluntad para la ejecución de ello; y con este fuego vine a Vuestras Altezas”… Pero ¿cómo sabía realmente Colón la ruta a seguir…? Lo cierto es que antes del descubrimiento existían muchos mapas de rutas marítimas y Colón tenía como profesión la cartografía, lo que le hacía estar en contacto con muchos marinos aventureros. Un astrónomo florentino llamado Paolo del Pozzo Toscanelli, dieciocho años antes del viaje de Colón, comercializaba un mapa, donde aparece con lujo de detalles de América, incluyendo una región denominada “Antilia” . Está también el famoso mapa del almirante turco Piris Reis, descubierto en 1929, en el Museo Topkapi en Estambul, que parece anterior al descubrimiento de América. En él se muestran detalles geográficos del nuevo continente, con coordenadas casi idénticas a los mapas modernos. Estos mapas demuestran que América era conocida, así como la redondez de la Tierra.

También se dice que un marino portugués que había hecho previamente el viaje, le contó a Colón en Azores la existencia de estas tierras.

¿A QUé ISLA LLEGó COLóN?

Colón llegó el 12 de octubre de 1492 a la isla Guanahaní que bautizó como San Salvador, hoy isla Watling en el archipiélago de las Bahamas. Colón nunca señaló en ningún plano la ubicación de esta isla; sólo se limitó a describirla, en base a lo cual, los historiadores han identificado como San Salvador… Colón: “es una isla baja sin montañas, cubierta de palmeras y con la peculiaridad de no tener agua dulce, lo que me impide abastecer las naves, por lo que me veo obligado a abandonarla prontamente”. Sin embargo, la isla Watling que señalan los textos no responde a la descripción de Colón, por poseer gran cantidad de colinas y además tiene abundante agua dulce.

¿ERA REALMENTE CARTóGRAFO?

Otro de los grandes misterios de Colón es su profesión de cartógrafo, que le adjudica un conocimiento profundo y detallado de la geografía; sin embargo, a pesar de su profesión y la imperiosa necesidad de registrar esos supuestos territorios que se presentaban ante sí, Colón sólo dibujó un mapa sin mayores detalles de la isla de La Española. Tampoco se conoce el “Diario de Abordo” donde Colón debió anotar los acontecimientos de sus cuatro viajes al Nuevo Mundo, que supuestamente desapareció, para convertirse en un misterio más de todos los que se relacionan con el aventurero genovés.

LA FIRMA DECOLóN

Es otro misterio sobre el que se ha especulado enormemente. Colón utilizaba como firma personal tres “S” en forma de pirámide con una “A” al centro, sobre las iniciales “XMY”. Una firma o anagrama que ha desatado todo tipo de interpretaciones. Muchos afirman que es muy extraño que Colón siendo un cartógrafo y escritor, no tuviera una firma que lo identificara ante la realeza y lo inmortalizara ante la historia. Un misterio más que se suma a los incontables enigmas del mítico Colón.

SOBRE SUS RESTOS MORTALES

El último de los misterios es el de sus restos mortales. Cuatro ciudades se disputan la posesión de las cenizas de Cristóbal Colón: Santo Domingo, Sevilla, La Habana y Valladolid… A pesar de esta disputa, los esfuerzos se concentran en sólo dos tumbas: la de Santo Domingo y la de Sevilla.

Se sabe poco seguro sobre ello. Cuando muere en Valladolid es enterrado en una capilla del convento de los franciscanos, donde permanecerá hasta 1509. Entonces se trasladan a la cartuja de Las Cuevas, en Sevilla. Sus restos permanecerán allí treinta y cinco años, hasta 1544. Siguiendo a Fernández Shaw es entonces cuando surge la primera duda. “La “hipótesis romántica” propone que la cartuja sevillana –que, como se sabe, está al lado del río Guadalquivir– sufrió inundaciones; en una de esas riadas, el río se llevó aguas abajo el ataúd y lo sepultó allí donde debe estar un almirante, es decir, en medio del océano. Sin embargo, lo más probable es que fuera llevado a Santo Domingo, en cuya catedral sería enterrado. La memoria se va perdiendo y nadie se acuerda del almirante. Por el tratado de Basilea de 1795 hay que trasladar a Cuba los restos de Colón. ¿Se llevan los verdaderos, engañan a los negociadores españoles o, sencillamente, ya nadie sabe dónde están los restos de Colón? Los huesos se trasladan a La Habana; y de ahí, a Sevilla, donde se construye el enorme mausoleo de la catedral”

“Sin embargo” –prosigue Fernández Shaw– “en 1877 se descubre una urna que parece decir lo siguiente: “CC I A”. ¿“Cristóbal Colón Primer Almirante”? ¿Son, por tanto, sus huesos? Los dominicanos han escrito palabras muy sensatas para demostrar que sí lo son. En los últimos años, un equipo integrado por antropólogos, físicos, biólogos e historiadores de la Universidad de Granada, han aplicado los modernos métodos de estudio a los ciento ochenta gramos de huesos que quedan de Colón en Sevilla. Según los resultados, sus huesos probablemente están repartidos entre Sevilla y Santo Domingo.

Dolores E. Pérez