La huella de España en Estados Unidos
A finales de septiembre se ha celebrado en la Smithsonian Institution de Washington un importante Seminario Internacional, organizado gracias al impulso del embajador Eduardo Garrigues, para tratar monográficamente el tema de la contribución de España a la independencia de los EEUU. En él se han reunido los más importantes investigadores del tema, tanto americanos y mejicanos como españoles, y se han estudiado diferentes aspectos, muchos de ellos desconocidos hasta la fecha por el gran público norteamericano y español, sobre la importante implicación financiera, política, militar y estratégica que el Reino de España tuvo en la Guerra de la Independencia de las trece colonias norteamericanas contra Inglaterra a finales del siglo XVIII. El simposio se ha complementado con una exposición que ha puesto de relieve, a través de retratos, mapas, documentos y tratados, aquellos momentos en los que las relaciones políticas y económicas de estos dos países fueron especialmente intensas.
LA SGE EN LA SMITHSONIAN
La Sociedad Geográfica Española fue invitada a participar en este encuentro y fue su Vicepresidente, Diego de Azqueta Bernar, el encargado de representar a la institución en los distintos actos académicos y políticos que han tenido lugar en Washington, tanto en la Embajada de España, como en la National Portrait Gallery de la Smithsonian donde se celebró el evento y frente al monumento de Gálvez, junto al departamento de Estado de los EEUU.
El Vicepresidente de la SGE presentó y moderó una de las sesiones, “La Evolución de las Fronteras Occidentales de los EEUU”, en la que participaron como ponentes el Teniente Coronel D. José Manuel Guerrero Acosta, del Instituto de Historia y Cultura Militar, que disertó sobre “Operaciones del Ejército Español durante la Guerra de la Independencia de los EEUU”, y la profesora Sylvia Hilton, que estudió interesantes aspectos sobre las fronteras del Mississippi que dividían el Reino de España y los EEUU, y se extendió sobre aspectos políticos y diplomáticos de la potencia imperial española y las colonias rebeldes. Por último, el profesor Felipe Fernández Armesto, Catedrático, Príncipe de Asturias de Cultura y Civilización Española de TUFTS University y Premio a la Investigación de la SGE, explicó distintos aspectos de los movimientos revolucionarios y de emancipación en la América Española entre 1780 y 1821.
Diego de Azqueta presentó brevemente las actividades y proyectos que lleva a cabo la SGE y habló sobre las fronteras indígenas de los pueblos nativos americanos, refiriéndose a aspectos culturales como la aportación de los caballos españoles a las culturas Indias de las praderas, así como la importante actuación de los exploradores españoles en la costa este, noroeste, en el golfo de México y en el interior de los Estados Unidos.
UNA PRESENCIA CASI OLVIDADA
La historia del papel desempeñado por España en Estados Unidos, ha pasado desapercibida incluso en los libros de historia de aquel país, aunque la intensa relación entre España y los Estados Unidos es de sobra conocida por los especialistas en la materia. Mientras el papel de Francia como importante aliado en la lucha contra Gran Bretaña por la independencia norteamericana es muy conocido, muy pocos saben que la misma fue posible sólo gracias a la ayuda financiera y militar proporcionada por Es
paña.
En la época de la Independencia americana (1763-1848), España había dejado de ser una gran potencia, pero mantenía el control de buena parte de América Latina y de una importante porción de Norteamérica. Se trata de una época caracterizada por acontecimientos trascendentales que dieron un nuevo giro a la historia de América y Europa y en ella se centraron las ponencias y la exposición. Aunque la presencia de España en lo que hoy son los Estados Unidos data del 1565, esta exposición toma como punto de partida la firma del Tratado de París en 1763, con el que se puso fin a la Guerra de los Siete Años en Europa y a la guerra contra los pueblos indígenas y los franceses en América.
Con este Tratado cambió radicalmente el mapa político de América. Francia cedió Canadá a Gran Bretaña y todo el territorio al este del Mississippi, excepto Nueva Orleáns, ciudad que traspasó a España, así como sus anteriores posesiones al oeste del Mississippi. España cedió la Florida a Gran Bretaña pero mantuvo sus posesiones en las zonas que hoy comprenden los estados de Texas, Nuevo México y California. Así, a finales del siglo XVIII, más de tres cuartas partes del actual territorio de los actuales Estados Unidos era español, quedando las nuevas fronteras al oeste del Mississippi hasta el Pacífico, en manos de los españoles y de las tribus amerindias, que lo habitaban.
Durante la guerra de la Independencia americana (1776-83), España jugó un importante papel y prestó apoyo financiero y militar a las colonias, tanto de una manera abierta como clandestina. El Reino de España llegó a tener más de veinte mil efectivos militares luchando contra Inglaterra y apoyando el flanco sur de los EEUU, apoyando al General Washington y a otros padres de la Independencia. Benjamín Franklin, embajador de los nacientes Estados Unidos, acreditado en París y Madrid, mantuvo importantes conversaciones con el Conde de Aranda, embajador español, que tuvo la visión geopolítica de apoyar a la joven nación.
George Washington, Benjamín Franklin y John Jay son algunos de los americanos cuyas trayectorias se cruzaron de diversos modos con las de personajes destacados de la corte del monarca español Carlos II, como su secretario de Estado, el conde de Floridablanca y su embajador en Francia, el Conde de Aranda.
El español Bernardo de Gálvez, gobernador de Louisiana y capitán de las fuerzas que vencieron a los ingleses de Pensacola en mayo de 1781, merece mención especial porque con esta batalla forzó a los ingleses a desviar la mayor parte de su armada, lo que permitió a los americanos, con la ayuda de Francia, alzarse con la victoria en Yorktown.
Louisiana ha sido objeto de especial atención en el Seminario por varios motivos. Las disputas surgidas en torno a los derechos territoriales y de navegación por el Mississippi y el puerto de Nueva Orleáns, pendientes de resolución después del Tratado de París de 1783, preocuparon especialmente a los diplomáticos españoles y americanos –entre los que se contaban Manuel Godoy, primer ministro de Carlos IV, Diego de Gardoqui, primer embajador de España en los Estados Unidos, y el encargado de asuntos en funciones José de Jaudenes, así como John Jay y Thomas Pinckney–, hasta la firma del Tratado de San Lorenzo en 1795.
De 1763 a 1802, Nueva Orleáns, fundada por los franceses en 1718, así como el territorio de Louisiana, estaban gobernados por España. Francia los recuperó por un breve período hasta que Napoleón vendió los quince millones de acres, anteriormente bajo control español, a los Estados Unidos. España ha dejado una huella indeleble en la actual Nueva Orleáns, desde los nombres de las calles a los grandiosos monumentos arquitectónicos –el Cabildo y la catedral de San Luis, especialmente– erigidos con fondos aportados por Don Andrés Almonester y Roxas.
LA PRESENCIA ESPAñOLA
Los exploradores españoles que descubrieron por primera vez amplios territorios de Norteamérica permanecen en muchos casos en el olvido, tanto en España como en los EEUU. Sin embargo, basta recordar que fueron españoles los que descubrieron importantísimos hitos geográficos, siendo los primeros europeos en explorar el Cañón del Colorado (Vázquez de Coronado), el Mississippi, (Hernando de Soto) y en navegar y tocar los puertos de Nueva York y Virginia más de setenta años antes que el Mayflower llegara a aquellas costas. No hay que olvidar que la primera ciudad norteamericana fue española, San Agustín de la Florida, y el primer gran viajero que recorrió a pie explorando todo el Sur desde Florida hasta México fue el explorador Cabeza de Vaca junto con tres compañeros.
Otra de las zonas donde la presencia española es imborrable es California. Hace menos de cuatrocientos años, California era prácticamente desconocida en Europa, pero Alejandro Malaspina no fue el primero que exploró su costa, ni José Urrutia de la Casas el primero que levantó un mapa de la zona. No obstante, ambos, junto con el alemán Alexander Von Humboldt –al que los españoles encargaron explorar su imperio colonial en América– nos recuerdan una de las más notables hazañas científicas de España de aquel tiempo en el oeste norteamericano. Por su parte, la prodigiosa aventura del religioso franciscano Fray Junípero Serra, demuestra el deseo de España de evangelizar, así como de explorar y defender sus posiciones.
Y si en el siglo XVIII, España continúa presente en diversos territorios americanos, la primera mitad del siglo XIX estuvo caracterizada por la continua expansión de los Estados Unidos y su presión sobre las potencias europeas para que abandonaran sus territorios norteamericanos. Los presidentes anteriores a 1848, recelosos de la injerencia extranjera en la soberanía del país, no dudaron en recurrir a los medios diplomáticos o a sus jefes militares, como Andrew Jackson, para lograr sus objetivos. También se aprovecharon de los disturbios en la Florida y de la preocupación de las autoridades españolas a causa de la guerra y el caos político en la península española, para reclamar la Florida, cuya adquisición quedó sellada con el tratado Adams-Onís (1819).
La independencia de México, consumada en 1821, alentó a los colonos de Texas a declarar su independencia en 1834. Esta complicada confrontación la evocan Davy Crockett, Sam Houston y Antonio López de Santa Ana, que defendió el legado español de México. El tratado de Guadalupe Hidalgo, de 1848, marcó el final del conflicto entre los Estados Unidos y México sobre el territorio que originariamente España había tomado en posesión, explorado y colonizado.
.Diego de Azqueta