El Templo de millones de años

Arqueólogos, epigrafistas, egiptólogos, restauradores y especialistas en momias, criban desde hace más de cinco años la arena del desierto en la orilla Oeste del Nilo, en plena necrópolis tebana, muy cerca del Valle de los Reyes, para rescatar del olvido del tiempo el templo funerario del que fue el faraón más grande de Egipto, Tutmosis III. La responsable de la excavación, la doctora Myriam Seco, ha contado a la Sociedad Geográfica Española los descubrimientos y objetivos de este proyecto, uno de los más importantes surgidos de la colaboración hispano-egipcia.

“Hay que imaginarse todo esto imponente, con los muros encalados, los estandartes flameando, el templo construido en tres terrazas a diferentes niveles, la rampa principal en el centro para acceder a un pórtico formado por diez pilares con estatuas del faraón”. Los ojos de Myriam Seco brillan cuando contemplan el pasado del templo que hace cinco años comenzó a excavar en la orilla sagrada del Nilo, al Oeste de Luxor, en la antigua necrópolis de Tebas. “Aquí trabajaron los mejores artesanos de la época.

No se escatimaron gastos. Hemos descubierto que incluso se plantaron árboles para dar sombra. ¡En pleno desierto! ¡Nosotros volveremos a plantarlos!”. La egiptóloga abarca con su mirada los más de trece mil metros cuadrados del yacimiento del que es “la Mudira”, la jefa. Un rompecabezas con miles de piezas en el que 130 obreros criban el polvo milenario para rescatar del olvido el monumento funerario que Tutmosis III ordenó construir, hace 3.500 años, para que su recuerdo como dios divinizado, perdurase “Estamos desenterrando las ruinas del templo de Millones de Años que era como lo llamaban, de uno de los faraones más importantes de toda la historia de Egipto, trayéndolo de nuevo a la vida.

Y esto es algo que me apasiona”

 

LA MUDIRA

 

Pasión, entusiasmo y vocación son el motor interior que mueve a esta sevillana por la vida. Es lo que la llevó a su aventura egipcia y a su decisión de quedarse a vivir en El Cairo cuando, tras su estancia de tres años en la Universidad Alemana de Tübingen para estudiar egiptología, vio que se le cerraban todas las puertas en España. Así llegó a un país cuya cultura amaba desde niña y que había estudiado a fondo pero de cuya realidad no tenía entonces ni idea. ahora sí. Incluso habla el árabe como un nativo. “No sabes lo importante que es para que te respeten, para negociar con los egipcios, para alcanzar mi sueño”, confiesa. Hace ya diecisiete años que dio ese paso. Empezó trabajando en diferentes misiones arqueológicas con equipos internacionales que la ayudaron a forjar su carácter y experiencia. aprendió a americanos y arqueología subacuática con los franceses. Y llegó el momento de desarrollar su propio proyecto. Un templo enterrado en el desierto llevaba miles de años esperándola.

EL TEMPLO DE MILLONES DE AÑOS

 

Ahora sabemos — explica la arqueóloga- que los templos funerarios egipcios eran mucho más que eso. Se desarrollaban en ellos muchas otras actividades, ritos que tenían que ver con la continuidad del faraón en la otra vida y su divinización”.

actualmente quedan importantes vestigios de estos templos, como el de amenofis iii, con los imponentes colosos o el de ramsés ii, conocido como el ramesseum que es el que se encuentra en mejor estado de conservación. El templo de Millones de años de Tutmosis iii, destinado a loar la figura del dios amón-ra y a preservar la memoria del faraón, sufrió graves deterioros con el paso del tiempo. El desierto borró su configuración que quedó reducida al pilono de entrada y a unos muros de adobe altamente degradados. además la construcción de una carretera por encima de uno de los patios separó ese pilono del resto del conjunto arquitectónico.

Ese extremo deterioro de lo que había sido un gran templo no hacía especialmente atractiva su intervención arqueológica. cuando en el XiX se empezaron a explorar los restos faraónicos, la mayor parte de los estudiosos se interesaron por aquellas construcciones que estaban mejor conservadas y se olvidaron de este lugar. El templo fue excavado durante un mes por Weigall, rival de carter, en 1907 y luego, en los años treinta, por el suizo Herbert ricke, que, como arquitecto, estaba interesado en dilucidar la planta, pero nunca en toda su extensión.

Desde entonces nada. “Pero esta edificación de Tutmosis III – me comenta la egiptóloga- es el único templo funerario de los que están en la orilla oriental de la antigua Tebas cavado en la montaña y construido en distintas terrazas, como Deir el Bahari”.

Además éste era el templo funerario de Tutmosis III, uno de los mayores faraones de la historia. El Napoleón de Egipto, como le han bautizado. El rey que en el S.XV a. C. forjó el imperio egipcio desde Siria hasta Sudán y que no perdió ninguna batalla. El guerrero que se hacía acompañar de un escriba para dejar constancia de sus hazañas pero también el hombre compasivo que no mataba a los reyes vencidos, organizador de expediciones de las que hacía traer especies exóticas para sus jardines y zoos. El rey culto. Una personalidad multifacética que iba como un guante con la de Myriam Seco.

La arqueóloga pidió la concesión a través de la Academia de Bellas Artes de Sevilla. El respaldo de la Embajada de España en El Cairo impulsó el sueño y el Servicio de Antigüedades de Egipto dio el visto bueno. En 2008 se hincó la primera palada en el inmenso arenero que a nadie llamaba la atención. El objetivo de aquella temporada inicial era limpiar los escombros pero nada más comenzar se descubrió la primera maravilla: los arqueólogos del pasado habían creado puntos de almacenamiento de los que ya no quedaban referencias escritas.

Allí habían depositado centenares de bloques que conservaban fragmentos de relieves e inscripciones en caliza y arenisca que todavía se están estudiando.

Esto supuso un gran despegue para el proyecto que desde entonces, no ha parado de crecer en cuanto a posibilidades académicas, arqueológicas y científicas, hasta convertirse en una referencia a escala internacional.

LA EXCAVACIÓN: UNA NECRÓPOLIS BAJO LOS CIMIENTOS

Lo que se ha hecho desde entonces es asombroso. En cinco campañas el monumento empieza a recuperar sus formas. En el enorme erial asoma ya la estructura.

Se puede observar la separación en terrazas y se han descubierto miles de fragmentos de relieves e inscripciones en caliza y arenisca, así como partes de estelas y estatuas que aportan nueva información religiosa, cultural e histórica sobre aquella época. También se ha encontrado una inmensa cantidad de cerámica, materiales que se están investigando.

Los arqueólogos han sacado a la luz un pilono de la entrada del que se conserva una parte importante. “Es una de las grandes atracciones del templo”, recalca Myriam Seco. “Es excepcional que se conserven pilonos de adobe como este de la 18ª Dinastía”.

Tras la entrada, se accedía por una rampa a un primer patio, otra rampa llevaba a un pórtico con pilares y estatuas osiríacas del faraón, y de ahí se accedía al patio cubierto con columnas y a la sala hipóstila. Al fondo estaba el santuario, con las capillas dedicadas a la barca de Amón, a Ra Horajti y al difunto faraón. Una de las capillas era abovedada.

Un muro imponente, con diez metros de altura, rodeaba el templo. Además de excavarlo se está reconstruyendo con adobes que se hacen junto al yacimiento como hace 3.500 años, con la misma tierra y paja. Solo para este muro se calcula que se utilizaron diez millones de adobes. Hay partes conservadas incluso con su encalado original, gracias a que un terremoto las derrumbó y han aparecido así, congeladas en el tiempo. Esto ha permitido a los científicos determinar la manera de trabajar de los constructores que para poder cobrar dejaban en los ladrillos la marca del adobero. Diferentes marcas hechas con los dedos de las que ya se han encontrado más de veinte.

Por si no fuera suficientemente satisfactorio trabajar en un lugar como éste, el equipo ha tenido otro regalo excepcional: la necrópolis sobre la que fue construido el templo. Ya han sido descubiertos numerosos pozos funerarios de ocho, diez o doce metros de profundidad. Nos cuenta la arqueóloga que “algunas de la tumbas encontradas estaban vacías; otras muy deterioradas; una presentaba un enterramiento humilde pero en el transcurso de la última campaña han sido excavados pozos que conservaban algunos materiales de los que, con toda probabilidad, la egiptología hablará en el futuro”. Myriam no puede dar más detalles. “La emociónde abrir una cámara sellada y ver a quien ha pertenecido es uno de los momentos más especiales que he vivido”, afirma. “Me encanta este yacimiento, es como tener dos concesiones, el templo del Imperio Nuevo arriba y las tumbas del Segundo Periodo Intermedio debajo. Esto aumenta su riqueza y amplía las posibilidades de futuros descubrimientos”. “¡Me gustan mucho las tumbas!”-exclama.

UNA ESCUELA BAJO LA MONTAÑA SAGRADA

El templo está en una zona privilegiada de la antigua Tebas: a su derecha, mirando al nilo, el ramesseum, el templo de ramsés; a su izquierda, la entrada a Deir el bahari, el Templo de Hatshepsut, la madrastra-tía de Tutmosis III y primera mujer faraón; detrás, la montaña sagrada con el pico en forma de pirámide, el Qurn por el que se pone el sol y que oculta el Valle de los reyes.

Un espacio inimaginable para la escuela de campo, el field school, que se ha abierto en el yacimiento tras el acuerdo firmado entre el servicio de antigüedades de Egipto y la Universidad de Granada. Esta cooperación, posible gracias a la financiación del banco de santander, es una novedad en una excavación española en ese país. Estudiantes de Granada pueden hacer sus prácticas en el yacimiento y profesores de la Universidad van a dar cursos en Luxor a inspectores egipcios que pueden completar esta formación con otros cursos de especialización en la propia universidad granadina.

 

LOS SUEÑOS POSIBLES

Visitar la excavación en plena temporada de trabajo es meterse en rompecabezas de fragmentos arquitectónicos, trozos de caliza y arenisca, columnas o estatuas, bajorrelieves e inscripciones, dioses mutilados, ojos pintados, jeroglíficos que un equipo multidisciplinar de más de treinta expertos, la mayoría españoles, trata de recomponer con infinita paciencia. Las campañas, financiadas por cEPsa hasta 2012, por la Fundación botín y por cemex, se desarrollan entre mediados de septiembre y finales de diciembre. ”Y este año pasamos la Navidad allí”, comenta Myriam seco.

”Hay muchísimo trabajo”.

 

Es imposible calcular cuántos años tardará en finalizarse este proyecto. además de rescatar y restaurar el templo la egiptóloga sueña con transformarlo en un museo. “Nopodemos convertirlo en Karnak, remontarlo,-nos dice- pero sí poner en valor el yacimiento, hacerlo visitable y exponer in situ todo lo que hay de interés; tenemos relieves de una gran belleza, y las tumbas”. a pesar de todas las aventuras vividas nos confiesa que su gran día está todavía por llegar. “Egipto siempre te da sorpresas. Tumbas con ajuar intacto. Quizá un escondite con estatuas.

Inscripciones que aclaren aspectos del reinado de Tutmosis, su relación con su poderosa tía Hatshepsut, sus campañas, asuntos internos. Nunca imaginé que el templo iba a darnos tantas alegrías. Nos esperan muchos años de trabajo. ¡Piensa en todo lo que puede aparecer!”.