El laberinto Fiji
Papúa Nueva Guinea. En abril de 1997 Papúa Nueva Guinea conoció las más grave crisis política en la corta historia de este país, independiente desde septiembre de 1975. Esta crisis terminó con la caída del Gobierno del primer ministro sir Julius Chan. El motivo que desencadenó la crisis fue la reacción del ejército y una enérgica respuesta de la población a la contratación de mercenarios, de la firma Sandline International, por el Gobierno papuano para aplacar la sublevación de la isla secesionista de Bougainville, oficialmente conocida como la provincia de North Solomon.
La isla de Bougainville ha conocido una guerra civil, que se inició en 1989, provocada por el descontento de las tribus propietarias de las tierras donde se encuentra la mina de Panguna sobre el reparto de beneficios y otros aspectos relacionados con la explotación de la mina por la multinacional Rio Tinto, actualmente de capital británico-australiano. Panguna es la segunda mayor mina de cobre del mundo a cielo abierto. La crisis papuana terminó con la instauración de un nuevo gobierno siguiendo los procesos democráticos previstos en la Constitución del país, al tiempo que los mercenarios fueron desarmados y expulsados de Papúa hacia sus lugares de origen: Sudáfrica y el Reino Unido. Desde 1997 hasta la actualidad, dos nuevos gobiernos se han sucedido y la normalidad ha caracterizado la vida política de estos tres últimos años, no sin avatares debido a los altos niveles de corrupción a distintos niveles de la clase política y administrativa de este país.
Fiji. La reciente crisis política de Fiji, iniciada el 19 de mayo de 2000 y culminada con la retención del primer ministro Mahendra Chaudhry en el edificio del Parlamento mediante el uso de la fuerza, es el resultado de la tensión
étnica enquistada entre la población melanesia autóctona y la población hindú.
ésta es descendiente de los trabajadores hindúes llevados durante el periodo
colonial británico a principios del siglo pasado para el cultivo de caña de azúcar en las fértiles tierras fijianas.
La elección del primer ministro Mahendra Chaudhry, el primero de origen hindú en la historia de Fiji, junto con la aprobación de la nueva constitución de 1997, abrían la puerta para terminar constitucionalmente con la supremacía del hasta ahora dominante tradicional sistema fijiano, incluyendo el acceso a la propiedad de las tierras por la población hindú . Las tierras siguen mayoritariamente en manos de sus pobladores indígenas, mientras que la mano de obra empleada en la industria azucarera y otros sectores vitales de la economía es principalmente de origen hindú. La propiedad de la tierra, incluido el control de sus recursos y las actividades que se realicen en ella, es un elemento esencial en la cultura y en la tradición melanesia y, al mismo tiempo, el origen de la mayoría de los conflictos entre tribus y clanes, que en el caso de Papúa Nueva Guinea se cobra varias centenas de víctimas en guerras tribales cada año.
En el caso de Fiji, la tensión entre los hindúes (que constituyen el 48 por ciento de la población) y los fijianos (el 51 por ciento) es el resultado de una fuerte disputa durante al menos las dos últimas generaciones por el control económico y político del país. Mientras que la población hindú, más laboriosa y con claro espíritu y vocación empresarial, ha sabido hacerse con el control económico de las principales fuentes de ingresos del país (la producción azucarera, el turismo y parte de la industria de transformación), la población fijiana, fuertemente apegada a los valores de la cultura melanesia, no ha sabido dar una respuesta en el dominio económico y comercial, aunque mantiene la propiedad de las tierras. La industria del azúcar, que constituye el principal motor de la economía con el 40 por ciento de las recetas de este país, está basada en un acceso preferencial a los mercados europeos bajo el protocolo del azúcar en la convención de Lomé que asegura un precio muy superior al precio internacional del azúcar.
(La Convención de Lomé es el texto marco que define la cooperación en materia de desarrollo entre los quince estados miembros de la Unión Europea y los 71 países ACP (ex-colonias europeas situadas en áfrica, el Caribe y el Pacífico. Es llamada así porque fue firmada en la Capital de Togo hace veinticinco años, y será remplazada por una nueva convención que debe ser firmada el 23 de junio de 2000 en la República de Benin. En el Pacífico, ocho países insulares independientes son miembros de la familia ACP: Papúa Nueva Guinea, las Islas Salomón, Vanuatu, Fiji, Tonga, Samoa, Kiribati y Tuvalu, al igual que los territorios franceses de Nueva Caledonia, Polinesia Francesa y Wallis y Futuna, junto al británico Pitcairn. Otros seis nuevos micropaíses del Pacífico formarán parte de la nueva Convención: islas Cook, islas Marshall, Estados Federados de Micronesia, Nieu, Nauru y República de Palau.)
Desde el inicio de la crisis, algo más de 4.000 empleos han sido perdidos, lo que apunta a una fuerte recesión de la economía de Fiji. The Native Land Trust, organización nativa para el control de los derechos sobre la tierra, reivindica la devolución de todos los derechos de soberanía y gobierno de Fiji a sus jefes tradicionales, representados por el Gran Consejo de Jefes, que consideran como la más alta instancia de gobierno de la nación. En otras palabras, se reivindica la Matanitu vakavanua, que fue cedida a los británicos bajo una escritura de cesión en 1874. La crisis, en el fondo, no es otra que la reacción de la población fijiana aprobada explícitamente por la más alta institución tradicional de poder, el Gran Consejo de Jefes, por mantener el control del país siguiendo los valores tradicionales de la cultura melanesia en contra del imparable progreso económico y político de la población fijiana de origen hindú.
Islas Salomón. El tranquilo país de las Islas Salomon, archipiélago que fue descubierto por álvaro de Mendaña en sus viajes de 1568 y 1595, también conoce en estos momentos tumultuosas vicisitudes políticas que, al igual que en el caso de Fiji, son fruto de tensiones étnicas, pero en este caso entre comunidades de dos de sus provincias, las de la isla de Malaita y las de Guadalcanal.
A fin de entender el conflicto étnico y sus consecuencias políticas en este país, es apropiado hacer algunas consideraciones previas que a continuación se exponen. Poco después de acabada la Segunda Guerra Mundial, y con el propósito de utilizar toda la infraestructura construida por los norteamericanos en Honiara (edificios, hospital, pantalanes y, sobre todo, su aeropuerto), se tomó la decisión de trasladar el centro administrativo del entonces territorio británico desde Tulagui (en la provincia Central o Florida) a Honiara. En los años 70 se produjeron importantes inversiones agrícolas, especialmente en la creación de plantaciones destinadas a la producción de copra y aceite de palma. Este desarrollo agrícola atrajo la migración a Guadalcanal de numerosos habitantes de la isla de Malaita, renombrados al igual que por su ferocidad como buenos trabajadores en el ámbito agrícola.
Los habitantes de Malaita, a pesar de su reputación agresiva y guerrera, se ganaron la calificación de excelentes trabajadores desde finales del siglo XIX, y Malaita fue uno de los lugares predilectos para el reclutamiento de mano de obra barata destinada a las plantaciones de caña de azúcar de Queensland (Australia) y Samoa. La buena reputación se ha visto confirmada más tarde, en la época previa a la independencia y a partir de la independencia del país (el 7 de julio de 1978), por su implicación y dinamismo en el sector de servicios, de la agricultura y otras actividades. El floreciente éxito de la minoría originaria de Malaita afincada en Honiara no es un secreto y constituyen un peso específico mayor en la administración de Estado (funcionarios), comercio y servicios (empleados, mano de obra especializada, áreas de transporte marítimo y terrestre). A título de ejemplo, mencionaré que el 70 por ciento de los miembros de la Royal Constabulary of Solomon Islands (fuerzas de policía) son originarios de Malaita. Sólo quiero señalar que la policía es el único cuerpo armado del país dado que no hay ejército. Más tarde se verán las implicaciones de esta fuerte presencia malaita en la policía durante el proceso de la crisis.
Por otro lado, es absolutamente necesario recordar que, al igual que la propiedad de la tierra es un factor de vital importancia en la cultura melanesia, también los lazos de unión a distintos niveles entre los componentes de un mismo grupo social o etnia juegan un papel predominante. Esto se conoce popularmente como Wantok System, y si bien su traducción del pidgin english es “sistema basado en una sola lengua” no es fácil hacer una descripción detallada en pocas líneas debido a sus profundas implicaciones sociales, aunque se podría resumir como la obligación de un individuo perteneciente a un determinado grupo social de ayudar a sus miembros y cooperar a los intereses de la etnia y a su vez, ser protegido y ayudado por el resto de la etnia en caso de necesidad o requerimiento. En otras palabras, se podría describir como una forma de seguridad social basada en los valores sociales melanesios, entre los que destaca el concepto de la compensación como primer paso en la resolución de conflictos de cualquier naturaleza.
La tensión étnica no es un factor nuevo entre las poblaciones de Malaita y Guadalcanal. La población de Guadalcanal se ha visto desplazada por el progreso de los emigrantes de Malaita, que en pocos años han ocupado un lugar predominante en la economía de la isla de Guadalcanal y del país. Descontentos con esa situación a lo largo de los años, en 1998 la comunidad de Guadalcanal presentó al gobierno de la nación una serie de exigencias para compensar el progreso de la población de Malaita afincada en Guadalcanal. Dado que las exigencias solicitadas fueron ignoradas, se inició una campaña de agresión contra la población de Malaita, en las zonas agrícolas al este de Honiara, donde se concentran las plantaciones destinadas a la producción de aceite de palma que, como se dijo previamente, son explotadas por trabajadores originarios de Malaita. Esta campaña de agresión, que se saldó con varios muertos entre la población malaita, fue reivindicada por el denominado Guadalcanal Revolutionary Army, que más tarde se autodenominó Isatabu Freedom Mouvement, lo que provocó una huida de la población rural malaita hacia su isla de origen. Unos 20.000 malaitanos debieron emigrar, lo que supuso un problema de acogida en una isla ya superpoblada por unos 120.000 habitantes.
La reacción de la comunidad malaita fue crear una estructura paramilitar capaz de contrarrestar la amenaza del también paramilitar Isatabu Freedon Mouvement o IFM. El resultado fue la aparición en la escena del Malaita Eagle Forces (desde ahora citado como MEF). Los miembros del MEF, que han controlado la zona urbana de Honiara, iniciaron acciones de intimidación y represalias, saldadas con varios muertos, contra la población urbana originaria de Guadalcanal, que a su vez se ha visto obligada a abandonar la ciudad de Honiara para buscar refugio en zonas seguras en la isla de Guadalcanal. La situación resultante es que Honiara (incluyendo el aeropuerto) se ha convertido en un enclave defendido por el MEF y asediado por las fuerzas paramilitares del IFM. Como se dijo previamente, y dado que la mayor parte de la policía del país está compuesta por oficiales procedentes de Malaita, éstos, bajo el Wantok System, no sólo han evitado acciones en contra de los miembros del MEF, sino que los han apoyado en sus incursiones contra los habitantes de Guadalcanal. Con esta situación, el Gobierno ha perdido el control de la seguridad de la ciudad y de la libertad de movimientos, que quedan en manos del MEF por lo que se refiere a Honiara , y del IFM en resto de Guadalcanal.
Recientemente un nuevo elemento se ha venido a sumar a la ya complicada situación, y es la exigencia de una fuerte compensación económica por parte de la población que tuvo que emigrar a Malaita, justificada por las pérdidas sufridas por abandono de sus empleos, casas y otras propiedades. El día 5 de junio de 2000, después de que la Policía dejara que el MEF se apoderara con total impunidad de su arsenal de armas y municiones, la ciudad fue tomada en una operación “conjunta” de la Policía y el MEF, deteniendo al primer ministro Bartholomew Ulufa’alu en su residencia. El portavoz del MEF, el abogado local Andrew Nori, se presentó como líder de la acción, considerada como un golpe de estado. La ciudad y toda actividad quedaron paralizadas.
El mismo día del golpe la Unión Europea y otras potencias declararon un contundente rechazo al golpe de estado y exigieron que los principios democráticos y la Constitución del país fueran observados. Esta acción rebajó las aspiraciones de los golpistas, que accedieron a poner en libertad al primer ministro y a seguir los procedimientos constitucionales mediante la convocatoria del Parlamento y la presentación de un voto de censura. Sin embargo el primer ministro presentó voluntariamente su dimisión el día 14 de junio, justificándola como contribución a la resolución de la crisis. Sin embargo, la solución del conflicto está lejos de ver la luz y deberá pasar por una reconciliación haciendo uso del sistema melanesio que incluye maratonianas conversaciones; acuerdos sobre compensaciones y su pago; la reconciliación de las partes envueltas en el conflicto; y finalmente, el desarme de las fuerzas paramilitares. Teniendo en cuenta la experiencia del proceso de paz en Bougainville, se hace imperiosa la presencia de un intermediario neutral o una fuerza multinacional capaz de asegurar el diálogo necesario. Probablemente pasarán años antes de ver una paz firme y definitiva en este pequeño país.
Las consecuencias económicas de este conflicto serán desastrosas para el futuro de este país, el más pobre del Pacífico. Las Islas Salomón tienen fundamentalmente cuatro fuentes propias de ingresos, pesca, madera, minería y agricultura, que están colapsandose o han terminado sus operaciones por el conflicto, y una quinta que está basada en la contribución de países donantes (en forma de cooperación) como el Banco Mundial, la Unión Europea, Australia y otros, y que pudiera paralizarse si las garantías constitucionales no son observadas. La economía de las islas se estaba recuperando desde julio de 1997, después de un periodo de nefasta y corrupta gestión efectuada por el anterior gobierno del primer ministro Mamaloni. La crisis económica no ha hecho más que empezar, afectando a empresas de servicios básicos como la distribución de gas, electricidad, hospitales, y a los servicios del Estado, que tendrá dificultades para pagar los salarios de sus funcionarios y hacer frente al pago de las importaciones de productos de necesidad básica como combustibles o medicamentos.
Evacuación de Honiara. El día del golpe de estado, el 5 de junio de 2000, me encontraba en Honiara, acompañando a una misión de la Asamblea Conjunta EU-ACP, (que incluye miembros del Parlamento Europeo), que realizaba una visita en las Islas Salomón a fin de buscar elementos capaces de contribuir a una solución negociada del conflicto étnico. Como miembro acompañante de esta misión, y en mi condición de embajador en esa isla, tuve la posibilidad de tener reuniones con las distintas partes en conflicto visitando las zonas ocupadas por el IMF y el MEF. La posibilidad del golpe se sentía en el aire, pero nos sorprendió la rapidez con que se produjo, si bien no es de extrañar por la implicación de las fuerzas de la Policía en favor del IFM. La operación comenzó a las cuatro de la mañana con la toma del arsenal de armamento de la Policía; hacia las cinco se detuvo al primer ministro y a las nueve de la mañana la operación quedó concluida, una vez que el edificio de Telekom (compañía de teléfonos), radio y otros inmuebles principales de la ciudad estuvieron bajo custodia de los miembros del MEF y la Policía, en una operación irónicamente denominada “conjunta”. Ese mismo día 5 de junio numerosos controles de rebeldes del MEF con armas sustraídas a la Policía controlaban los pocos vehículos que circulaban por la ciudad. En las zonas “fronterizas” al este y oeste de Honiara hubo intercambio de disparos de fuerte intensidad entre el MEF y el IFM.
Nuestra misión desarrolló una intensa acción diplomática el mismo día del golpe, con reuniones que fueron desde el Primer Ministro, que acudió a nuestra cita en el Hotel Mendaña escoltado por dos rebeldes armados, hasta el líder de los golpistas, el abogado Norris, pasando por el líder de la oposición y otros agentes de la vida política. Entre tanto, todas las comunicaciones con el exterior del país quedaron cortadas, desde las líneas telefónicas hasta el cierre del aeropuerto, excepto las comunicaciones por internet. Como la tensión aumentaba, decidimos estudiar una evacuación inmediata de la misión, aunque la falta de comunicaciones y la ausencia de medios de transporte impidieron una acción rápida. Distintas soluciones se consideraron y barajaron al mismo tiempo, incluida el uso del atunero congelador de bandera de las Salomón Alexandros, de tripulación española, que se encontraba fondeado en la bahía de Honiara. Para tal propósito se contactó a la compañía armadora, la empresa Calvo, que generosamente puso el atunero a nuestra disposición para una evacuación a partir de Honiara. Otra de las opciones, que por motivos de oportunidad resultó la elegida, fue el alquiler de un avión bimotor de la compañía Salomón Airlines, que nos conduciría hasta el aeródromo de Munda (Western Province) y desde allí hasta el aeropuerto de Buka en la isla papúa de Bougainville.
El día 7, apenas dos días después del golpe, y en tan solo dos horas, el tiempo de la tregua acordada por las facciones en conflicto, fue posible establecer los contactos necesario para obtener el avión y despegar del aeropuerto de Henderson rumbo a Munda. Sin embargo, una avería menor en unos de los motores del Twin Otter, nos obligó a volver a la zona de estacionamiento, desde la que al cabo de unos veinte minutos pudimos salir y despegar con absoluta normalidad. Tras tres horas de vuelo, con una parada para repostar en el aeródromo de Munda, que fue construido por los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, llegamos al aeropuerto provincial de Buka (Bougainville), donde con la ayuda de un laisser-passer pudimos entrar en territorio de Papúa Nueva Guinea.
Juan Carlos Rey