Repostar sí que puede ser complicado en Irak. Hay gran cantidad de gasolineras pero… en muchas no nos dejan repostar porque no tenemos la tarjeta del gobierno que autoriza el repostado de gasoil. Es barato (400 dinares/litro, unos 0,20 €/litro) pero de qué nos sirve si no nos dejan repostar.

A veces, insistiendo y poniendo cara entre pena y desesperación, nos dejan llenar 20 ó 40 litros, no más. Y con un precio algo superior al no tener la tarjeta de subvención, en vez de 400 dinares, hay que pagar 500 dinares (0,30 €/litro). Sigue siendo muy buen precio cuando vienes de Europa, donde cada litro cuesta una fortuna.

Pero en algunos tramos no hay manera de repostar, no nos dan gasoil porque nos dicen que hay cámaras de control. Los gasolineros tienen un truco para poder darte gasoil y no dejarte tirado. Te dicen de esperar fuera, llenan uno o dos cubos de gasoil y te los llevan al vehículo, y con un embudo, te los vierten en el depósito. No nos hace ni pizca de gracia repostar así porque, aunque limpien el cubo delante de ti… el ambiente tiene mucho polvo, se pude desprender del propio cubo cualquier impureza, un insecto… Intentamos evitar a toda costa este tipo de repostado pero hay veces que no te queda más remedio que hacerlo así. Es eso o quedarte sin gasoil.

Por otro lado… comer es muy fácil y barato. Encontraremos infinidad de restaurantes (pequeños y grandes) así como puestecillos callejeros que ofrecen todo tipo de “comida rápida oriental”: samosas, plátanos fritos, todo tipo de croquetas curiosas (que nunca sabemos de lo que son), kebabs, brochetas… Muchas veces no sabes lo que pides pero siempre disfrutamos los nuevos sabores.

En la foto, como ya atardecía, buscamos un lugar de pernocta. A la entrada de un pueblo había un restaurante con un gran parquing, uno delante (dando a la carretera) y otro detrás, perfecto para dormir porque era mucho más silencioso. Decidimos cenar aquí y ver lo que ofrecían, la comunicación no era muy fluida pero llegamos a entender “mouton” (cordero) y nos enseñan que va en brochetas. Nos apetecía y pedimos cuatro, cuando nos preguntaron algo que nos pareció significar “completo”, dijimos que sí y… ¡sí que era completo el menú!

No pararon de traer platos durante un largo rato: las 4 brochetas de cordero, dos sopas, una barbaridad de pan calentito recién hecho, humus, mutabal, bulgur, aceitunas con especias, vegetales con diferentes aliños (yogur, vinagreta…), una macedonia con yogur, té… Hoy nos habíamos saltado la comida y llegamos con hambre pero… fue imposible terminarlo. ¿El precio de todo…? 14.000 dinares, 8,4 €.

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