Mbini. La primera expedición cinematográfica española al África negra
áfrica Negra no existió hasta que fue contada. áfrica Negra sólo empezó a “ser” en el mundo occidental cuando los cronistas blancos la narraron. Aquel inmenso espacio central de un continente “oscuro” empezó a ser conquistado en el mismo momento en que fue descrito, dibujado, fotografiado y, al final, filmado, con ideas, metáforas e imágenes blancas. Los cronistas “conquistaron” áfrica Negra para Occidente. La colonización blanca de la parte negra de aquel inmenso continente avanzó al mismo tiempo que progresaron sus relatos.
Primero fueron las descripciones de viajeros y exploradores. Luego, con el discurrir del siglo XIX, los artículos en la prensa, las conferencias y debates en museos o sociedades científicas. A medida que los relatos sobre el áfrica Negra se hicieron más sofisticados la colonización fue “progresando”. Los libros con notas y dibujos o los dossiers ilustrados dieron paso a las más atractivas representaciones gráficas que se habían desarrollado con los siglos XIX y XX: primero, la fotografía y, posteriormente, el cine.
La imagen tópica que define áfrica Negra en Occidente fue creada durante el siglo XIX por los fotógrafos, pero la llegada del cinematógrafo al continente cambió radicalmente la manera de “conquistar” aquella parte del mundo. En pocos años, como había sucedido con las fotografías, las exóticas imágenes en movimiento que llegaban de áfrica Negra se convirtieron en novedosos productos de consumo masivo que podían llenar los cines. El cine colonial primitivo, curiosa mezcla de propaganda, entretenimiento popular y aventura publicitaria, se convirtió en pocos años en la forma más poderosa y eficaz de persuadir a los ciudadanos occidentales de las virtudes de la colonización africana. El cine documental colonial ganó respeto y aceptación para acabar convertido, como escribió el coronel colonial francés Jean Baptiste Marchand en la revista “Le Film” el 7 de marzo de 1914, en el “arma de colonización fundamental para la conquista de áfrica”.
Funcionarios y autoridades coloniales belgas, francesas o británicas crearon agencias oficiales para contratar a especialistas en cine y fotografía colonial que realizaran encargos audiovisuales que sirvieran al “progreso” colonial. Aquellos equipos tenían por misión informar y entretener a un público metropolitano, cada vez más amplio y ávido de sensaciones, que descubrió cómo se podía disfrutar con un cine de aventura colonial, decorado africano y protagonizado por unos actores blancos reales que superaban todo tipo de vicisitudes en una tierra fascinante y exótica. Cineastas franceses, británicos, alemanes o belgas y, en menor medida, también italianos, portugueses o españoles. fueron enviados a sus respectivas colonias africanas durante la primera mitad del siglo XX para retratar con sus cámaras aquel universo colonial. En su ensayo “L’exotisme et le cinema” (1945) el escritor y crítico francés Pierre Leprohon los definió como “cazadores de imágenes a la conquista del mundo”.
LA EXPEDICIóN HERMIC FILM
El 17 de diciembre de 1944 el madrileño Manuel Hernández Sanjuán, director de cine, su operador de cámara, Segismundo Pérez de Pedro, “Segis”, su montador, Luís Torreblanca, y su guionista, Santos Núñez, tuvieron la insólita oportunidad de hacer realidad un sueño. Tenían su propia productora cinematográfica, Hermic Films, y eran incipientes profesionales del cine documental. Aventureros y ambiciosos, acabarían siendo los más notables “cazadores españoles de imágenes” en áfrica Negra. Todos ellos, excepto “Segis”, rondaban la treintena. Ninguno, excepto “Segis”, tenía experiencia africana. Para todos, excepto “Segis”, era su primer viaje a la entonces Guinea Española.
No disponían de mucha información sobre el lugar al que iban, sólo algunos folletos, libros y revistas. Habían recibido una llamada de teléfono, una invitación más que un encargo, de un alto representante colonial del régimen franquista. Gracias a la ayuda del ingeniero Jaime de Foxá habían elaborado unos guiones de trabajo en Madrid, antes de su partida para Cádiz. Allí embarcaron en el buque “Domine” y, tras tres semanas de navegación, llegaban a Santa Isabel (hoy Malabo), tan cansados por el viaje como hambrientos de aventuras cinematográficas. En aquel exótico decorado pasaron dos años de trabajos, vicisitudes, penurias económicas y algunos peligros en una colonia que estaba aún por hacer y que en gran parte era poco o nada conocida para los españoles. Visitaron todos los rincones de aquellas tierras. Rodaron treinta y una películas documentales y retrataron casi todos los aspectos de aquel mundo en una magnífica serie de 5.500 fotografías. Tuvieron la oportunidad de disfrutar de un trabajo único: convertir en imágenes un mundo sólo figurado y hacerlo de una manera como nunca antes lo había hecho nadie. Pero a su vuelta a España y con el paso de los años sus trabajos en Guinea acabaron entre polvo y olvido.
CAZADORES DE IMáGENES
“Mbini. Cazadores de imágenes en la Guinea colonial” es un libro fotográfico y un DVD con cinco películas documentales que rescatan del olvido aquella expedición cinematográfica Hermic Films a la Guinea colonial española. Editado por Pep Bernadas y su equipo de la librería barcelonesa Altaïr junto a la productora audiovisual We Are Here Films, Mbini recupera los trabajos de un viaje cinematográfico pionero que constituyó el esfuerzo más importante, serio y significativo realizado nunca para documentar el universo colonial español en áfrica Negra. Mbini surgió, como casi siempre suceden las cosas interesantes, fruto de una casualidad, de un comentario sin importancia aparente de un anciano en un viaje a Guinea Ecuatorial. él nos puso sobre la pista de un trabajo que, durante los últimos años y con ayuda de algún técnico de la Filmoteca Española como Margarita Lobo y el apoyo final de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), ha tratado, primero, de recuperar y estudiar con calma para, posteriormente, ponerlo en valor público y destacarlo como una joya olvidada del documental español. De los muchos enfoques posibles que se plantearon a la hora de encarar un material como éste, se escogió el más “audiovisual” y humano. Mbini es un trabajo sobre fotografías, películas y los hombres que las hicieron, un trabajo de imágenes y sobre imágenes. Mbini no es, ni pretende ser, un libro de historia, ni un ensayo sociológico sobre la política colonial en Guinea; tampoco es el lugar adecuado para repasar el evidente atropello humano, físico y cultural que supuso el colonialismo.
LA MIRADA DE MANUEL HERNáNDEZ SANJUáN
De alguna manera –así al menos lo hemos sentido los que hemos hecho “Mbini”–, sacar a la luz antiguas películas o viejas fotografías desconocidas exige, siguiendo al escritor alemán W.G. Sebald, que cuentes la historia oculta que hay detrás. Así lo hemos hecho con los trabajos de Manuel Hernández Sanjuán, hasta hace bien poco el único miembro vivo de aquella expedición Hermic Films. Nos acercamos a él hace años con una mezcla de curiosidad apasionada y respeto. Construimos una sincera amistad que siempre quedaba plasmada en horas de entrevistas en vídeo en las que intentábamos conservar frescos los recuerdos y pensamientos de aquel anciano locuaz e inteligente que siempre nos trató con cariño, entendiendo la dificultad del reto que nos habíamos propuesto al recuperar sus trabajos.
En todos estos años de trabajo con aquel anciano (que a sus más de noventa años nunca olvidó la llamada de felicitación por una onomástica o cumpleaños) se convirtieron en algo más que un reto periodístico el día que nos enseñó sus papeles de los rodajes y aquella maleta de madera en la que guardaba su archivo fotográfico personal de Guinea, que nos cedió, y a través del cual nos dejó escudriñar en sus ideas y adentrarnos de manera profunda en los muchos matices de su mirada. Manuel Hernández Sanjuán construyó un material fotográfico y cinematográfico de gran calidad y con un gran interés histórico, social, cultural, etnográfico y antropológico. Nunca olvidó la intención propagandista de su trabajo, pero consiguió plantearla como una insólita y atractiva mezcla de intención visual apasionada, ideología colonial, observación privilegiada, fascinación aventurera e interés documental.
IMáGENES DEL PASADO, SIGNIFICADOS DEL PRESENTE
Durante todos estos años nos hemos preguntado en ocasiones qué sentido tiene mostrar hoy estas antiguas fotografías y películas coloniales africanas. Hemos acabado por entender que no podremos nunca acertar a definir la importancia, el impacto y la dimensión de la empresa colonial europea en áfrica Negra si no mostramos su producción audiovisual y fotográfica. Al final de este trabajo, nos estamos dando cuenta de que, mientras de una manera trabajosa y parcial, con grandes dificultades y múltiples obstáculos, los africanos, en mayor o menor medida, siguen su difícil proceso de descolonización del neocolonialismo actual, los europeos aún no han conseguido descolonizar su imaginario africano que sigue poblado por los mismos valores, mitos, falsedades y malos entendidos de hace seis decenios.
Más allá de su intención propagandista, las imágenes de “Mbini. Cazadores de imágenes en la Guinea colonial” nos hablan de eso. Nos enseñan, por ejemplo, cómo se construyó y difundió la mirada occidental contemporánea de áfrica y cómo esa misma mirada inventada sobre una realidad era, a su vez, una mirada inventora de un mundo. Nos muestran, por ejemplo, el lugar exacto en el que nació eso que hoy se llama popularmente “globalización” y que, en sus inicios, se llamó colonialismo, descubrimiento del otro, dominación, conquista y destrucción. Estas imágenes del cine y la fotografía colonial, con algunos de sus sentidos más vergonzosos, nos hablan también de una memoria que aún no está memorizada. Nos ayudan a reconocer en el presente muchas actitudes y mecanismos de representación actual de esa forma no evidente de racismo avergonzado mezclado con mala conciencia que es el paternalismo con que muchos colectivos e individuos se dirigen, hoy como ayer, a civilizar con ideas blancas los universos negros.
Durante este proceso de años de estudio hemos entendido que el audiovisual colonial europeo es hoy clave para reflexionar sobre nuestra relación con el áfrica Negra porque, utilizando la sofisticada intervención de la cámara fotográfica o el cinematógrafo, está hablando del otro en la misma medida que habla de nosotros. Al final del día, recuperar, estudiar, manejar estos miles de fotografías y decenas de películas coloniales de Manuel Hernández Sanjuán y su equipo de Hermic Films nos ha reportado una gran recompensa: hemos empezado a entender cómo se han transfigurado los automatismos coloniales de representación de los africanos negros. De las crónicas de Richard Burton a las aventuras fílmicas de “Tarzán” o “Mogambo”; de los textos de Manuel Iradier y Paul B. Du Chaillu a la expedición que descubrió la existencia del okapi; de las noticias de los reporteros televisivos a la cotidiana etiqueta matutina del “Cola-Cao”; del drama de las pateras a los turistas de safari disfrazados con reminiscencias coloniales, los tópicos, mitos e ideas blancas más o menos distorsionadas llevan siglos inventando un áfrica Negra que no existe más que en nuestros deseos.
Pere Ortin Andrés