28 de mayo de 2004
Una expedición que finaliza es siempre un motivo de reflexión. ¿Qué hemos hecho bien ? ¿Qué ha fallado? ¿En que hemos fracasado?.
Cuando no se hace cumbre queda una sensación de falta, tenemos la impresión de que muchos de nuestros esfuerzos tenían como fin esa cumbre. Luego, cuando se ha alejado un poco el cansancio, nos damos cuenta de que casi toda la justificación de lo que hemos hecho está en lo felices que somos haciéndolo, en los parajes que descubrimos, en los riesgos que tomamos, en las vivencias compartidas, en la vista desde lo alto… Por eso en muchas ocasiones no pensamos en volver a esa montaña; la hemos vivido, hemos subido a su cumbre o no, pero en todo caso hemos disfrutado con ella; la próxima vez descubriremos otra.
El Dome Khang ha sido original. Desde que vimos que iba a ser casi imposible llegar esta vez a la cumbre, pensé en volver, y ese pensamiento me produjo una gran excitación y el deseo, como a los niños, de que fuese mañana cuando íbamos a volver, (ni siquiera nos habíamos ido todavía).
El lugar, la soledad, lo remoto, hacen que mi próximo proyecto sea subir al Dome Khang. Quizá, por primera vez, volver a una montaña himaláyica me hace más ilusión que el primer viaje.
Katmandú, 28 de mayo del 2004.
Salvador García-Atance.
Presidente de la Sociedad Geográfica Española.