Diversidad geográfica y conexión con la Naturaleza, en los confines del mundo habitado de Norteamérica
Alaska es una península singular, ubicada entre los océanos Ártico y Pacífico y en el límite noroccidental de Norteamérica que ofrece paisajes extremos.
Es una tierra de extensas montañas, glaciares, bosques y tundra donde el frío y el hielo son las constantes que dirigen los paisajes y condicionan la presencia humana. Aúna el Ártico con su naturaleza salvaje -fauna, montañas glaciadas, extensos valles, turberas, tundra y taiga- y el desarrollo humano en ciudades y asentamientos -mineros, militares, pesqueros- esparcidos por su territorio y que en ocasiones han dejado una profunda huella.
De sur a norte se pueden admirar paisajes costeros modelados por el hielo, con fiordos, montañas y frentes glaciares sobre el mar que nos llevan a las montañas continentales, los grandes espacios con las cumbres más altas y donde de nuevo alternan bosques y praderas con unos glaciares que muestran los rastros de su reciente retroceso sin perder la belleza del ártico. Más al norte, los grandes ríos y sus llanuras dominan el paisaje, caracterizado por la presencia de amplios bosques y el permafrost. Son extensas masas de coníferas que colonizan los sustratos helados.