Nuestra ruta avanza por Irak. La antigua Mesopotamia ha sido cuna desde tiempos inmemoriales del nacimiento de antiguas creencias religiosas. Y todos los cultos poseen lugares santos a los que sus fieles deben, o desean, peregrinar al menos una vez en la vida pasa satisfacer sus necesidades espirituales.

Así ocurre con la pequeña localidad de Lalish, a 60 km de Mosul, donde el sol vespertino juega al escondite con las montañas que ocultan el estrecho valle donde se refugia esta antigua localidad. Fue creada por un místico sufí, Adi Ibn Musafir, en el s. XII, pero esa religión se remonta a varios miles de años antes de Cristo. Sus primigenios templos tienen miles de años y la tumba del santo sufí debe ser visitada al menos una vez en la vida para rendirle sus respetos.

Mausoleo yazidí.                       

Lalish.

Encuentros con los yazidíes.

Su presencia también se extiende a Siria y Turquía, pero la gran mayoría viven en Irak (unos 500.000). Las persecuciones generaron una gran diáspora de sus integrantes por todo el mundo a lugares como Armenia, Rusia o Alemania.

Es obligatorio entrar descalzo en el pueblo, un retén militar que protege este sagrado enclave se queda con nuestros zapatos. Nuestra presencia en su templo más importante genera curiosidad. Muchos hablan algo de inglés, es fácil la comunicación. Tomamos un té y pastas con ellos sobre una alfombra extendida en el suelo. Nos cuentan sus profesiones, cómo viven, todos tienen parientes refugiados en el extranjero pero ellos consideran que esta es su tierra, sus raíces están aquí, y que prefieren el riesgo de morir en la tierra de sus ancestros que sentirse intrusos en países extraños. Es realmente un dilema que nos deja sin palabras. Un anciano nos dice cabizbajo: “es que si dejo mi tierra, ¿a dónde voy?, sería morir en vida”. Nos cuentan que ahora viven una etapa de “relativa calma”, deseamos de todo corazón que así sigan. Son encuentros que encogen el corazón y hacen temblar la voz.

Lalish.                                        

Tumba de Adi Ibn Musafir     

El pavo real, símbolo sagrado                    

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