Este espeleólogo sevillano cuenta en su haber, no sólo con el récord mundial de profundidad, sino con los cuatro anteriores.

Su último hito tuvo lugar en 2015, al recorrer las cuatro grandes simas del valle glaciar de Orto-Balagán, en el Cáucaso Occidental en un solo sistema subterráneo con una profundidad total de 2000m.

Esto supone no sólo un nuevo récord de profundidad, sino el descubrimiento de la primera cavidad natural conocida del mundo con más de 2 km. de desnivel bajo la superficie terrestre.

Sergio Garcia-Dils, nacido en Sevilla en 1971, llevaba 6 años buscando la sima más profunda del mundo cuando la encontró por primera vez. Desde entonces, cuatro veces más ha superado su propia marca. Espeleólogo desde los 7 años, federado con 12 y formado en técnicas de espeleosocorrismo con 19, Sergio tenía bastante clara su vocación. Y con ella, sus metas.

Y es que acceder a las profundidades de la tierra, ceder a la llamada del abismo, como calificó la prestigiosa revista National Geographic a su primera gesta en 2004, no ha sido cuestión de suerte. Además de las aptitudes de un buen espeleólogo, del conocimiento, de la técnica, de la práctica, de la sangre fría, del material y del equipo, Sergio tuvo que buscar el sitio que cumpliera el requisito fundamental: la profundidad. Y lo encontró en el Cáucaso, un territorio mítico, como a él le gusta contar. Antes de eso, junto a su equipo había recorrido los Alpes, Eslovenia, Grecia y Turquía, pero su primer gran hito deportivo estaba esperándole en un pequeño país que ni siquiera está reconocido oficialmente y que lleva años inmerso en una silenciada contienda civil por su independencia de Georgia

Un arqueólogo bajo tierra

En su vida de civil, Sergio Garcia-Dils es arqueólogo municipal en Écija, (Sevilla). Su pasión por la Historia le llevó hasta esa carrera y desde allí a la especialización en Historia Antigua y Medieval. Estudió epigrafía en latín, griego, egipcio, hebreo… Comenzó su tesis en Rusia, por la cuestión de la colonización griega, pero su director de tesis falleció y regresó a Sevilla para especializarse en epigrafía romana. Hace 20 años que se dedica al estudio de esta civilización. A lo largo de estos años, ha desarrollado excavaciones urbanas en zonas públicas de Écija como el Alcázar Real o la Plaza de España…

Sus conocimientos profesionales le han sido de gran ayuda en su faceta de espeleólogo. Cuando empezó a tener relación con Rusia, en 1991, la URSS estaba viviendo sus últimos estertores. En la Universidad de Moscú existía un equipo de espeleología al que accedió gracias a sus destrezas en el campo. Junto a él, se sumó al proyecto un grupo de jóvenes de diferente procedencia, casi todos miembros de una segunda generación de espeleólogos. Era 1995 y él atesoraba 17 años en el campo, cumplía el perfil perfecto. La idea era explorar las cuevas más profundas desde un punto de vista científico. Estuvo en Eslovenia, en la frontera de la parte rusa del Cáucaso… la guerra dificultaba los avances, hasta que en 1999, batieron el que hasta entonces era el record, superando la cifra de Los Alpes, de 1.610 metros. Ahí empezó todo.