El 6 de julio emprendimos el camino de regreso conscientes de que, como saben bien todos los alpinistas, cuando se han cumplido objetivo y se camina más confiado son más frecuentes los accidentes.
Descendimos con las cargas desde la chacra de la familia Huamán hasta el río Pampaconas. Lo cruzamos y cargamos las mulas para recorrer el hermoso camino selvático que conduce hasta Toroc.
El camino está rodeado de vegetación tropical tan exuberante que parece un parque. Pero hay derrumbes muy peligrosos y es preciso caminar muy atentos para no dar un mal paso y descabalgar cuantas veces sea necesario.
El primer español que llegó hasta aquí fue Gonzalo Pizarro . Se internó en Vilcabamba en el año 1538 y persiguió a Manco Inca hasta un lugar donde encontró un paso muy difícil con un gran peñasco, conocido desde entonces como el paso de Roca. Mientras lo cruzaba sufrió una terrible emboscada que desbarató su ejército y le obligó a retirarse falto de suministros. En aquella ocasión Gonzalo se comportó de forma muy poco honorable. Había capturado a la esposa de Manco Inca, Cura Ocllo, de la que había estado enamorado tres años antes hasta el punto de que su pasión contribuyó a provocar la rebelión de Manco. Y desató contra ella el furor de su venganza. Permitió que la ataran a un poste desnuda en Pampaconas y que la mataran a flechazos los cañaris que le acompañaban abandonando después su cuerpo en el río.
Cuando en 1572 se produjo el ataque final para conquistar Hatun Vilcabamba el capitán que mandaba el ejército, Martín Hurtado de Arbieto, no quiso arriesgarse a sufrir una nueva emboscada y ordenó que todo su ejército, formado por 250 españoles, quinientos cañaris y mil quinientos incas cusqueños aliados, caminaran un trecho por el cauce del río para evitar el peligroso paso de Roca a través de un enorme peñasco con un gran precipicio.
El ejército de Tupac Amaru había preparado su emboscada en un sitio diferente, un poco más adelante, cuando el valle se estrecha y el rio se agita al llegar al comienzo del valle de Patibamba. Pero Hurtado de Arbieto tuvo suerte, advertido previamente de lo que le esperaba por un orejón llamado Puma Inca, detuvo el avance de su ejército y envió un destacamento bajo el mando de Martín de Loyola -sobrino de San Ignacio- el cual subió la ladera y disparando sus arcabuces obligó a huir a los guerreros incas que estaban escondidos en la ladera dispuestos a arrojar grandes cantidades de piedras sobre el ejército atacante y a los quinientos aliados selváticos de Tupac Amaru ocultos entre la selva con sus arcos y flechas preparados.
Llegamos pronto a Toroc e instalamos allí nuestro campamento, reservando fuerzas de hombres y animales para la dura jornada que nos esperaba al día siguiente, para llegar hasta Pampaconas.
Toroc es un lugar cómodo para descansar. Está muy cerca del río y tiene un galpón de madera construido por la municipalidad para el servicio de los caminantes, que es muy cómodo para cocinar o refugiarse en cado de lluvia. Hay algunos murciélagos hematófagos, pero no tantos como en la parte baja de Patibamba. Y los caballos y mulas se pueden proteger aplicándoles un producto llamado krezo que aleja a los murciélagos. También se pueden proteger con un sistema mas rudimentario, que consiste en rociarles el lomo con orín humano fermentado.
Repartí anzuelos y sedal y dedicamos unas horas a pescar truchas en el río Pampaconas, con excelentes resultados. Nos permitimos una cena de lujo con más cuarenta truchas, de modo que sobraron y guardamos unas cuantas como almuerzo frío para la dura jornada del día siguiente.
Aunque todos dicen que es dentro de un par de meses, en septiembre cuando hay más pesca en el río Pampaconas y las truchas son más grandes. Cerca de Toroc confluyen el río de Totora y el de Porcay. Y en el curso alto de este último río hay una laguna muy grande, con más de un kilómetro de largo, llamada Whaswa Cocha, o Laguna de patos. Hace varias décadas el gobierno tuvo la iniciativa de enviar un helicóptero que descargó algunas truchas en el lago y el resultado ha sido un crecimiento extraordinario.
La pesca en este río podrá ser un atractivo turístico más para una ruta que en mi opinión tendrá un excelente futuro para el turismo de aventura, porque permitirá llegar desde Ayacucho a Machu Picchu por una vía alternativa a las actuales que están muy saturadas.
O en sentido contrario, después de llegar en tren a Machu Picchu los viajeros que lo deseen podrán continuar por el camino Inca hasta Vitcos, en tres o cuatro día de caminata. Y después de continuar hasta Pampaconas y desde allí a Toroc.
Cuando Hatun Vilcabamba sea accesible al turismo será el mayor atractivo, sin duda.
Mientras tanto hay otros muchos atractivos que justifican el viaje para disfrutar del valle del río Pampaconas con su vegetación exuberante y la pesca de truchas. Hay que llegar caminando hasta Chancavine, donde se puede tomar un vehículo hasta Villa Virgen y desde allí en poco más de cuatro horas se llega a Ayacucho.
El río Apurímac tiene también en esta zona un gran atractivo para la práctica de rafting y podrá tener de nuevo gran riqueza pesquera si se controla la actividad destructiva de una mina de oro que hay en uno de sus afluentes, el río Pampas.
Son algunas claves del gran futuro turístico de esta zona que confío no tarde mucho tiempo en hacerse realidad en beneficio de una población empobrecida por el aislamiento excesivo.