España vista por Japón

Por Eddy Y. L. Yang

Bibliografía: Boletín SGE Nº 49 – Océanos

 

 

Hablamos de la imagen que de nuestro país tuvieron los japoneses de finales del siglo XIX. Se trata de una descripción histórica y geográfica que forma parte del Yochishiryaku, un conjunto de volúmenes de carácter enciclopédico sobre distintos países del mundo. Se publicó en la década de 1870, a principios del periodo Meiji.

La serie consistía en trece volúmenes, de los cuales los diez primeros fueron editados por Uchida Masao (1839-1876), educador y funcionario del gobierno Meiji, quien, según algunas fuentes, viajó durante varios años por distintos países europeos. En realidad el Yochishiryaku es una ampliación de otra serie enciclopédica publicada cincuenta años antes, aunque en este caso la edición tuvo un carácter oficial, al ser compilada por el Mombush, el Ministerio de Educación. En el primer volumen se explica cómo el trabajo se realizó basándose en las explicaciones, informes y datos aparecidos en libros ingleses, alemanes y holandeses. La intención del Ministerio de Educación era reunir en estos volúmenes la información recogida sobre distintos países, para así poder aprender de las experiencias ajenas, justo en un momento en que Japón se embarcaba en su propio rumbo hacia la modernización. En ese sentido lo más destacable, desde nuestro punto de vista, será observar y destacar el tipo de referencias que al gobierno Meiji le interesaba recoger sobre España.

Y así volvemos a nuestro libro, el volumen quinto de la serie de Yochishiryak, la que se centra en Europa, específicamente dedicada a Francia, Holanda, Bélgica, España y Portugal, ofreciendo una visión general de estos países. La parte dedicada a España aparece al final del volumen y ocupa desde la página 63 hasta la 86, en total 46, ya que cada doble página se numera como si fuera una sola.

 

Descripción geográfica e histórica

Se nos da primero una descripción de la geografía de la península ibérica, junto con un mapa, proporcionando información sobre el clima de diversas regiones, deteniéndose también en los ríos, así como en las cadenas montañosas más importantes, como los Pirineos, señalando su papel de frontera natural entre Europa y la península.

A continuación se pasa contar la historia de la que se considera como la raza ibérica. Además de los orígenes celtas y visigodos, el texto habla también de la expansión islámica, citando los magníficos palacios y otras construcciones que testimonian la gloria de su pasado. Y subraya la importancia de la tecnología, las artes y la lengua de los árabes, considerándolos elementos que han tenido gran influencia en la cultura española. El texto continúa presentando la gran historia naval de España junto con la de Portugal. Se menciona tanto el descubrimiento de América como la primera vuelta al mundo de Magallanes, señalando de paso la contribución de los portugueses en este hazañas marítimas.

Varios párrafos están dedicados a la historia religiosa de España, asegurando que “todo el mundo sigue la vieja religión” (catolicismo) con devoción, y que en este país no se tolera la práctica de otras religiones distintas; incluso, así se observa, aquellos que optan por cualquier tipo de reforma religiosa son objeto de un trato inmisericorde o incluso de la muerte. Continúa explicando cómo los sacerdotes y obispos son los auténticos detentadores del poder y los controladores del pueblo. De acuerdo con tal situación “inquietante y necia”, comenta, en España tampoco se han producido avances en las artes y las ciencias. Y el texto japonés sostiene que las mejoras llevadas a cabo, como el ferrocarril, la electricidad o los barcos de vapor, han sido debidas a personas extranjeras.

 

Religión y costumbres

El texto vuelve una y otra vez al tema de la religión, aludiendo a la famosa Inquisición, apostillando que encarceló y asesinó cruelmente a millones de personas, tanto en España como en sus colonias. Según la opinión de los redactores del Yochishiryaku, la falta de libertad religiosa ha impedido la formación cultural y científica de los españoles, al ser la ciencia considerada como un enemigo por parte de del poder religioso.

Resulta cuanto menos curioso ese interés por la relación entre religión y poder que muestran tales informaciones. Así como parecen singulares los comentarios tajantes expuestos en este volumen.

Las páginas que siguen se ocupan del apartado de las costumbres y abren con una ilustración de la plaza de toros de Sevilla en reproduciendo la escena de una corrida. Se nos cuenta que, a pesar de que las distintas regiones tienen diferentes climas, tradiciones y lenguas, los españoles disfrutan de la música y el baile por igual, sin importar su origen. Pero el punto de atención en este apartado recae (¿podría ser de otro modo?) en las corridas de toros. Comenta cómo los espectadores se dejan llevar enfebrecidos por este acontecimiento lleno de adrenalina, que tiene lugar durante varios meses en el verano y el otoño. Y añade que varios cientos de toros son lidiados hasta su muerte cada semana. Una nota final menciona que las corridas de toros eran practicadas en la antigua Roma y Grecia, pero que en siglos posteriores se prohibieron y tan sólo se siguen realizando en España y México.

 

Visión de las ciudades

A continuación, se nos proporcionan datos sobre la población de España, detallando que unas ciento veinte ciudades cuentan con una población superior a los 10.000 habitantes, y unas veinte con más de 20.000. En el caso de las ciudades más famosas, entre las que incluye a Madrid, Barcelona, Málaga, Granada, Sevilla, Murcia, Valencia, Cádiz y Zaragoza, la población se sitúa sobre los 100.000 habitantes en cada ciudad. Comenta que muchos de sus habitantes son pobres y que la mayoría de las ciudades florecientes se encuentran en el sur de la península. Madrid cuenta con una sección propia, en la que se señala su ubicación en el centro del país, anotando la longitud y altitud, y también el número de habitantes (320.000). La ciudad, nos cuenta, se había convertido en la capital de la nación bajo el mandato del rey Felipe II, y está encerrada por un muro con dieciséis entradas. Se dirige la atención también a la grandeza del Palacio Real, con anchas avenidas a su alrededor, árboles y fuentes en dichas avenidas, y describe el palacio como un lugar de encuentro de la gente que busca aire fresco durante el verano. También se cita la gran biblioteca de palacio y su colección de armas. Una serie de ciudades y monumentos son a su vez tratados de forma diferenciada.

Ofrecemos una síntesis de lo expuesto en este apartado.

Sobre Barcelona menciona el floreciente comercio con el extranjero de la segunda ciudad de España, y que los barcos de vapor operan con regularidad entre ella y Marsella en el sur francés. Destaca su bello trazado y su gran oferta de tiendas, hoteles, teatros y oficinas gubernamentales en el paseo de Las Ramblas. Describe Granada como una ciudad que floreció en el pasado musulmán, pero que gradualmente entró en declive en los tiempos modernos. La catedral, señala, contiene las tumbas de Isabel y Fernando y está realizada con un arte de la mayor calidad. También se cita a La Alhambra por sus fabulosas arquitectura y decoración, distinguiéndola como una de las maravillas del mundo occidental. Según el texto Sevilla es la tercera ciudad de España, con más de 158.000 habitantes. El río Guadalquivir recorre unos 18-ri (ri era una medida de distancia de la época, antes de la introducción del sistema métrico en Japón en el año 1891) a través de la ciudad, donde uno encuentra una gran catedral y un palacio árabe, así como una enorme plaza de toros. También, señala, puede presumir de poseer la fábrica de tabaco más grande de la provincia, que emplea varios miles de trabajadores ininterrumpidamente y está afiliada al gobierno provincial. También posee una gran fundición de cañones, y remarca que en la ciudad se estableció el primer tribunal de la Inquisición contra los herejes.

A una distancia de 29 ri de Sevilla se encuentra Córdoba, con un glorioso pasado musulmán, y donde aún se pueden contemplar palacios y mezquitas. La ciudad, observa, también es famosa por sus productos de cuero Guadamecil.

Un poco más extensa es la sección dedicada a Cádiz y sus alrededores, que incluyen Gibraltar, el puerto de Sanlúcar, de donde, refiere, Magallanes partió decidido a circunnavegar de la tierra, y la pequeña ciudad de Palos, de donde Colón salió en su “búsqueda de las Américas”. Fundada por los fenicios, la ciudad se describe como abandonada y empobrecida tras su boyante pasado, cuando miles de barcos de mercancías recalaban en su puerto. También se menciona la destrucción de la flota inglesa durante el asalto a Cádiz conducido por Nelson en el año 1797. (El texto no señala que la mayor derrota de Nelson en ese año tuvo lugar en las aguas de Tenerife).

Habla de la localización estratégica de Gibraltar y detalla las diversas batallas que aquí tuvieron lugar. Lo describe como “posesión británica desde hace ciento sesenta y cinco años”, y que “sus acantilados que se elevan como imponentes biombos” son un espectáculo para la vista. Con guarniciones británicas, la pequeña ciudad de 15.000 habitantes soporta un clima abrasador y su población sólo dispone del agua de lluvia para beber. Árabes y africanos, señala finalmente, viven asimismo en el peñón, que tan sólo sirve como llave para el tráfico mediterráneo.

La última sección está dedicada a las islas bajo posesión de España, incluyendo Mallorca, Menorca y las Islas Canarias, detallando su localización y sus productos. También pasa a contar cómo las colonias españolas en el mundo se han reducido y se hace una relación de las existentes.

En resumen, y a la vista de lo escrito, se trata de un documento muy curioso que evidencia el interés del Ministerio de Educación japonés en conocer los puntos fuertes y débiles de nuestro país. Siempre desde su peculiar mirada. El poder naval de España y su época de esplendor, así como su posterior declive, eran sin duda importantes para el gobierno Meiji, que buscaba convertir a Japón en una nación moderna y poderosa.