Hoy es un día clave en la expedición. El pronóstico del tiempo nos dice que esta noche es la única favorable para poder intentar hacer cima, pues no se espera que el viento tenga mucha velocidad. A partir del día siguiente se esperan rachas de viento de 80-95 Km/h, lo que hace imposible cualquier intento a cumbre, pues sería muy peligroso escalar en la arista cimera con semejante fuerza de la naturaleza tratando de empujarte al vacío. Esto implica que tenemos que cambiar el plan de ascenso que teníamos previsto y condensar los cuatro días que pensábamos dedicarle al intento a cima en solo dos. El plan original implicaba pasar 2 noches en el campo base Atacama, a 5.200 metros y 1 noche en el Refugio Tejos, a 5.800 metros; y ahora nos vemos obligados a prescindir de dormir en Atacama, e ir directamente hasta el Refugio Tejos, desde los 4.530 metros del Refugio Murray. Por un lado tengo mis dudas sobre si la aclimatación será o no la correcta, pero por otro lado evitamos dormir en un lugar tan salvaje como Atacama, donde tendríamos que dormir en tiendas y el viento y la falta de oxígeno en el aire podrían hacernos pasar mala noche. ¡Está visto que nos lo jugamos todo a una sola carta! Sin embargo, tengo los ánimos por todo lo alto y pienso que lo podemos lograr.
El día amanece soleado y desayunamos todo el equipo en la comodidad del Refugio Murray. Organizamos el material y nos subimos lo estrictamente necesario para pasar una sola noche en altura, a 5.800 metros, en el Refugio Tejos. El resto del material lo dejamos guardado en el Refugio Murray. Si todo va bien, en apenas 30 horas habré subido unos 2.300 metros hasta la cumbre del Ojos del Salado, descendiendo el mismo desnivel en un solo día, de vuelta a Murray. ¡Crucemos los dedos para poder lograrlo!
Una vez todo organizado y un poco más livianos que de costumbre iniciamos sobre las 10:30 la subida con el jeep hacia Atacama, a 5.200 metros. Esperemos no tener ningún incidente con el jeep como el del día anterior, pues eso supondría definitivamente el adiós a cualquier intento a cima y el fin de la expedición. Atravesamos la zona del arenal donde ayer se nos calentó el coche y nos quedamos atascados, pero esta vez lo evitamos ligeramente yendo por una pista un poco más a la derecha del mar de arena que inunda la altiplanicie. La cantidad de rodadas de coche que hay por esta zona es increíble, y a veces ir por un lado u otro puede ser la diferencia entre avanzar o quedarte atascado. Por suerte esta primera parte la atravesamos con éxito y liberados de la presión que nos aplastaba seguimos adelante, siempre con el imponente Ojos del Salado observándonos expectante desde las alturas. Nos sentimos empequeñecidos ante la inmensidad de las montañas circundantes.
Ascendemos ahora por una pista de tierra y en los últimos metros atravesamos una zona llena de grandes piedras por donde es difícil avanzar con el jeep. Vamos muy lentos, pero firmes, esquivando las piedras, dando tumbos entre tanta roca. Sin embargo, por fin, después de 45 minutos alcanzamos la llanura donde se sitúa el Refugio Atacama, a 5.200 metros. En el Refugio coincidimos con las dos chicas eslovacas, que llegaron ayer y han pasado una mala noche aquí, con dolor de cabeza y soportando grandes rachas de viento. Se están preparando para ir ahora hacia el Refugio Tejos, donde coincidiremos con ellas. Llevan un plan de aclimatación un poco corto para intentar el Ojos del Salado, que les está pasando factura con una falta de aclimatación notable. No hay más montañeros en la montaña y seremos los únicos que intentemos la montaña estos días. Solo quedará aquí Roberto, el conductor de las chicas eslovacas.
El refugio es minúsculo y no me lo esperaba tan pequeño y mal construido para una montaña tan frecuentada como el Ojos del Salado. Es un refugio rectangular, con una sola cama al fondo y el resto del espacio ocupado por una mesa alargada, con bancos a ambos lados para poder comer, así como algunos estantes para dejar la comida y una zona pequeña para cocinar. Esto hace que en este campamento se suela dormir en tiendas y se use el refugio solo para cocinar y comer. Descansamos un rato en el refugio y nos preparamos una ensalada con tomates, lechuga, maíz, y más ingredientes, que nos la comemos enrollada con unas tortitas mexicanas. Sobre las 12:30 iniciamos la ascensión al Refugio Tejos, llevando todo el material necesario para pasar una sola noche en altura. Son 600 metros de desnivel, y nos adentramos en plena montaña ascendiendo a buen ritmo, con paso lento, pero firme, hacia delante. Vamos por un camino bien marcado, una pista de tierra que utilizan los jeeps para poder llegar hasta el Refugio Tejos. De hecho es en esta montaña el lugar del mundo al que un vehículo a motor ha llegado más alto, hasta los 6.688 metros, en el año 2007. ¡Todo un record Guinness!
Poco a poco nos vamos adentrando en la base de la montaña y me siento eufórico. Después de dos semanas de expedición donde hemos ido progresivamente aclimatándonos a la altura, siento que estoy en el lugar correcto y la ilusión y las ganas las tengo por todo lo alto. Mi caminar es seguro y a pesar del cansancio y la altura voy concentrado con el objetivo que me marqué hace tiempo. Las dos chicas eslovacas van unos 30 minutos delante de nosotros y en apenas 2 horas alcanzamos los 5.600 metros, justo donde acaba la zona empinada. Descansamos un poco y afrontamos ahora una zona más plana que va subiendo progresivamente entre rocas grandes, que son signos de antiguas erupciones de este volcán, que han moldeado el paisaje con el paso de los años.
Al final de la planicie andina se encuentra el Refugio Tejos, el cual lo alcanzamos sobre las 16:00. Estamos a 5.800 metros de altura y me siento bien. Sólo un pequeño dolor de cabeza nos recuerda que estamos muy alto. El lugar me encanta y es un refugio montañero muy agradable, con dos módulos rectangulares de metal unidos en forma de L. En un módulo se encuentra la cocina y el comedor y en el otro la zona dormitorio con 6 camas en total, 2 literas de 2 camas y 2 camas más, todas a ambos lados de un estrecho pasillo. Las chicas eslovacas descansan ya en las literas, pues llegaron hace un rato. El refugio se construyó en 1984 durante las labores de rescate de unas personas que trataban de batir el record del mundo de altura en helicóptero y que lamentablemente fallecieron cuando una racha de viento estrelló el aparato contra la montaña. Entre los fallecidos estaba el piloto César Tejos, y se puso su nombre al refugio en su recuerdo.
La visión del Ojos del Salado desde el refugio es imponente y se adivina claramente la ruta de subida. Es como una inmensa catedral, un lugar de peregrinación donde ejercer mi religión, mi amor por las montañas. Estas inmensas moles hechas de roca, hielo y nieve captan cual si de un imán se trataran mi corazón palpitante que desea con toda su fuerza llegar a su punto más alto, para latir en sintonía y libre desde su cumbre. En definitiva es de lo que se trata, de la búsqueda de la felicidad en tu vida, y una parte de la mía la he encontrado en estos bellos lugares, allá donde el aire es casi irrespirable, donde apenas hay vida, donde las aristas recortan paisajes de un vacío insondable, pero desde donde la vista siempre es la más bella, la más pura.
Nos acomodamos los cuatro en las camas del refugio y tratamos de descansar unas pocas horas. Sobre las 18:00 aprovechamos para cenar una sopa caliente con fideos, para tener el estómago con algo de comida antes del inicio de la ascensión. Preparamos el material que nos llevaremos hacia arriba y sobre las 20:00 nos metemos en los sacos a dormir, o por lo menos a descansar, pues entre los nervios por la ascensión y la altura, apenas podremos echar una cabezada. A las 1:00 de la noche nos levantaremos para intentar la cumbre. ¡Espero que sea un gran día!

Juan, expectante e ilusionado ante el gran reto de la expedición, buscando el reencuentro con las grandes alturas.

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