Martes, 5 de Enero de 2010 (congelación antártica en el día de descanso en Campo II)
Una de las características que definen a las personas que buscan hacer realidad sus sueños es la paciencia y la perseverancia. El empuje y la necesidad que sienten por buscar sus sueños, más allá de las adversidades que te imponga el entorno o de tus propias limitaciones personales. Eso se ha hecho patente hoy día de nuevo, y nos devuelve a la realidad de que nada se consigue sin esfuerzo, paciencia o superación.
La “noche” ha pasado sin contratiempos, a pesar del constante viento que ha barrido con fuerza el campamento. Sin embargo, al levantarnos, una sorpresa nos atrapa duramente. Una maldita calamidad que se gestó silenciosamente hace 2 días, al llegar al Campo II. Ante la emoción de llegar al final de una etapa agotadora, y entre lágrimas, Juan grabó con la cámara de vídeo inmortalizando semejante momento, sólo con sus guantes finos. El frío penetró en su cuerpo y durante todo el día siguiente los dedos de su mano izquierda sufrieron un ligero cosquilleo. Sin embargo, al levantarse hoy día, a pesar de notar una gran mejoría en toda la mano, el dedo índice empeoró ligeramente, presentando una zona blanquecina con poca sensibilidad, en un lateral de la uña, signo evidente de un inicio de congelación. La preocupación de Juan ante este nuevo obstáculo se hace patente. A pesar de que la congelación del dedo no reviste una gran gravedad, la exposición a un frío intenso podría agravar la misma hasta tener efectos irreversibles. La presencia también en el campamento de 2 personas con graves congelaciones en las manos, nos enfrenta a la realidad del frío y sus efectos adversos.
Nos levantamos, vestimos y vamos a desayunar a la tienda comedor. Allí, los guías Pachi, Rob y Namgya ven la pequeña congelación de Juan; junto con los compañeros de expedición, gente experta en congelaciones en montaña, como los 2 checos (Rudy y Pavel) o Steve. Su veredicto es que no es muy grave, superficial, pero hay que mantener caliente el dedo y evitar bajo todo momento que se exponga al frío, pues podría empeorar rápidamente. Así, la mano izquierda de Juan, pasa a convertirse en algo más parecido a una cebolla, de tantas capas que pasa a tener: primero 1 guante fino recubre la mano, luego otro guante fino más caliente por encima, y finalmente una caliente manopla de plumas cubriendo la mano. Y entre medias de los guantes una bolsita calentadora que genera calor durante varias horas. Además, el día de descanso de hoy vendrá bien para seguir la evolución del dedo de Juan.
Fueron pasando las horas, descansando en la tienda y cuidando el dedo todo lo posible. Tanto tiempo en busca de un nuevo sueño, y cuando lo tienes al alcance de tu mano, resulta que tienes un dedo congelado que quizás te impida proseguir adelante. La salud es lo primero, pero ante una situación tan incierta, la mente sólo piensa en poder subir arriba. Por la tarde, Rob y Pachi llamaron al médico del campo base y le explicaron la situación de la congelación de Juan. La decisión del médico iba a ser la definitiva. Si su veredicto era que Juan no subiera, él lo acataría sin problemas. La espera se hizo interminable, hasta que Pachi aparece por la tienda comedor, donde reponíamos energías, y nos comenta que el médico dice que la congelación de Juan no es muy grave, que puede ascender al día siguiente, pero extremando las precauciones, y en caso de hacer mucho frío tendría que darse la vuelta.
La incertidumbre dio paso a la alegría, al empuje que te hace seguir hacia delante. Animados pasamos el resto de horas, ya con la mente enfocada en el ascenso del monte Vinson. Además, para completar la jornada, nos informan que mañana hará buen tiempo, con poco viento y temperaturas no muy bajas. ¡Eso esperamos!
Con ganas e ilusión volvimos a las tiendas. ¡Un nuevo reto nos esperaba!
Juan y Pablo, a la espera del gran día.