Miércoles y Jueves, 13 y 14 de Enero de 2010 (Obra Social en Punta Arenas)
Con la ascensión del Vinson habíamos finalizado nuestro sueño y cumplido con nuestro reto deportivo y compromiso dentro del “Proyecto 7 Cumbres Solidarias“. Sin embargo, la expedición no la consideraríamos completa hasta no realizar el segundo objetivo que nos habíamos propuesto: efectuar una labor social entre los niños más necesitados de Punta Arenas.
El escalar la montaña más alta de cada continente es, para nosotros, un reto deportivo muy ambicioso, y poco a poco estamos dando los pasos necesarios para lograrlo. Sin embargo, no queremos viajar por el mundo buscando solamente ascender montañas. Alrededor de las mismas viven personas, con necesidades, muchas veces con grandes carencias, y a las que normalmente la gente olvida cuando viaja. Las montañas son ahora esa excusa que nos brindan la opción de tratar de ayudar y aportar nuestro granito de arena. Sólo somos 2 personas, pero con ganas e ilusión. Hemos querido ayudar, sin pasar de largo, sin olvidar que hay gente necesitada, a la que podemos intentar regalarles una sonrisa y enseñarle que otro mundo es posible. Por lo tanto, hemos querido dejar nuestra impronta entre los más pequeños, entre los niños más necesitados que viven en las cercanías de las montañas que visitamos, repartiéndoles material escolar y juguetes que les ayuden a dar un paso más en esta dura vida. En esta ocasión, debido a que en la Antártida no existen poblaciones estables de personas, la ayuda social hemos decidido hacerla en la ciudad de Punta Arenas, punto de partida para la expedición al Monte Vinson.
Después de la vuelta a la civilización, y haber descansado de tantos días en el Continente Blanco, nos pusimos manos a la obra para tratar de buscar un lugar idóneo que se ajustara a nuestras expectativas. La tarea no es banal, y el buscar el lugar ideal no es fácil y requiere una búsqueda exhaustiva. No queríamos realizar la ayuda social en un orfanato, o en un hogar de acogida donde ya se recibieran muchas ayudas estatales y nuestra ayuda se diluyera entre las del Gobierno, ONGs y demás. En otros lugares, como en Tanzania o Indonesia, no nos resultó muy complicado buscar el lugar adecuado, pues dichos países sí están muy necesitados de obras sociales y cualquier ayuda, por poca que sea, hace un gran beneficio. Sin embargo, aquí en Chile, nos ha costado bastante. Chile es un país de primera fila económica mundial, a veces equiparable a España y dar con el lugar adecuado ha sido una tarea ardua.
Primeramente visitamos un hogar de acogida llamado Casa Miraflores, regentado por monjas. Allí se hacen cargo de varios niños pequeños, de hasta 9 años de edad, hijos de padres con problemas sociales, que han perdido la tutela, están en la cárcel, etc. Nos enseñaron las instalaciones, hablamos con la madre superiora, visitamos a los pequeños y pese a lo enternecedor del lugar, pronto nos dimos cuenta que no era el lugar indicado. Casa Miraflores recibe bastantes ayudas del gobierno chileno, de varias ONGs y personas adineradas, y nuestro pequeño aporte, aunque bien recibido, sería diluido. Queríamos que nuestra ayuda fuera a un lugar más necesitado.
Así se lo expusimos a la directora y ella nos envió a la Casa Ignacio Zibillo, un hogar donde acogen a niños huérfanos de corta edad. Allí nos dirigimos, con las ganas de poder ayudar por todo lo alto. Nos recibió la directora, que de nuevo nos comentó la situación del lugar, nos enseñó a los niños y las instalaciones. Hay unos 20 niños pequeños, que viven permanentemente en esta casa equipada para ellos, con todo tipo de detalles. Sin embargo, al igual que en el lugar anterior, esta nueva casa de acogida también cuenta con bastantes ayudas del gobierno, y no se ajustaba a lo que estábamos buscando.
De allí nos mandaron a un barrio marginal de Punta Arenas, llamado Alfredo Lorca, donde visitamos un hogar infantil. Los niños y la directora no estaban en ese momento pero nos enseñaron las instalaciones y a pesar de estar enclavado en un barrio pobre, el lugar contaba con unas instalaciones modernas, y de nuevo creíamos que no era el lugar indicado.
Cuando ya casi estábamos desesperados en nuestra búsqueda del lugar ideal, y ya pensábamos en realizar la ayuda social en alguno de los hogares visitados anteriormente, las personas del hogar infantil nos comentan que hay otro hogar, más pobre en las cercanías.
Nos dirigimos allí, y ya sólo el aspecto desde fuera del hogar y las instalaciones nos hizo pensar que éste podría ser el sitio adecuado. Nos recibe la directora y amablemente nos cuenta acerca de la Residencia de Vida Familiar Cardenal Raúl Silva. Nos enseña las instalaciones y comprobamos de primera mano la falta de ayuda de que disponen. Habitaciones viejas, con mobiliario escaso, en un edificio antiguo que necesita una reforma integral. Conocemos a los chicos, y su situación nos conmueve. El lugar nos gusta, y por fin creemos haber encontrado el lugar idóneo. Reciben muy pocas ayudas y en estos momentos tienen 10 niños, de 9 años en adelante, que viven en el hogar. Son hijos de padres con problemas sociales, drogadictos, etc., a los que se les ha quitado la custodia o bien niños recogidos de la calle a los que se les trata de dar una educación y reinsertarlos en la sociedad. Muchos de estos niños han estado viviendo en la calle y la casa de acogida trata de reorientarlos. No son muchos niños y son mayores de los que estamos acostumbrados a ayudar dentro de nuestro proyecto. Dada su situación social, sabemos que difícilmente nos lo agradecerán, que no será tan bonito como hacerlo con niños de corta edad, y que no tendremos momentos tan tiernos ni fotos tan bonitas y emotivas como en anteriores obras sociales. Sin embargo, nuestro fin no es aparentar ser buenos, es tratar de serlo. No queremos tener fotos entrañables, sino saber que hemos hecho lo correcto en el lugar adecuado. No venimos a colgarnos medallas sino a intentar hacer lo mejor posible una humilde ayuda social, que es compromiso fundamental de nuestro “Proyecto 7 Cumbres Solidarias”.
Nos despedimos de la directora y quedamos en vernos al día siguiente, donde entregaríamos a los chicos material escolar, para tratar de ayudar un poco en su educación.
El Jueves 14 de Enero, nos levantamos con ganas de realizar esta humilde ayuda. Por la mañana caminamos por el centro de Punta Arenas en busca de una papelería para comprar el material escolar. Tratamos de que así el dinero invertido repercuta en la economía del lugar, realizando una doble ayuda social. Encontramos una pequeña librería y allí fuimos comprando los cuadernos, lapiceros, bolígrafos, folios, y demás material escolar. La dueña de la papelería, al contarle acerca de nuestro “Proyecto 7 Cumbres Solidarias” se quedó tan agradecida, que quiso hacer su pequeña donación particular a la Casa de Acogida, regalándoles algunas carpetas y demás material escolar. Las buenas obras llaman a la gente a tratar de aportar su ayuda. Luego compramos unos balones de fútbol y baloncesto, que la directora nos había comentado que les haría mucha ilusión a los chicos.
Con la mochila cargada hasta arriba de regalos nos dirigimos a la Casa de Acogida, cual Papá Noeles el día de Navidad. Reunimos a los chicos en el pequeño salón de que dispone la casa de Acogida y fuimos sacando de la mochila todo el material escolar que habíamos comprado, y lo fuimos repartiendo, mientras los chicos lo recibían con alegría y nos aplaudían. Es magnífico el ver la cara de agradecimiento de estos chicos, al ver que unas personas desconocidas se acercan a ellos y deciden ayudarles. Para nosotros el regalo es poder estar con ellos, poder tratar de aportar un granito de arena, y no pasar de largo.
Les encantó el material escolar, pero la cara que pusieron cuando vieron los balones fue de sorpresa total. ¡No se lo esperaban! ¡Todo eso nos recompensa con creces! Ahora, la expedición si la dábamos por concluida. La mitad montañera ya la habíamos terminado, y ahora la mitad solidaria había entregado su ayuda entre los más necesitados. El Club Deportivo 7 Cumbres, cumple con sus compromisos tanto sociales como alpinísticos. Ahora sí que tenemos nuestra cumbre al completo.
Juan y Pablo, repartidores de sueños entre los niños más necesitados.