Viernes, 1 de Enero de 2010 (Ascenso al campo I, Low Camp, 2750m)

¡Qué mejor forma de empezar el año que rodeado de montañas y ascendiendo por sus laderas en un día soleado en medio de la Antártida! Hoy nos hemos sentido dichosos por estar en un lugar tan especial, tan lleno de encanto, que tan difícil es de explicar con palabras. ¡Sencillamente indescriptible!

Debido a las 24 horas de permanente luz, una de las cosas buenas que tiene la Antártida es que no hace falta madrugar. Hoy nos hemos llevado una sorpresa: ¡hace buen tiempo! Sin nubes en el horizonte podemos contemplar asombrados el farallón rocoso del Monte Vinson enfrente nuestra. La vista es tan espectacular que no cabemos en nuestro gozo. Después de varios días con mal tiempo, la Antártida nos brinda su más bello paisaje.

Desayunamos en la carpa comedor y acto seguido nos disponemos a preparar los trineos que utilizaremos hoy en nuestro ascenso al Campo I, también llamado Low Camp. Dichos trineos nos permitirán llevar más carga, y su uso es factible debido al ascenso gradual de la etapa en este día. En total llevaremos unos 20 Kg en el trineo más unos 15 Kg en las mochilas que cargamos a las espaldas. A las 13:30 por fin, con unas ganas locas, iniciamos el ascenso. Vamos encordados con nuestra guía Pachi, pues durante el recorrido atravesaremos algunas grietas traicioneras, que debido a la nevada de estos días estarán tapadas. Es la primera vez que llevamos unos trineos, pero la práctica la cogemos pronto y avanzamos con ánimo. Cuando llevábamos recorridos una parte del recorrido, la Antártida y su sol austral nos regalan un fenómeno increíble. Rodeando al sol, un arco iris circular nos deja estupefactos. Nunca habíamos visto algo similar. Pero el regalo no está completo aún, pues el viento al levantar la nieve deja en suspensión partículas de nieve formando la conocida “lluvia de diamantes”, una verdadera maravilla de la naturaleza.

Seguimos adelante, esta vez justo debajo de la inmensa pared rocosa que desciende del Vinson. Los amplios corredores, con sus glaciares agrietados nos hacen sentirnos como hormigas ante tanta inmensidad. Vamos avanzando paralelos a este farallón rocoso durante varios kilómetros disfrutando del ambiente antártico, a pesar del cansancio y el esfuerzo que supone el trayecto de hoy. Por fin, tras unas 5:30 horas de marcha alcanzamos el Campo I, a 2750 metros de altitud. Hemos subido unos 600 metros de desnivel en el día de hoy.

Una vez en el campamento nos disponemos a preparar el terreno sobre la helada nieve, para montar las tiendas y poder descansar después de esta jornada. Las tiendas las montamos resguardadas del viento detrás de un muro hecho con bloques de hielo. También tenemos una tienda comedor triangular montada sobre un agujero en la nieve donde se han esculpido en el hielo asientos a los lados y una parte para cocinar; un lugar donde no se está nada mal. La cena que nos preparan los guías Pachi, Rob y Namgya nos sabe a gloria; y junto con los 2 checos (Rudy y Pavel), Steve (Nueva Zelanda) y Peter (Australia) disfrutamos del momento.

La vista del campamento es espectacular. Nos encontramos en una amplia llanura, justo debajo de la pared del Monte Vinson, donde se intuye la subida que nos esperará en los próximos días para ascender al Campo II. A un lado se observan varias montañas pertenecientes a la Cordillera Ellsworth, como el Monte Epperly y el Monte Shinn. Un panorama espectacular, como pocos hemos visto en nuestras vidas.

Bajo la luz permanente de la Antártida, nos metemos en la tienda a descansar.

Juan y Pablo, desde el Campo I, llenos de optimismo antártico.