6 de diciembre de 2011

Día 37: La vida en la tienda (1)

Horas de marcha: 9h30 ‘- Acumuladas Totales: 181h45
Km./Día: 22 – Acumulados Totales: 356,4 Km. Faltan hasta Polo Sur: 788,6 km.
Días avanzando: 22 (18 Solo) – Días parado: 15 (0 Solo – Total Días: 37

Hoy se me ha hecho un día duro y pesado. La superficie era bastante plana, pero el 80% tenía la nieve fuerza blanda y costaba horrores tirar del trineo. Entre eso y, me imagino, el cansancio de la etapa de ayer (o el hecho de llevar 18 días sin parar), el hecho es que me ha cogido un ‘Pajarón’ impresionante. He estado más de 4 horas con la intención de parar allí mismo y montar la tienda, pero iba continuando a trancas y barrancas, e incluso notaba como me iba torciendo. Me he parado el doble de veces de lo normal a beber y comer, y me he tomado el doble de productos energéticos Power Bar de lo que suelo hacer cada día. Al final, gracias a ello, he ido tirando, y las últimas dos horas incluso me he encontrado bastante bien.

Estoy en el umbral del paralelo 83 (pasaré mañana durante la primera o segunda hora), por lo tanto, prácticamente conseguido el objetivo de hacer este grado en 5 días. Lo que tengo claro es que, mal tiempo a parte, no puedo tardar más de 5 días en hacer cada grado. Esto querría decir 35 días desde ahora hasta el Polo Sur …. y a partir de ahí, a mejorar todo lo que se pueda.

Hace días que quiero contar algo más genérico de la expedición, fuera de la explicación concreta de la etapa. Pero para poder decir qué ha pasado durante el día y no quererme enrollar más, lo voy dejando pasar. Y además, veo que hay algún comentario en la Web, que pide este tipo de explicaciones. Así que de vez en cuando, iré hablando de algún tema más genérico (no concreto del día), una vez hecha la crónica de la jornada. Así los que ya tengan suficiente con ver que ha pasado durante el día, que se paren en la raya… y los que quieren más información, que continúen leyendo.

LA VIDA EN LA TIENDA (PARTE 1)

Hoy hablaré de cómo es la vida en la tienda desde que dejo los esquís hasta que me los vuelvo a poner. Lo haré en dos partes (entre hoy y mañana), porque sería demasiado largo, y pienso que es bastante curioso como para explicarlo un poco bien. Así pues, hoy, iremos hasta el momento de irse a dormir:

Con tantos días, uno desarrolla una rutina que le lleva a hacer casi exactamente lo mismo cada día. Por tanto, el orden de lo que os cuento es casi exacto o con poquísimas variaciones.

Aproximadamente hacia las 18h, tras haber hecho las horas de marcha o kilómetros del día, y elegido el lugar adecuado para acampar, pongo el trineo en perpendicular a donde irá la tienda para que corte un poco el viento, y me dispongo a montar la caseta. La tarea de montaje era uno de los temas que más me preocupaba yendo solo, pero después de 18 días ya tengo tanta práctica, que incluso con un viento intenso, me salgo muy bien y cada día lo hago con menos tiempo. Una vez bien acuñada, cubro de nieve todos los alrededores para aislarla más del viento, hago un agujerito en el avance para poder entrar y salir mejor, y lleno de nieve medio avance para poder fundirla tanto para cenar, para desayunar, como para llenar las garrafas.

Ya montada la tienda, traslado todo lo que necesito del trineo. Normalmente son unas tres bolsas pequeñas, la garrafa de combustible y un petate grande donde llevo lo más necesario. Con todo dentro, reviso que no me olvide nada y, sobre todo que tenga la comida necesaria, pues una vez puesto en la caseta, no quiero salir hasta la hora de partir del día siguiente.

Antes de entrar definitivamente dentro, y si no hace una tormenta horrorosa, intento hacer algunos estiramientos fuera. Y si hace un frío excesivo, los hago dentro justo antes de ponerme en el saco.

Desde que llego al lugar, hasta que entro en la tienda, suele pasar una hora entre todas las tareas.

Ya puesto en la tienda, lo primero es quitarse toda la ropa de abrigo y los utensilios que llevo colgados siempre del cuello: brújula, GPS y cámara de fotos. Seguidamente, un gran momento del día, pues toca quitarse las botas (¡Qué gusto!). Y entonces me quito los calcetines con mucho cuidado para no desmontar los líos que llevo hechos artesanalmente con cinta americana, pues si van aguantando, no los toco para nada. En quitarme el calcetín le doy la vuelta y lo pongo a secar, y en la parte de dentro veo una capa natural (Made by el sudor y la mierda), que seguro que es la que me está curando las ampollas de los pies, y que me ayuda a cuidarlos para que no empeoren. Cabe decir que, de momento, sólo estoy utilizando de forma alterna, dos pares de calcetines, pues me van tan bien que quiero apurar al máximo con estos, ¡hasta que se me escapen solos corriendo hacia la basura!

Una vez desvestido y con ropa de abrigo nueva (forro polar por el cuerpo, gorro, botines de plumas por los pies, etc …), me dispongo a preparar y ordenar mínimamente la tienda. Es una operación muy rápida, pues ya tengo la costumbre de poner cada cosa concreta en un lugar. También pongo toda la ropa mojada o congelada extendida en una goma que tengo en el techo, de modo que se seque mientras caliento el agua. Todo esto se acaba hinchando la colchoneta y estando ya preparado para vivir algunas horitas de confort dentro la expedición.

Como todo esto suele pasar alrededor de las 19h30, entonces aprovecho para llamar a mi mujer, María, y tener la única conversación de todo el día. Intentamos no sobrepasar los 15 minutos, ya que esto del satélite es caro, pero pocas veces lo conseguimos. Tengo la suerte de que los de “Fibertel-Iridium” me han cedido los dos teléfonos que llevo, y me han puesto en una tarifa súper rebajada sobre el precio normal de las llamadas de satélite. A mi mujer le explico cómo ha ido el día por si tuviera que hacer ella la crónica de la web, y entonces ella me cuenta cosas de la vida real en nuestro país. Hablamos de los típicos temas… como por ejemplo los niños: Que si a uno le han expulsado de la escuela, que si el otro ha tirado una maceta en la cabeza de una yaya desde la ventana, que si el tercero ha escapado de casa… ya se sabe, ¡cositas de críos! O a veces hablamos de amor: Que si mi mujer me dice que ha empaquetado todas las cosas y las ha enviado a casa mi madre, que si ha cambiado la cerradura de la puerta de casa, que si acaba de presentar una demanda de divorcio en el juzgado … nada de importancia … ¡cosas de parejas! O a veces me informa de la realidad cotidiana: Que si Rubalcaba ha ganado las elecciones, que si España va como una moto y vuelve a crecer el 10% y las bolsas están subiendo a tope, etc … ¡cosas de la vida!

A las 20h en punto llamo cada día a la base de Union Glacier para darles a ellos mis coordenadas. Es un seguimiento de seguridad obligatorio que tenemos pactado, pues si en dos días no recibieran mi llamada, pondrían en marcha una operación de rescate de forma inmediata.

Después de esto, me preparo la cena. Mientras empiezo a fundir nieve, empiezo un paquete de embutido de 100 o 150 gramos, y un corte de queso. Me como la mitad de cada como aperitivo, y guardo la otra mitad para el día siguiente para desayunar. Después me toca siempre un Sopinstant que bien calentita entra de maravilla. Y entonces el plato principal. Un día como pasta y otro, otra cosa. Como pasta llevo fideos a la milanesa, a la boloñesa y la carbonara, y como otra cosa puedo elegir entre puré de patatas con carne, lentejas estofadas con jamón, o arroz con carne y cebolla. Todo esto son productos que venden ya preparados y liofilizados, y que están listos en un momento con un poco de agua hirviendo, y no requieren ensuciar ningún utensilio de cocina. Al final, siempre cae algo de postre. Voy cambiando cada día, alterno entre postres más sencillos como son frutos secos, orejones o un corte de turrón; con un postre liofilizado, que están buenísimos. De estos tengo de tres tipos: Compota de manzana, yogur de frutas silvestres o mousse de chocolate … cada día que toca postre liofilizado ¡es una gran fiesta!

Bien harto, me lavo los dientes, hago un pis y hacia el saco. Cabe decir que el pis no lo tengo programado, claro. Siempre hago pipí arrodillado en la tienda, dentro de una botella expresa que tengo para ello, y lo vacío en un agujero que antes he hecho a un lado del avance de la tienda, donde también van a parar los líquidos sobrantes sucios de la comida. Nunca se tira nada sólido, pues esto todo a la basura, que cargo en bolsas dentro del trineo.

Una vez en el saco, me quedo un buen rato incorporado (como se ve en la foto), y aprovecho que la tienda está caliente después de haber cocinado, para conectar el ordenador y hacer esta crónica diaria, y mirar si recibo o tengo que contestar algún mail. Sólo puedo recibir/enviar mails a 8 personas, pues es un sistema muy restringido para evitar cualquier problema, y con estas personas ya sabemos qué se puede y qué no se puede enviar. Estas 8 personas son: Montse Bertran (que se encarga de coordinar esta web), Sandra García (Prensa), Oliver Vallès (Coordinación de proyecto), Rafael Galán (Temas del proyecto y de trabajo), Joan Riedweg (por la preparación del documental que queremos hacer), Mónica Palencia y Ignasi Ubach (por temas de trabajo), y mi mujer por temas varios ….

Después de esto anoto los detalles del día en una libreta, y en otra me hago un hartón de apuntar ideas, conceptos o animaladas que he ido pensando durante toda la marcha. Finalmente, y esto suele ser hacia las 10h30/11h, me leo una de las tarjetas que entre mi mujer y algunos amigos me han preparado para cada día con un mensaje concreto, me pongo la máscara para evitar la luz, y a dormir, que al día siguiente ¡hay guerra otra vez!