3 de agosto de 2012
Viernes, 3 de Agosto de 2012: (Subida definitiva al refugio a 4.075 metros):
Después de varios días aclimatando en los alrededores y de haber hecho un porteo de comida hasta los 4.075 metros, hoy por fin subiré definitivamente hasta el refugio que está a esta altitud, y que utilizaré como campo base. Aquí me quedaré los días necesarios para terminar la aclimatación, y hacer el intento definitivo a la cima del Elbrus.
El día amanece nublado. Desayuno y preparo la mochila con todo el material montañero que me subiré, que incluye ropa adecuada para el intenso frío que puede reinar en esta montaña, crampones, piolet, etc., junto con la tecnología que llevo, como un teléfono satélite, dos cámaras de fotos y una cámara de vídeo, un ordenador desde donde escribo las crónicas, y un panel solar para recargar todas las baterías. Serán alrededor de 20 Kg, que mi pobre espalda tendrá que soportar. !Quién me manda meterme en estos berenjenales!
Desde Azau subo de nuevo utilizando los teleféricos, pero esta vez el más antiguo no está en marcha y subo por uno más moderno, con telecabinas más pequeñas, pero más cómodas.
El tiempo sigue muy nublado y ni siquiera puedo disfrutar de las vistas del Elbrus. Al llegar a 3.450 metros, hago transbordo para coger el telesilla, pero cuál es mi sorpresa cuando veo que está parado y una aglomeración de montañeros se agolpa como si fuera hora punta en el metro. Aprovecho para dar una vuelta por los alrededores, y descubro un monumento de piedra, con los nombres de las innumerables víctimas de la segunda guerra mundial que hubo en esta zona.!Sí, hasta este remoto lugar llegó la guerra! Hitler quiso conquistar el Elbrus y toda la región circundante, debido a su inmejorable posición estratégica y cruentas batallas se desarrollaron entre alemanes y rusos por la posesión de estas tierras.
El telesilla arranca, pero me toca esperar cola, pues varias expediciones comerciales que llevan mucho material van primero. Por fin me subo y en unos 15 minutos alcanzo la altura de 3.700 metros. Inicio la ascensión, sobre las 12:00, siguiendo la misma ruta que hice ayer, de camino al refugio. Ascendiendo progresivamente por las laderas bajas del Elbrus, mientras de nuevo las “orugas mecánicas”, con su ruido infernal, contaminan la belleza del entorno. Sigue nublado, y no se observan ni por asomo, las cumbres gemelas del Elbrus. Metro a metro voy ganando desnivel y en poco menos de 2 horas me planto en el refugio, justo cuando empieza a nevar copiosamente.
Una de las 5 casetas que forma este refugio será mi humilde morada durante varios días. Allí dejo la mochila, recojo la mochila de comida que me habían guardado los chicos turcos ayer y me acoplo como mejor puedo en la litera de madera. El tiempo no es muy bueno, y la tormenta arrecia, por lo que me quedo dentro de la habitación descansando y echando alguna cabezadita. Más tarde, me desperezo y salgo fuera, cuando justo me encuentro con los dos chicos turcos, Ahmet y Maksut, que bajan de hacer cima en el Elbrus, a pesar del mal tiempo.
Luego, en la caseta cocina me preparo la cena. La cocina es bastante confortable, con 2 mesas y asientos; una cocina donde calentar la comida, estantes varios,etc. Yo me he traído mi propia cocina montañera, y ahí me preparo una sopita calentita que sienta de vicio y de segundo pasta con atún. El agua para cocinar la cojo de los regueros que corren por el hielo, justo enfrente del refugio. Tras charlar con un grupo de chicos checos, y viendo que el tiempo ha mejorado un poco, me voy a dar una vuelta por los alrededores, donde hay otros refugios situados en la franja de roca que queda libre de las nieves. Entre ellos están los restos de un refugio enorme que había aquí, llamado Priut 11, que se quemó por completo en 1998, y hoy sólo sus ruinas permanecen en pie, entre un montón de suciedad. También hay un monolito rocoso, coronado por una bandera, donde hay varias placas conmemorativas a aquellas personas que fallecieron en su pugna por ascender esta bella montaña. Mi más sentido pésame.
Las horas pasan mientras poco a poco va atardeciendo y el sol se pone en el horizonte, pintando de bellos colores rojizos la espectacular hilera de montañas del Cáucaso que diviso desde el refugio. No podría haber mejor final para este día.
Juan, a 4.075 metros, con los ánimos por todo lo alto.
Club Deportivo 7 Cumbres
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