Resultado expedición Gutioli 2015
Se veía venir, la fecha no era propicia, la “pachamama” no me iba a dejar.
Había reunido al grupo más grande hasta la fecha para tratar de coronar esa supuesta ciudad perdida que todavía yacía en la profundidad de la selva de Madre de Dios. Cuatro botes “peque peque” partíamos el 5 de diciembre al corazón de la selva. La logistica era buena y los nativos se encontraban motivados. Tras varios días surcando el río en el bote, acercándonos a las cabeceras de los ríos, el tiempo se tornaba gris, y la tercera noche los truenos y relámpagos volvieron a acongojar mi corazón a las puertas del último riachuelo. Esas inquietantes tormentas decidían no desaparecer y os aseguro que en ningún otro sitio uno se siente tan cerca de la tormenta, truena demasiado fuerte, quizás queriendo espantar al profano.
El paso hacia nuestra segunda parte de la expedición estaba cortado, y el riachuelo que pensábamos utilizar para ascender a lo alto de la colina era ahora un caudaloso río. Decidimos abrir camino con el machete por el bosque, tratando de atajar un tramo buscando de manera tangencial el riachuelo, tratando de alcanzar un punto donde el caudal fuera más bajo, según las informaciones de los amarakaeri, tratar de alcanzar las ruinas por la vía de bosque era un periplo impensable debido a la accidentada orografía en esa zona. Tras un día más abriendo camino por el bosque, la estampa no mejoraba y los ánimos de los amarakaeri se vinieron abajo, era imposible cruzar ese riachuelo. Yo no soy ningún Superman, y si los amarakaeri no lo ven claro, mucho menos lo iba a ver yo.
Decepcionado y frustrado, una vez más nos tuvimos que dar la vuelta cerca de nuestro objetivo, cerca de un lugar donde según las comunidades nativas siguen diciendo que existe un gran complejo arqueológico. Un patrimonio que felizmente observo como empiezan a valorar y a tratar de poner en valor. Donde nadie parecía mirar, parece que a la luz del interés de un loco español, se han removido muchos intereses. La disposición de algunas comunidades mejora, el blanco extraño español ya no lo es tanto y veo como aquel rostro en piedra hallado hace tres años, se ha convertido en el icono del área, utilizado incluso en posters, camisetas y presentaciones oficiales.
Allá silenciosamente me siento orgulloso de los progresos, aunque nadie reconocerá el esfuerzo y trabajo de un español.