Naufragios y carpaccio de beluga

TEXTO: Miguel Gutiérrez Garitano

Una boda inuit es una extraña mixtura entre tradición y modernidad. Destacan los trajes tradicionales: Los novios visten a la antigua usanza, él con anorak blanco y ella con un colorido abrigo; y ambos con pantalones y botas de piel de foca. Tuvimos la fortuna de ser invitados a su boda por Nunarleq Mathaussen, un puro inuit que se casaba con Ane, una chica local con rasgos nórdicos.

-Estamos muy contentos -nos confesó el novio en perfecto inglés-, porque hemos sido padres hace poco. Hoy celebramos la boda y la llegada de nuestro primer hijo.

Frente a un arco adornado con flores y globos azules -en los que podía leerse «ha nacido varón»-, sobre el porche, se ofrecía una canapeada de lo más insólita: albondiguillas de ballena, menudillos de oso polar y ensaladilla rusa; y después, el plato estrella:

-Lo ha traído un amigo a manera de regalo -comenta Steve, el hermano del novio, que es el bombero de Upernavic y también el taxista. Mientras habla desenvuelve un bulto enorme que resulta ser una cabeza cercenada de beluga, que el pavo planta en el suelo del porche.

-Comeros la grasa de los bordes, es lo mejor -nos recomienda.

Luego nos invitan en el interior a tarta y a café. La casa está llena de familia, pero apenas escuchamos un sonido; la fiesta es tan silenciosa como el mismo pueblo; uno camina entre las casitas prefabricadas de colores -todas ellas palafitos de madera- y se encuentra a los vecinos con cuenta gotas; y eso que estamos en verano, cuando el sol no se pone en todo un mes. Se diría que los inuits no tienen ni curiosidad; no hay ni jubilados asomados a las ventanas. Lo cual se invierte en el puerto, donde niños y adultos se apelotonan frente a los veleros como quien va al cine, y pueden tirarse toda la mañana atisbando la más trivial de nuestras actividades.

En busca del paso del noroeste

El primer día el Northabout estaba solo en el muelle. Pero al segundo día presidía una hilera de cuatro barcos. Aventureros de toda Europa forman sus tripulaciones. El francés Brizhilli ha desistido de la aventura de cruzar el paso del noroeste, después de que su propietario desembarcara en Nuuk por un ataque de nervios. El Berg polaco, en misión ecologista, también regresa. Y solamente nosotros y los austríacos del Zulungus continuamos ruta; ellos hacia el mítico paso del norte canadiense; nosotros hacia el estrecho de Nares. La atmósfera destila aventura, pasión y ganas.

El 18 de julio probamos el barco y a la tripulación navegando entre los hielos y los islotes en torno a Upernavic; nos acercamos a un enorme iceberg de cuyos costados caen auténticos torrentes. La maniobra es peligrosa, pero Stewart sabe por qué costado debe acercarse a estas catedrales de hielo, para no ser aplastado por un bloque como una cucaracha por un elefante.

Bajo una pared de cientos de metros escalada por primera vez por el mítico navegante y escalador Bob Shipton, realizamos las primeras filmaciones del barco desde la Zodiac; no muy lejos yace bajo las olas el yate del legendario explorador, el Dodo`s Delight, que cayó presa de un incendio. En el cementerio de Upernavik está también la tumba de Navarana, la esposa inuit del gran explorador ártico Peter Turgen; el pionero, junto a Knud Rasmussen el más famoso explorador de los desiertos árticos groenlandeses, tuvo que instalar el monumento a parte del cementerio oficial, pues su mujer no era cristiana y fue vetado por la iglesia. Eran los tiempos de las grandes epopeyas, cuando Upernavic estaba hecho de casas de turba, como cavernas ocultas de la vista y protegida frente a los elementos.

Lujos posmodernos

Hoy cunde una mezcla de viejas costumbres y lujos posmodernos que chocan al menos avispado; la gente, hasta los más jóvenes, fuman, visten de marca y operan punteros teléfonos móviles. Lo cual no es óbice para que los locales mantengan sus trineos de tiro y a sus perros, que ladran ariscos por todo el vecindario.

-Hay un gran desarraigo y pérdida de identidad- le cuenta a María Valencia, nuestro médico, Hans Kallerup, el galeno local. «Eso provoca -continúa- muchos casos de suicidios y alcoholismo entre los locales». Todo ello se potencia por los rigores del invierno ártico con largos meses de oscuridad completa; y con los peligros propios de la tierra.

-Hay algunos accidentes cuando los pescadores salen sus lanchas rápidas. Conocen la niebla y esquivan el colapso de los grandes icebergs. Tampoco temen al oso. Es el hielo negro, totalmente transparente, el que a veces los hace zozobrar; y en las aguas de cinco grados, la muerte se produce muy rápido.

La información nos la da el oficial de policía Niels Voldbaek que además asegura que estos fenómenos se ven alterados y multiplicados por el cambio climático. Su compañero Esra-Klaus Berthlesen, que es oriundo de la zona, sentencia: «desde hace unos años el verano dura dos meses más. Al menos hasta noviembre».