Texto: Susana Pinar y Miguel Ángel Puig-Samper

Boletín 32
Paisajes literarios

Francisco Noroña es uno de esos muchos viajeros y científicos españoles desconocidos y olvidados. En el siglo XVIII, este botánico viajó por Java, Mauricio, Madagascar o Filipinas, donde murió en 1788. Su obra es pionera y básica para conocer la historial natural de Filipinas, así como la flora de Java, Mauricio y Madagascar. Un libro recientemente publicado por el CSIC y Ediciones Doce Calles, saca a la luz su vida y su legado como viajero y como científico.

Como ocurre con otros viajeros y expedicionarios españoles, botánicos, médicos, biólogos o cualquiera que fuera de Francisco Noroña ha pasado desapercibida para la para la mayoría del público e incluso para muchos estudiosos de la historia natural. Custodiada en algunos archivos, su vida y obra se presenta fragmentada y en trazos; el alcance de su labor y de sus conocimientos la hemos podido conocer a través de un laborioso seguimiento en los papeles que nos remiten a los objetivos y alcances del proyecto ilustrado en sus últimos años.

Algunas publicaciones nos dieron las primeras pistas de Francisco Noroña, de su dedicación a la botánica, y de sus viajes y recolecciones en Filipinas, Java, Madagascar y Mauricio, donde murió en 1788. Su obra es pionera y básica para conocer la historial natural de Filipinas, así como la flora de Java, Mauricio y Madagascar. Entre su legado se encuentran alrededor de 800 descripciones de especies vegetales, 106 láminas botánicas y 2 láminas zoológicas de la isla de Java, 12 láminas de animales, reptiles, insectos y crustáceos, un diccionario español-javanés y un diccionario malgache-español.

Su accidentada vida marcó en parte el destino de su obra que, lejos de depositarse en España, fue remitida a Francia. Estas primeras pistas nos guiaron a la biblioteca del Museo de Historia Natural de París en donde encontramos el diario de su largo viaje por Filipinas, Madagascar, Java y Mauricio. Más allá de ser un diario, este documento ofrece una valiosa información botánica de gran valor para la historia natural de estos territorios. Descripciones y dibujos de la flora acompañan el relato de este naturalista español nacido en Sevilla en 1748, de cuya vida a penas conocemos algunos datos. Médico de formación, Osuna, París y Londres fueron las primeras escalas donde completó sus conocimientos. De allí pasó a la India, a la costa de Coromandel, situada en la parte oriental, en donde se estableció un tiempo en la localidad de Pondichery, colonia francesa en donde practicó la medicina. De Pondichery pasó a Filipinas, en donde se instaló en Manila, ciudad en la que permaneció de 1784 a 1786.

FILIPINAS, LA GRAN OBRA

En Manila emprendió su gran obra, bajo el mecenazgo del oidor de la real audiencia e intendente general de ejército y hacienda, Ciriaco González Carvajal. Nos referimos a la Historia Natural de Filipinas en la que se inventariaban y examinaban los recursos naturales del archipiélago filipino, de los reinos material, mineral y vegetal. También por mediación de Ciriaco González Carvajal, Noroña accedió al cargo de oficial primero de la secretaría de la superintendencia, donde apenas llegó a estar tres meses. En este hecho y en la partida de Filipinas de Noroña pesó la decisión del gobernador José Basco y Vargas, quien no le consideraba una persona cuyos conocimientos podían redundar en beneficio de la Corona y, en concreto, en el fomento de la Compañía de Filipinas, creada por Carlos III en 1785. Las presiones del Gobernador le obligaron a abandonar Filipinas al no reconocérsele su condición de médico por no poder acreditarla con sus títulos que, como alegó, había perdido en una tormenta que le sorprendió llegando su barco a Ceilán. A pesar de la protesta que el Intendente envió a Gálvez por considerar injusta y dirigida contra alguien en concreto la disposición del Gobernador, el Rey aprobó dicha disposición que, comentaba, no expulsaba a Noroña de Filipinas sino que le limitaba la práctica de la medicina, con lo que, la partida del naturalista de Manila respondía sólo a su voluntad.

Pero, volviendo a sus trabajos en Filipinas, hay que destacar que Francisco Noroña fue un precursor de otros naturalistas que años después se dedicaron a impulsar los cultivos de algunos de los productos que mayor rentabilidad ofrecían en este archipiélago. Nos referimos a Juan de Cuéllar y a sus estudios sobre la morera y la canela. Los trabajos de Noroña, el Método de criar gusanos de seda y la Disertación instructiva sobre la canela, y el método de cultivarla, como se practica en Ceylán -publicadas en 1785 y comienzos de 1786 respectivamente son antecedentes de las investigaciones que posteriormente se llevaron a cabo, y que gracias a su visibilidad tuvieron un mayor alcance y repercusión. Aunque Noroña apenas pudo ver el alcance que estos escritos tuvieron, por su marcha de Filipinas y su rápida muerte, una vez más conocemos la trascendencia de su obra buceando en la historia. Esta vez fue en el Archivo General de Indias, en la correspondencia entre el intendente de Filipinas y el ministro José Gálvez, en donde localizamos copia de los dos trabajos comentadosw. La importancia de sus estudios para la economía e industria de Filipinas fue lo que motivó que tras la publicación del Método de criar gusanos de seda se ordenara su inmediata traducción a todos los idiomas que más comúnmente se hablaban en las islas: español, tagalo, visayo y pampango.

En la Disertación instructiva sobre la canela Francisco Noroña resumía el debate en torno a la naturaleza real de la canela, los diferentes tipos, la descripción del árbol que, en función del lugar, se conocía con distintos nombres e incluso variaba del canelo, como era reconocido en Ceilán, al Samboangan, Calingad y Malacaningad existentes en las islas Filipinas, así como su comercialización.

RUMBO A JAVA

El 22 de marzo de 1786 el azar ponía a Noroña rumbo a Java, en donde, cargado de sus trabajos, manuscritos, dibujos y otros materiales, pensaba continuar su historia natural de Filipinas. Apenas un mes después, el 15 de abril de 1786, llegó a Batavia. Una vez más, Noroña tuvo que abrirse camino en los círculos de poder y académicos con el fin de encontrar trabajo y reconocimiento y, de nuevo, un mecenas. Esta vez su protector fue el ministro Jan Hooyman, uno de los principales socios de la Sociedad Académica de Ciencias y Artes de Batavia, quien tras examinar unas 60 láminas de botánica y de animales (coleópteros) y otros trabajos de Noroña decidió ayudarle para que se instalase y continuara sus trabajos de historia natural. Al igual que su anterior mecenas, Hooyman reconoció la utilidad que los estudios de Noroña podían tener para el fomento de la agricultura, la industria y el comercio holandés.

Bajo la protección de Hooyman, Noroña consiguió alojamiento gratuito en los mismos locales de la biblioteca de la Sociedad Académica a cambio de ocuparse de reordenar sus fondos. Gracias a ello, conoció la obra de otros naturalistas entre ellos Radermacher, fundador de la Sociedad Académica de Ciencias y Artes de Batavia en 1778, y quien había impulsado la exploración de distintas partes de Java y la publicación de los resultados de estos viajes. De ellos el más conocido fue Thunberg, discípulo de Linneo, a quien se le atribuye la Florula Javanica, de 1825.

A través de estas relaciones a Noroña se le encomendó llevar a cabo una expedición por el interior de Java para lo que se le asignó un dibujante, cuatro médicos-herboristas, intérpretes y pasaportes en lengua holandesa y malaya. En un mes Noroña ya había realizado 150 descripciones nuevas entre las que había 24 géneros nuevos que también dibujó. Además de herborizar y llevar a cabo las descripciones de flora y de fauna, los expedicionarios realizaron mediciones de temperaturas, análisis de aguas, observaciones geológicas (composición de los suelos, texturas, etc.), y recogieron restos arqueológicos y leyendas del lugar.

En su recorrido pasaron por distintos lugares y aldeas menores, siendo las más destacadas Pondok Gede, Archa, Cipanas, Cianjor, Beaban, Radjamandala, Churucagon y Chimay, desde donde se dirigieron a Bandung.

Durante su viaje Noroña tuvo algunos problemas con las autoridades de Cianjor, quienes rápidamente se quejaron a J. Hooyman. Lejos de llegar a una solución, Noroña protestó por la falta de atención y de recursos que había tenido durante la expedición, comentó la cuantía que había tenido que adelantar para sufragar los gastos, exigió que le hicieran miembro de la Sociedad Académica de Ciencias y Artes, así como que le devolvieran el dinero que había tenido que adelantar (14.2000 ducatones). Tras no ser aceptada alguna de las peticiones que hizo Noroña, de nuevo puso rumbo a otro lugar. En los trabajos botánicos Noroña, publicados en 17902, se aleja de los sistemas clasificatorios más conocidos, el de Linneo y el de Adanson, a quienes en ocasiones, corrige el nombre que habían dado a algunas familias sometiendo sus métodos a crítica:

Este ansioso deseo de componer nombres de nuevos en las plantas, sin conocer a fondo sus caracteres esenciales, circunstancias, familias, especies, y variedades con la analogía que entre sí pueden tener, ocasiona muchos errores y confusiones en la botánica… Para clarificar los vegetales, es menester no atenerse solamente al examen de una planta seca, enviada de tres mil parajes de la tierra, ni fiarse a una especie o variedad cultivada en un huerto botánico… Los sistemas inducen a error y causan mucha confusión… Si quisiéramos juzgar de la naturaleza de un hombre por el número de dedos, o uñas, un pájaro por el número de plumas, y un árbol por el número de cápsulas seminales, ¿no sería un disparate grande capaz de pervertir toda noción física? ¿Este es el sistema de Linneo?

 

ESTUDIOS EN LA ISLA DE FRANCIA

El 24 de febrero de 1787 inició el viaje a la Isla de Francia, hoy isla de Mauricio, donde llegó dos meses después. Allí conoció a quien tras su muerte sería el heredero de sus bienes, Joseph Cossigny, Correspondiente de la Academia de Ciencias de París. Durante el breve tiempo que permaneció en la Isla de Francia, Noroña pudo describir la flora de uno de los jardines de aclimatación de especies más famosos de la época, el Jardin des Pamplemousses. En el catálogo, que no se limita a una relación de plantas pues de muchas de ellas discute si eran diferentes o simples variaciones cuya denominación no se fundamentaba en criterios botánicos, recoge 250 plantas entre las que destacamos aquellas que tenían una utilidad medicinal y las formas de consumo como eran el arbusto Cerea y que Noroña llamó Themia nitida, el árbol del incienso de Madagascar, el té Bohe y el té verde de China, el palo de águila o agalocho, el arbre de cythere o evi, el árbol de teca o yatí, el palo de nata y el palo de benjuí –utilizados para construir barcos-, el saúco de la Isla de Francia, llamado Cistula corymbosa por Noroña, y los distintos tipos de canela que se cultivaban en el jardín (Cinnamomum de hoja ancha, o Cinnamomum foliis latis, ovatis, frugiferum, y Cassia cinnamomea, odere myrrhe o Cinnamomum perpetuo florens); sobre estos tipo comentaba que la verdadera canela del comercio era la procedente de Ceilán que había sido introducida por los franceses en el jardín, la Cinnamomum foliis latis, ovatis, frugiferum. Asimismo, se detenía en algunas especias como el clavo y la nuez moscada y los experimentos que los franceses habían realizado con el fin de conseguir que tuvieran una calidad superior a las importadas por otras potencias coloniales como era el caso clavo introducido por los holandeses en los mercados europeos.

En el diario Noroña también comenta otras plantas que se cultivaban en los alrededores del jardín como el Jambus ferreus o árbol de hierro, el bois de songe o Picus picta, como la denominó Noroña, el lalù llamado Hibisus trilaciniatus, las pommes de singes cuyo árbol Noroña denominó Sclambico informis, entre otras. Junto a la descripción de las plantas, el naturalista español apuntaba algunos rasgos de la población de la isla, de sus cultivos, como el de la caña de azúcar (introducido por Joseph François Charpentier de Cossigny desde Batavia en 1761-1762) trabajado por dotaciones de esclavos procedentes de Mozambique y Madagascar, así como sobre algunos ilustrados interesados en la historia natural y que, como Joseph François Charpentier de Cossigny, poseían gabinetes bastante curiosos en la isla, como Céré, el consejero François de Chazal de la Genesté, y prefecto apostólico M. du Rocher.

MADAGASCAR, ÚLTIMA ESTANCIA

Su último destino fue Madagascar, donde llegó a bordo del navío René procedente de la Isla de Francia. Según la correspondencia de Céré, Noroña no recibió ayuda para llevar a cabo el viaje a Madagascar, mencionando que una vez más su intención era investigar en la utilidad de las plantas y de los minerales. Su presencia levantó cierto rechazo en los círculos gubernamentales en concreto en el comisario M. du Maine que recelaba de la presencia de un extranjero. En su diario, Noroña recoge a veces de un modo muy general también algunos usos, tradiciones y costumbres de sus habitantes, describe algunos caracteres físicos de la población, y comenta la no existencia de oro. También fue parco a la hora de describir la zoología de la isla entre ellos diversas especies de lemures, como el maki o varicanda, el chiddi, algunos mamíferos como el vondsira, el tenrec, tendràc o tendrec (parecido a un erizo), y algunas aves como la gallina de Guinea, llamada acanga, garzas, búhos, cuervos, etc.; asimismo, prestó poca atención a los reptiles, anfibios e insectos de los que sólo mencionaba que eran muy numerosos, e hizo mención de algunos animales míticos, señalando que eran sólo producto de la imaginación de la población como el Tretetretè o Tratra-tratà, que describían como un cuadrúpedo con cabeza de mono y orejas de hombre. Se desconoce cómo fueron los últimos días allí vividos pues el diario de su viaje no hace alusión alguna y termina con un diccionario de español-malgache.

Su estancia en Madagascar fue breve, sólo cuatro meses tras los cuales regresó enfermo a la Isla de Francia. Entusiasmado en seguir los pasos de Sonnerat y Commerson y trabajar en la historia natural, la enfermedad contraída en Madagascar le impidió realizar una exploración más profunda y elaborar un estudio. Sólo puedo presentar un catálogo de las plantas recogidas en Madagascar que probablemente se corresponde con el Catalogue des plantes de Madagascar par Noroña4, que sirvió como referencia básica a otros naturalistas como Aubert Aubert du Petit Thouars en sus descripciones botánicas de Madagascar que comenzó a publicar a partir de 1801.

Por voluntad de Francisco de Noroña, Cossigny fue el depositario de sus bienes, encargándose de realizar un inventario sus pertenencias y de enviar sus trabajos París. Cossigny quiso inmortalizar su obra con monumento en el Jardin du Pamplemousses, en el que grabasen los nombres de aquellos que habían contribuido difusión de la historia natural, colaborando con ello en de la colonia francesa. Sus deseos no se llevaron a la muerte y azarosa vida, así como sus contribuciones a estas islas pasaron desapercibidas durante muchos años.

BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS:

Pinar García, Susana, Puig-Samper, Miguel Ángel y Pelayo, Francisco, “Francisco Noroña, un naturalista español en el Océano Índico”, Mallo Pacheco Fernández, Daniel y Díez Torre, Alejandro R., De la ciencia ilustrada a la ciencia romántica: actas de las II Jornadas sobre ‘España y Científicas en América y Filipinas, Aranjuez (Madrid), Ediciones Doce Calles-Ateneo de Madrid, 1995: 109-120.

Pinar García, Susana, El sueño de las especias: viaje de exploración de Francisco de Noroña por las Islas de Filipinas, Java, Mauricio y Madagascar, Madrid, CSIC, 2000.

Pinar García, Susana, El explorador del Índico. Diario del viaje de Francisco Noroña (1748?-1788) por las islas Filipinas, Java, Mauricio y Madrid, CSIC-Doce Calles, 2009.

Miguel Ángel Puig-Samper y Susana Pinar son historiadores e investigadores del CSIC. Son autores del libro sobre Francisco Noroña, dorecientemente por la Editorial Doce Calles-CSIC en su colección Theatrum Naturae, de viajeros españoles.

1 Archivo General de Indias, Audiencia de Filipinas, Leg. 904, núm. 82 y Leg. 691.

2 La obra impresa de Francisco Noroña consta de tres artículos póstumos publicados en 1790 en holandés y latín: Noroña, Francisco, “Relatio plantarum Javanensium interfactione usque in Bandung recognitarum â Dno. F. Noroña”, Verhand. Batav. Genootschap Kunst. Wet., 5 (4), 1790: 1-28. Reimpreso en 1827: 64-86. Además de este trabajo la Sociedad Académica de Ciencias publicó tras su muerte otros estudios: Noroña, Francisco, “Altingia excelsa maldice et javanice Rasamala, Lignum papuanum Rumphii herbar. Amboin vol. 2”, Verhand. Batav. Genootschap Kunst. Wet., 5, 1790: 1-20. Reimpreso en 1827: 41-56, y Noroña, Francisco, “Descriptio arboris Ranghas”, Verhand. Batav. Genootschap Kunst. Wet., 5, 1790: 1-9. Reimpreso en 1827: 57-63.

3 Bibliothèque General du Muséum d’Histoire Naturelle, Leg. 42, doc. I. Francisco Noroña, Cuaderno 1º de mi viage a la Isla de Java.