Texto: Fernando Escribano Martín

Boletín 36
Sociedad Geográfica Española

En 1548, el Mariscal de campo Bernardo de Aldana realizó un viaje a Hungría del que queda constancia en un manuscrito que se conserva en un códice de la Biblioteca de El Escorial, realizado pocos años depués. El texto, sólo editado hasta ahora de forma parcial en el siglo XIX, es un testimonio único de su época y de la zona en la que se desarrollaron los acontecimientos.

Hubo un tiempo en el que españoles y húngaros tuvieron mucho en común; entre otras cosas, un emperador y los mismos intereses políticos. Por ello no es raro que hubiese muchos españoles, sobre todo militares, presentes en aquellos territorios de la Europa más oriental, lindando con otros territorios aún mas extensos en poder de los turcos, que controlaban gran parte del Mediterráneo. Hablamos de la frontera oriental del Imperio de Carlos, aunque deberíamos referirnos más concretamente a su hermano Fernando de Habsburgo, nacido en Alcalá de Henares en 1503, su lugarteniente en esta zona del imperio, Archiduque de Austria, Rey de Romanos (así llamaban al sucesor al Imperio) y futuro Emperador. Fue él, de hecho, quien construyó la obra política que se mantuvo hasta la Primera Guerra Mundial y también, desde la batalla de Mohács, 1526, rey de Hungría, en realidad uno de los dos que se nombraron. Era Fernando quien dirigía la política en esta zona del Imperio, el que negociaba y mejor comprendía a los príncipes protestantes, el que se enfrentaba al turco y el que negociaba con él, aunque todo lo hiciera en nombre de su hermano. Por eso, cuando en 1556 Carlos V rompió su herencia y legó la gestión y el trono imperial a Fernando, no se produjo ninguna disrupción en el gobierno. Este final del reinado e imperio de Carlos coincide en el tiempo con el final de la historia que se narra en el texto. No hay una relación directa, pero sí las hay indirectas, pues estamos hablando del final de una etapa, y lo que ocurrió en Hungría es parte de ese final. Para entenderlo, y para entender la presencia de un tercio español en Hungría luchando contra los turcos y contra los húngaros que no reconocían a Fernando como rey, hay que retrotraerse a 1526, a la batalla de Mohács.

ESPAÑOLES EN HUNGRÍA

En 1526, Luis II de Hungría muere frente a los turcos en esta ciudad que era y es uno de los principales pasos del Danubio. Además del rey muere una parte importante de la nobleza húngara, y la batalla supone de hecho la toma y permanencia, con distintas fronteras, de los turcos en el país durante un siglo y medio. Luis II no tiene descendientes, por lo que, en función de los tratados matrimoniales firmados entre los Jagellones y los Habsburgo el reino pasa a ser de Fernando, casado con Ana de Bohemia y Hungría, hermana de Luis II. De forma paralela, otra Dieta elige a Szapolyai Janos (los húngaros nombran anteponiendo siempre el apellido) basándose en la tradición que impide que se entregue la Corona de San Esteban a un rey no húngaro. A partir de este hecho los acontecimientos se desarrollan en varios frentes: por un lado, Hungría se ha convertido en la tierra de frontera entre dos imperios, cada uno basado en una religión, aunque con situaciones internas y poderíos claramente diferenciados. Por otro, los húngaros pretenden recuperar la integridad de su territorio, y para eso se alían y establecen acuerdos con los dos reyes y con el Imperio turco que es el mayor poder en la zona. Fernando de Habsburgo es consciente de esta situación. Tiene un reino prácticamente ocupado una parte importante de sus nobles no le siguen y de hecho obedecen a un rey rival, pero él mantiene los intereses del Imperio germánico que no se puede permitir un enfrentamiento directo con el Imperio turco sin tener solucionados sus problemas internos y él es, además, el heredero al Imperio, y sus territorios patrimoniales (el archiducado de Austria, de donde provienen los Habsburgo) son los que hacen frontera ahora con los turcos. Cada paso tiene que ser medido, y cada estrategia juega parte de un juego de ajedrez donde los peones y los reyes están muy cerca.

En 1548, con el peligro francés conjugado por la Paz de Crépy y la muerte de Francisco I, y la reciente batalla de Mühlberg donde se ha vencido a los protestantes, da la impresión de que se puede hacer frente al problema turco, y las continuas demandas de Fernando de ayuda son atendidas: el Tercio Viejo de Nápoles, comandado por el recién nombrado Maestre de Campo Bernardo de Aldana es enviado a Hungría. Es el inicio de la aventura que narra el texto.

El texto cuenta la aventura húngara de este tercio desde la llegada a Hungría hasta prácticamente tres años después, cuando el ataque turco sobre Lippa le hace abandonar la plaza, y es acusado de traición por Castaldo, su superior y enemigo. El juicio, que se celebra en 1556 por la Dieta de Hungría y del que sale absuelto y restablecido en su honor, no así en su hacienda, es el colofón del libro, y a mi juicio el que motiva el texto. Da la impresión de que alguien, no sabemos quién, muy cercano al mariscal y a la corte española, escribe el texto como exoneración del protagonista para el juicio o como demostración no sólo de su inocencia sino de los grandes servicios prestados al rey, de tal modo que se puede intuir no sólo esta intención en el texto, sino también una correlación con la documentación que se presenta en los juicios que se le realizan.

Tercios españoles.

Un tercio en batalla.

LA FRONTERA ORIENTAL DEL IMPERIO

Cuando analizamos la frontera oriental del Imperio, tenemos en cuenta el peligro turco, y calibramos la importancia de los apoyos que se recibió desde parte cristiana, donde tanto Francia, Venecia, el Papado o los príncipes protestantes jugaron esta baza para su enfrentamiento con los Habsburgo, que sentían este peligro como real, inminente e inmediato. Carlos mantenía la idea de atemperar este peligro y no despertarlo, Fernando por el contrario pretendía conjurarlo: al fin y al cabo ocupaba su reino y podía avanzar en cualquier momento sobre sus estados patrimoniales y sobre el Imperio que en esta parte él gestionaba. La partida geoestratégica se jugaba en varias cortes: Viena, Roma, Madrid, Estambul…pero el campo de batalla era Hungría, y aquí fue enviado el tercio de Aldana.

Si nos fijamos, ambos países, España y Hungría, fueron tierra de frontera y de batalla contra el Islam en periodos no tan lejanos en el tiempo, y la batalla contra el turco se daba en Hungría, en Berbería o se daría dos décadas después en Lepanto. El gran sultán, el que trata con menosprecio a Carlos porque le considera inferior, Solimán el Magnífico, muere en Hungría en 1566, en el cerco a la ciudad de Szigetvar, lo que da cuenta de la importancia del país como frente de batalla.

El territorio al que marcha el tercio es un país lejano, con costumbres, también en lo guerrero, muy distintas, y con un idioma difícil, que sin embargo viene sorprendentemente bien transcrito y utilizado con corrección, con una clara intención de ser exacto.

El texto es un testimonio de cómo funcionaba un tercio, cómo estaba estructurado, cómo se organizaba para la batalla, cómo se adaptaba al terreno, creaba sus defensas, y cómo aglutinaba e integraba las fuerzas auxiliares o aliadas bajo su mando para la batalla. A veces es una especie de cuaderno de bitácora donde se va anotando todo lo que acontece, los problemas, las soluciones, lo que se necesita y lo que se consigue, y siempre desde un punto de vista militar.

Al ser un testimonio tan inmediato, nos hace partícipes de la impresión que causaba en los soldados españoles el país, cómo hacían la guerra, cómo vivían, las condiciones climáticas, la presencia del turco… y este “diario de guerra” no es frecuente, y menos para esta época. Los españoles, y Bernardo de Aldana a la cabeza, son especialistas en fortificaciones, y los soldados entienden esta actividad como parte de sus obligaciones y de la guerra en sí: al fin y al cabo mejora la defensa, evita bajas y garantiza la defensa de un territorio. Pero esta percepción contrasta con la de los húngaros, que en un primer momento se mofaban de esta actividad, hasta que vieron los resultados y se apuntaron y colaboraron en tales construcciones.

Soldados turcos.

Giovahni Batista di Castaldo.

Los nobles húngaros no entienden combatir sin caballos, y menosprecian defender una fortificación pues entienden que es en campo abierto y montados como se da la verdadera batalla. Aldana tiene serios problemas para encerrar contingentes húngaros a defender una posición y para los húngaros, por contraste, es muy difícil entender que un noble (los españoles, italianos y alemanes lo hacen) combata como infante; lo consideran propio de otra clase social.

En el texto aparecen señalados y participando en los acontecimientos personajes que tendrán un importante papel en la historia de estas tierras. Aparece el emperador, Carlos, llamado el Cesar, como autoridad principal y a quien Aldana va a presentar sus respetos al inicio de la narración, también su hermano, Fernando de Habsburgo, quien comanda la política de la zona y quien será su sucesor. Aparece también Maximiliano, Rey de Bohemia, quien parece tomar después el mando de las operaciones, futuro emperador también. Por parte húngara se habla de Szapolyai János (el “rey Juan” del texto), el rey rival de Fernando, ya muerto, pero cuya herencia en su hijo Sigismundo (personaje que después volverá a la política húngara, aunque aquí, todavía niño, debe renunciar a su herencia) es parte de la trama, gestionada por la viuda, la reina Isabella, y por el personaje que en el texto aparece como “el fraile”, Jorge Utiesenovic, el regente del reino nombrado por Szapolyai, y que es asesinado por orden de altas instancias cuando, casualmente, se le había nombrado cardenal. Está también Giovanni Battista Castaldo, noble italiano que aquí aparece como el pérfido y traidor superior de Aldana. Aparecen los gobernadores y señores locales por ambos bandos y al final del texto, quizá para dar importancia al juicio exculpatorio hacia Aldana, pero indicando el futuro cambio en el poder de la casa de los Habsburgo, aparecen Felipe II y el Duque de Alba, que intervienen desde la parte española para rescatar al maestre de campo, y la Reina de Bohemia intercediendo ante su marido y ante la Dieta para salvar a nuestro protagonista.

La Hungría que aparece reflejada en el texto es un país con poco desarrollo urbano y de la que se habla como lugar de batalla en torno a fortificaciones y castillos.

El núcleo del poder está en Viena (Budapest está ya ocupada) y los nobles están divididos en torno al heredero de Szapolyai que en este momento no cuenta por ser un niño, los que apoyan a Fernando (da la impresión de que son pocos) y los que optan por acomodarse a la situación y rendir homenaje al turco que es quien gobierna la región. Se habla de los tremendos fríos que asolan la región en invierno, de las aguas calientes y también de la belleza de los paisajes, aunque en un relato entre lo militar y lo político las licencias literarias son pocas.

El punto de vista es el de la corte de Viena, el de una corte dominada por el sustrato español pero en el que están plenamente integrados, formando un conjunto donde sólo la cúpula es española, italianos y sobre todo alemanes. Esta mezcla de nacionalidades en un Estado, tan propio del Imperio a lo largo de toda su historia, también se observa en Hungría, donde participan de su política personajes croatas, checos o eslovenos. Las fronteras políticas no existen en la geografía, hasta que las marcamos en un mapa o se lucha por su conquista, y estas sensaciones, la de internacionalidad y la de estar hablando de un territorio, esté ocupado por unos o por otros, aparecen claramente reflejadas en el texto.

Desembarco de tercios españoles en la batalla de la isla Terceira, en las islas Azores, fresco de Niccolò Granello en la Sala de las batallas del monasterio de El Escorial.

UN TEXTO OLVIDADO

El texto, como he señalado antes, fue impreso de forma parcial en español, su idioma original, en el siglo XIX. Hay una edición completa en húngaro y otra parcial en polaco. Creo que es un ejemplo de esos tesoros que nuestras bibliotecas siguen conservando pero también ocultando.

Da información de primera mano sobre la política húngara, española, imperial y turca de aquella época, muestra un tercio desde dentro, y da nuevos enfoques a una historia que en aquella zona y aquella época se ha construido sobre no demasiados armazones. Muestra un país desgarrado por la invasión y que busca adaptarse a la situación y recuperar su autonomía, porque su identidad no viene cuestionada jamás. Algunos modos de vida todavía siguen sorprendiendo a los que nos acercamos desde España, y eso sucedió en el XVI y sucede ahora. Recuperar el texto, sacarlo a la luz, permite reconstruir un hecho más o menos puntual de nuestros hechos de guerra, contrastar la alta política (los que se enfrentaban eran dos imperios enemigos, poderosísimos, que chocaban en esta tierra y que buscaban neutralizarse el uno al otro) con lo que supone en la inmediata, la que afecta a los que allí vivían. Todo eso se dirime en Hungría, y arrastra a Bernardo de Aldana a su aventura más importante, de la que salió reconocido y libre tras casi cinco años de prisión, porque a los héroes, si es que es verdad todo lo que se cuenta en el texto, no siempre se les reconoce, y pueden ser arrastrados por la codicia y la traición de otros, aunque sean sus superiores. Pero la justicia del rey, también según el texto, la de Felipe II, la de Fernando de Habsburgo, la de la Reina de Bohemia y la del Emperador, pone a nuestro protagonista en su lugar