Una gran parte de la historia de las exploraciones ha estado protagonizada por navegantes. Desde los míticos viajes de los
fenicios por la costa de África hasta las modernas expediciones científicas a bordo de barcos-laboratorio como el Hespérides, los mares y océanos han sido el escenario de miles de historias de descubrimiento, exploración, naufragios, éxitos y fracasos.

En el siglo XIV, los portugueses abrieron el camino para el descubrimiento de nuevos océanos y continentes, en su búsqueda de una ruta directa a las Indias alternativa a la Ruta de la Seda por tierra. Enrique el Navegante, Vasco de Gama o Pedro Álvares Cabral, entre otros, consiguieron abrir nuevas rutas al comercio portugués y se anticiparon a la gran Era de los descubrimientos que tendría como protagonistas casi absolutos a los españoles.

En los siglos XV y XVI se generalizó el uso de la brújula y surgieron nuevos tipos de naves (carracas, carabelas, pinazas, saicas, galeones) que permitieron hacer viajes cada vez más largos. Fue la época dorada de los navegantes españoles: Cristóbal Colón, Juan de la Cosa, Juan Sebastián Elcano, Álvaro de Mendaña, Vaéz de Torres, Urdaneta, Sarmiento de Gamboa, Legazpi… son sólo algunos de los miles de protagonistas de la apasionante historia de los descubrimientos
geográficos por mar.

Todos ellos afrontaron la navegación oceánica con medios precarios: no sabían determinar con precisión la longitud, los cascos de madera de los barcos eran frágiles, la alimentación y las condiciones a bordo eran completamente inadecuadas para largas travesías. Pese a todo, aquellos hombres consiguieron ampliar enormemente el mundo conocido por los europeos.
A principios del siglo XVI Núñez de Balboa descubrió un nuevo océano, el Pacífico, que abrió nuevos retos a los navegantes: la vuelta al mundo, que completarían Magallanes y Elcano, y la exploración de ese enorme océano salpicado por miles de islas, que durante siglos se conocería como “el lago español”.

El XVIII fue el siglo de los grandes marinos cartógrafos ilustrados y de las expediciones científicas. Entre todas ellas  destacaría la expedición de Malaspina, un “viaje científico y político alrededor del mundo” (1788). Este proyecto tiene
actualmente su continuación en una nueva expedición científica de circunnavegación que recibe el nombre de este marino, un proyecto de investigación interdisciplinar que tiene como principales objetivos evaluar el impacto del cambio global en el océano y explorar su biodiversidad.

La historia de la navegación está llena de éxitos, pero también de naufragios y de historias trágicas. Como la del San Telmo, que desapareció en el Cabo de Hornos el 2 de septiembre de 1819 y que permanece envuelto en la leyenda.
O como la odisea de Shackleton, una expedición fracasada que se convirtió en una de las más asombrosas historias de éxito de la historia de la navegación en condiciones extremas y en un modelo de liderazgo.

En el siglo XIX los avances técnicos en la navegación y la aparición de los grandes buques permitieron que millones de personas viajaran en barco. Dos innovaciones revolucionaron el diseño de los barcos: la propulsión por vapor y la  construcción con hierro. En 1860 los vapores de cascos metálicos ganaron rápidamente terreno a los veleros de madera y los barcos dejaron de ser un medio para el comercio y la exploración para transformarse en un medio de transporte de masas. Fue la época dorada de los grandes trasatlánticos con todo su glamour en las cubiertas superiores, mientras que en las inferiores viajaban millones de emigrantes hacia América.

Lola Escudero.