Boletín 59
Enero – Abril de 2018

Texto: Francesc Bailón Trueba
Fotos: Archivo personal del autor

El autor, antropólogo, viajero polar y apasionado por la cultura inuit, nos habla de los orígenes de este pueblo, sus ritos y costumbres, su organización social y su realidad en el momento actual.

Recuerdo que cuando tenía catorce años empecé a sentir la necesidad de viajar para conocer nuevas culturas y otros pueblos completamente diferentes al mío. Sabía que tenía una vida por delante y todo un universo por descubrir. No quería ni deseaba desaprovechar la ocasión. A pesar de ello, no puedo olvidar que fueron unos hombres vestidos con pieles de animales, que vivían en casas de nieve y que se frotaban la nariz, los que me hicieron desviar la mirada hacia el norte lejano. Hubo un tiempo en que empecé a ver «esquimales » por todas partes: en los libros, en la televisión e incluso en el cine. Aquellos hombres fascinantes hicieron volar mi imaginación y estoy convencido que muchos de los que ahora leen estas líneas comprenderán mis palabras. La aparición de este pueblo en mi vida fue determinante en ese momento y, en cierto modo, marcó mi camino a seguir.

Pesca tradicional

Hielos procedentes del glaciar Sermeq Kujalleq, el mayor productor de icebergs del Hemisferio Norte, y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2004. Bahía de Disko (costa oeste de Kalaallit Nunaat, Groenlandia).

Fue en la primavera de 1997 cuando, trabajando en la biblioteca del Museo Etnológico de Barcelona, comenzó mi verdadera historia con los inuit, conocidos también con el término despectivo de «esquimales». A mis manos llegó un libro que explicaba que los inuit solucionaban sus conflictos internos, excepto el asesinato, improvisando canciones y poemas satíricos. En esos instantes pensé que un pueblo que no recurría a la violencia física para solucionar sus problemas debía ser muy rico culturalmente hablando. Y de esta manera es como decidí orientar mi brújula hacia el Gran Norte, para ir en busca de estos poetas del Ártico.

PARA ENTRAR EN MATERIA

Los inuit son uno de los pueblos que se conoce más por su nombre que por su realidad cultural. Algunos grupos tribales que conforman esta etnia viven en un medio que nada tiene que ver con la idea estereotipada de una existencia en una tierra estéril, helada y dura. De hecho, esta imagen idealizada de los inuit llevando una vida extremadamente difícil, viviendo en los iglús de nieve y cazando focas para comérselas crudas, solo representa al 5% de esta población nativa que en el siglo XIX habitaba en el Ártico. El resto vivía en una amplia gama de medios y recursos diferentes, desde Siberia hasta Groenlandia. Esta visión romántica e idealizada, al igual que el término «esquimal», ha ayudado a crear un concepto de este pueblo que poco tiene que ver con su realidad cultural.

Cerca de 160.000 inuit habitan actualmente en un vasto territorio que se extiende a lo largo de casi 8.200 kilómetros de longitud, desde Kalaallit Nunat (Groenlandia), las regiones árticas de Alaska y Canadá hasta la península de Chukotka (Rusia). Fue en estas extensas tierras polares del Gran Norte donde llegaron hace más 4.500 años los primeros habitantes, originarios de la región del mar de Bering y de la Siberia oriental. Los inuit son un pueblo relativamente reciente (1000 d. C.) y se cree que son el resultado de una serie de fases y variantes culturales de estas primeras culturas paleoesquimales y neoesquimales árticas.

ORGANIZACIÓN SOCIAL Y DIVISIÓN DE GÉNERO

El centro básico de la comunidad inuit tradicional lo constituía el matrimonio. Por norma general, los hombres se casaban cuando eran capaces de procurarse, mediante la caza y la pesca, el alimento necesario para mantener a una o más esposas; las mujeres lo hacían al llegar a la adolescencia.

La ropa de piel es la que más abriga para soportar las temperaturas extremas en las regiones árticas. La parca, por cierto un término inuit, que nos lleva este cazador Inughuit es de piel de caribú, mientras los pantalones son de oso polar y los kamiit (o botas) están hechos con piel de foca. (2004).

Los cazadores continúan cazando focas sobre el mar helado en primavera. Arpón en mano Qulutiana Kristiansen, cazador Inughuit, espera pacientemente a que aparezca el animal en medio de un desierto blanco e infinito. Groenlandia (2004).

Cuando se realizan expediciones de caza y pesca entre los inuit, las capturas son repartidas entre todos los miembros, porque la solidaridad y el cooperativismo en el Ártico son esenciales para sobrevivir. Fotografía de la costa noroeste de Kalaallit Nunaat. Groenlandia (2004).

La comunidad se consideraba la propia familia y se creía que cada miembro debía procurar el bienestar de los demás, por eso siempre se compartían los alimentos. Entre los inuit no existía un jefe tribal (excepto en algunos grupos de Alaska). El «líder» era el mejor cazador y el más capaz de los individuos de la comunidad, no era un atributo hereditario, y su consejo era buscado solo ocasionalmente.

Por otra parte, el trabajo de las mujeres consistía básicamente en cocinar, curtir las pieles de los animales y fabricar las vestimentas. Igualmente realizaban una serie de actividades como educar a los niños, trocear los animales cazados, y sobre todo eran las responsables del mantenimiento de la lámpara de esteatita llamada qulliq. Los hombres se dedicaban básicamente a la caza y la pesca. También construían, junto a las mujeres, los kayaks, los umiaat (grandes embarcaciones de piel), y por supuesto los iglús de nieve y las casas de piedra y turba. Además, eran los encargados de preparar y conducir los trineos, de alimentar a los perros y de fabricar las herramientas para la caza y la pesca.

Yubarta o ballena jorobada en el fiordo de Sermilik, costa este de Kalaallit Nunaat. El mattak, piel y grasa adherida de la ballena, es uno de los alimentos de la cocina inuit que se come crudo y constituye una fuente rica en retinol, vitamina C, vitamina E y Omega 3 ácidos grasos. Groenlandia (2016).

ECONOMÍA DE SUBSISTENCIA

Los inuit vivían plenamente adaptados a la naturaleza y condicionados por las exigencias de un medio hostil. Su ciclo vital alternaba periodos de abundancia y de penuria extrema. Se sabe que los inuit en su dieta tradicional utilizaban 129 especies de peces y animales y 42 especies de plantas como alimento. Durante gran parte del año consumían lo que cazaban y pescaban, pero también acumulaban un excedente para que, cuando llegase el terrible invierno ártico, período en el que la mayoría reducía al mínimo sus actividades, pudieran sobrevivir gracias a los alimentos almacenados. Lo más importante era la supervivencia del grupo y por esta razón en casos de hambre y penuria, los inuit practicaban el infanticidio femenino, o bien abandonaban a los ancianos y los enfermos; actos que eran socialmente aceptados.

Kulusuk, población de la costa este de Kalaallit Nunaat, es uno de los lugares más tradicionales, a pesar de que ya todos los inuit viven en casas prefabricadas de colores y disfrutando de muchas de las comodidades del mundo moderno. Groenlandia (2013).

LA RELIGIÓN DE LOS INUIT

Las condiciones materiales de vida, la rigurosa naturaleza polar, la lucha por la supervivencia, y las frecuentes hambrunas, determinaron el rumbo de la religión tradicional de los inuit. Su culto propiciatorio y sus creencias, ligadas a la actividad económica, constituían para ellos un asunto de suma importancia. Inseguros por el futuro y el éxito de la caza, depositaron grandes esperanzas en sus creencias y rituales. Por ello, desarrollaron una serie de normas de convivencia y estrategias de supervivencia, siendo una de ellas el mantenimiento del equilibrio, la armonía y el respeto hacia el mundo espiritual y el mundo natural.

En sus creencias animistas, todos los objetos, los fenómenos de la naturaleza, los animales, las personas, y los lugares tenían su anua o inua (señor, persona o espíritu). Por este motivo, el mundo animal fue objeto de veneración a través de los numerosos rituales y festividades de caza de las que dependían para el éxito de sus actividades.

Por otra parte, el chamanismo absorbió todos los demás elementos y formas de creencias religiosas inuit. El chamán era el consejero espiritual y el curandero que trataba los problemas físicos y psicológicos de los miembros de la comunidad, ya que con sus habilidades especiales podía averiguar la causa de la enfermedad, los problemas de salud o la poca fortuna en la caza.

Con la llegada del cristianismo, a partir del siglo XVIII, las creencias animistas y los rituales chamanísticos fueron, en la mayoría de los casos, prohibidos. Sin embargo, muchos inuit continuaron creyendo en sus espíritus y ocultando al mundo occidental sus verdaderos pensamientos. A partir de los años 70 del siglo pasado, fueron progresivamente recuperando algunas de sus costumbres ancestrales. Actualmente la religión de los inuit se basa en un neocristianismo chamánico; es decir, que practican un sincretismo religioso buscando un equilibrio entre cristianismo, chamanismo y animismo.

Mediante la caza y la pesca los inuit buscan los alimentos necesarios para su subsistencia. La pesca sobre el hielo es una de las actividades más provechosas para los cazadores, ya que a veces, en pocas horas, pueden obtener más de 300 kg de pescado, como el fletán negro o el bacalao. Fotografía de la costa este de Kalaallit Nunaat. Groenlandia (2013).

Inuit

Inuits

PROCESO DE ACULTURACIÓN Y PÉRDIDA DE LA IDENTIDAD CULTURAL

El proceso de aculturación entre los inuit se agudizó y se extendió en líneas generales durante los años 50, cuando los gobiernos de los Estados Unidos, Canadá y Dinamarca (en el caso groenlandés) decidieron reagruparlos en ciudades, con el objetivo de mejorar la sanidad y la educación de la población nativa. En muy poco tiempo los inuit tuvieron que pasar de la Edad de Piedra a la Era Espacial.

A partir de los años 70 se comenzaron a crear los nuevos territorios nativos inuit gracias a los logros en materia de derechos indígenas, y a un intento de recuperar y revitalizar una tradición en muchos casos perdida. Se trataba de un sentimiento generalizado por la autodeterminación y la revalorización de la cultura inuit. En los últimos 40 años los inuit han conseguido una serie de mejoras políticas, sociales y económicas que les han llevado a crear territorios autónomos como Nunavut (1999) y autogobiernos como Kalaallit Nunaat (2009) y Nunatsiavut (2005). Además crearon su propia organización no gubernamental en 1977, denominada Inuit Circumpolar Council (ICC). Todos estos cambios han hecho que las mujeres inuit cambiaran su rol social y ahora se dedican a ocupar cargos políticos, y trabajan también en el ámbito educativo, en la administración pública y en sectores crecientes como el turismo o la pesca industrial. El hombre inuit también participa en todas estas tareas pero en líneas generales siguen con sus actividades económicas tradicionales como la caza y la pesca.

CONTAMINACIÓN Y CALENTAMIENTO. EL DESHIELO HUMANO

Uno de los elementos contaminantes medioambientales más importantes en las regiones polares lo constituyen aquellos productos químicos tóxicos producidos y utilizados en áreas más meridionales, que viajan por el aire, y que afectan en primer lugar a los animales, y consecuentemente a las personas. De hecho, los niveles de productos químicos tóxicos y pesticidas en la sangre más elevados conocidos se dan entre la población inuit, y sus niveles de mercurio se encuentran dentro del margen que asociamos con la intoxicación aguda. Además, los niveles de PCBs tóxicos (policloruro de bifenilo), presentes en la leche materna de las mujeres inuit, se dan en unos márgenes suficientemente elevados como para calificar la leche materna de residuo peligroso.

Según las investigaciones del Intergubernamental Panel on Climate Change (IPCC), el Ártico es la región del planeta que más se ha calentado en el último siglo, ya que en los últimos 20 años ha aumentado 3 grados la temperatura del aire. El calentamiento global del planeta pone en peligro el modo de vida tradicional de los pueblos indígenas del Ártico, que suman 400.000 personas repartidas en ocho países y divididas en más de cuarenta grupos étnicos diferentes.

Igualmente, en los últimos años se han añadido algunos problemas más que son devastadores para el desarrollo cultural de los inuit: el aumento del turismo de crucero, motivado por periodos más largos sin hielo marino que permite la navegación a gran escala de estos barcos; y el incremento de las prospecciones de hidrocarburos como consecuencia de un clima más benigno durante los meses de verano. Consecuencia así mismo de que, según el servicio geológico de Estados Unidos (USGS), el Ártico contiene el 30% de las reservas mundiales no descubiertas de gas y el 13% de petróleo no descubierto en el mundo.

Esta nueva realidad hace que hablemos de deshielo humano, ya que el mundo de los inuit se está deshaciendo como el hielo que necesitan.

EL DUELO CANTADO ENTRE LOS INUIT

Los inuit solucionaban sus conflictos internos, excepto el asesinato, improvisando canciones y poemas satíricos. Estos duelos cantados se solían realizar siguiendo el ritmo de un tambor y, en muchas ocasiones, acompañados de gestos provocativos, incluso golpeando con la cabeza la cara del adversario. Ganaba la competición el que mantenía la calma y no se inmutaba por las burlas y los insultos de su adversario. Pero si ninguno de los dos perdía los estribos, era la misma comunidad la que debía escoger un ganador. En estos casos solía vencer el que tuviera la lengua más afilada y la imaginación más retorcida. Sin duda, para los inuit el lenguaje es lo más parecido a un instrumento cortante, y es el único que precisamente se afila con su uso.

Durante muchos años he estado buscando estos poetas del Ártico. Pude saber que estos duelos cantados denominados tordlut, iviutit, ivinneq o piseq (según los dialectos de los diferentes grupos inuit) se realizaban en Labrador y Ártico central canadiense, Alaska y Groenlandia. Igualmente llegué a la conclusión de que había tres razones principales por las que los duelos cantados eran tan eficaces en la resolución de conflictos:

  1. A los competidores se les impedía tomar acciones impulsivas que podrían
    perturbar la paz de la comunidad.
  2. Las disputas privadas se realizaban en público, lo que significa que era menos
    probable que volvieran a surgir los mismos problemas.
  3. Permitía restablecer el equilibrio social, mental y emocional.

Estos duelos cantados se podían hacer entre hombres o entre mujeres, pero nunca entre ambos géneros. Es difícil saber cuándo los inuit comenzaron a realizar los duelos cantados para solucionar sus conflictos. Algunas de las primeras referencias descriptivas y también ilustradas que tenemos datan de la primera mitad del siglo XVIII, gracias al misionero noruego Hans Poulsen Egede (1686-1758). Por su parte, el artista y pintor groenlandés Jens Kreutzmann (1828-1899) nos dibuja y describe un duelo cantado (alrededor del 1860) entre Ajaguttak y su adversario. El 26 de junio de 1906, William Thalbitzer (1873-
1958), filólogo danés y profesor de esquimología en la Universidad de Copenhague, nos deja una de las pocas fotografías que se han conseguido hacer de un duelo cantado, en la costa este de Groenlandia. También el explorador polar y etnólogo dano-groenlandés Knud Rasmussen (1879-1933) y Paul-Émile Victor (1.907-1995), etnólogo y explorador francés, nos describen en sus obras este método jurídico.

No se sabe con exactitud cuándo se dejaron de realizar los duelos cantados. Las políticas llevadas a cabo por los países a los que pertenecen los inuit, durante los años 50 y 60, introdujeron el sistema judicial occidental en detrimento de los métodos jurídicos tradicionales. Los gobiernos no aceptaban que un culpable de un delito pudiera salir indemne y vencedor en un duelo cantado. Se cree que uno de los últimos lugares donde se produjo esta práctica fue entre los ammassalimmiut de la costa este de Groenlandia. Según este grupo inuit, uno de los últimos duelos cantados oficiales que aún se recuerdan se realizó en 1920, entre Paulus y Saamu, que más tarde acabarían representados en la película Palos brudefærd de Knud Rasmussen y Friedrich Dalsheim (1934).

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

El 9 de abril de 2013, en la población de Kulusuk (costa este de Groenlandia), conocí por fin a uno de los últimos poetas del Ártico: Anda Kuitse. Anda es una de las últimas personas que ha memorizado algunos de estos duelos cantados y que todavía los representa en público como un recuerdo del pasado. El 11 de mayo de 2015, Anda y yo representamos un duelo cantado en la población de Kulusuk, cumpliendo yo de esta manera el viejo sueño de haber tenido un duelo cantado con un auténtico poeta del Ártico.

De la cultura inuit he aprendido muchas cosas y gracias a su gente he conseguido librarme de los miedos y cumplir un propósito. Siempre me sentiré en deuda con los inuit, que tantas cosas nos han de enseñar, al igual que nosotros tenemos que aprender de ellos. No debemos olvidar que la supervivencia de los inuit condicionará también la nuestra. Por este motivo oír sus voces sería un primer paso; escucharlos sería fantástico. ¿Seremos capaces de hacerlo?

Para saber más

BAILÓN TRUEBA, Francesc (2015). Los inuit. Cazadores del Gran Norte. Barcelona: Nova Casa
editorial.(2016). Los poetas del Ártico. Historias de Groenlandia. Barcelona: Nova Casa editorial.

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Enero – Abril de 2018