Texto: Manu San Félix

Boletín 65 – Sociedad Geográfica Española

La protección de la naturaleza

Tan sólo un 2,4% de la superficie de nuestros océanos está protegido de la pesca actualmente. Los datos de la sobreexplotación de los recursos pesqueros son abrumadores, y manifiestan el abuso que hemos llevado a cabo, pescando como si las aguas de nuestro planeta no tuvieran fondo ni fin. La única solución es la creación de reservas marinas, protegiendo gran parte de nuestros mares y océanos.

UNAS AGUAS ESQUILMADAS Y AGOTADAS

Según las Naciones Unidas, en base a los informes sobre la pesca que la FAO realiza cada dos años, el 90% de los stocks de peces del planeta están agotados, sobre-explotados o explotados al completo. Es un dato muy preocupante del que podemos sacar dos conclusiones. En primer lugar que hemos abusado en la práctica de la pesca durante décadas, en las que hemos pescado como si los recursos marinos no tuviesen fin. Un ejemplo puede ser el bacalao atlántico, que se pescó sin freno hasta que quedó tan sólo un 1% de su población original. Y segundo, es una prueba de la importancia que mares y océanos tienen para alimentar a la población mundial. Para paliar el hambre en el mundo los recursos marinos tienen una importancia capital, y por ello hay que gestionarlos con inteligencia en lugar de agotarlos.

Hablando con viejos pescadores podemos remontarnos en el tiempo, y, a través de sus relatos que nos cuentan lo que pescaban, podemos obtener la referencia que nos permite ver lo mucho que hemos perdido. Por eso siempre me ha gustado hablar con viejos pescadores. Vivo en la Isla de Formentera desde hace 30 años, y a mi llegada hablé y entrevisté a pescadores retirados, septuagenarios y octogenarios. A través de sus relatos me podía remontar a la Ibiza y Formentera de los años 40 y años 50 que me hubiese encantado conocer. Contaban cómo los centollos eran una plaga que llenaba las redes y, como no se comían, los mazaban y machacaban. O cómo pescando mano, con el volantín, llegaban a pescar en un día hasta 500 tiburones de la especie Squallus acanthias, ahora casi extinguida en Baleares. O también que en la Costa Brava, según me contaba Salvador Puigvert, salía con sus dos hermanos a pescar desde la playa en Tossa de Mar con un bote a remo, cuando ninguno superaba los 12 años, y pescaban delante de la playa numerosos tiburones musola o cazón (Mustelus mustelus). Otros me contaban cómo capturaban a mano en la misma orilla las langostas sin antenas (llamadas cigarras en Baleares, Scyllarides latus). En definitiva me describían un mar que nada tiene que ver con el Mediterráneo actual.

Topografía oceánica global

EL PACTO POR LOS OCÉANOS

Teniendo en cuenta la importancia que los océanos tienen para la vida en el planeta y la situación de agotamiento sus recursos, la ONU propuso el llamado pacto de los océanos, que la mayoría de los países firmaron, entre ellos España. Con su firma adquirieron el compromiso voluntario propuesto por la ONU de proteger al menos el 10% de su zona marina, mediante la creación de áreas marinas protegidas.

¿Cual es la situación ahora que ya estamos en el 2020?, ¿Hemos cumplido con el compromiso?

Lamentablemente la respuesta es que no. Ya que a día de hoy sólo el 2,4% de la superficie de los océanos del planeta está protegida de la pesca. La demoledora realidad es que podemos pescar en el 97.6% de los mares y océanos del planeta. Si empezamos a mirar en nuestra casa, veremos que en las Islas Baleares la superficie cerrada a la pesca es el 0.16%. Y en la mayoría de las comunidades autónomas este porcentaje de zonas protegidas a la pesca es incluso menor.

Obviamente, ya en el 2020 el panorama dista mucho del que la ONU esperaba cuando puso este compromiso sobre la mesas. Estamos en una situación que se aleja mucho de lo que entendemos por sostenibilidad. Y muy lejos de lo que el sentido común dicta sobre cómo se deben explotar los recursos pesqueros. Y así es fácil entender el por qué el 90% de los caladeros están agotados. La lista de datos sobre el abuso de los océanos estremece: hemos matado un 90% de los grandes peces del planeta, cada año pescamos 100 millones de tiburones, y en el Mediterráneo hemos aniquilado el 99% de los tiburones…

El hecho es que llevamos años sacando y sacando del mar, y a cambio lo único que hacemos es contaminarlo o transformar su composición química a través de las ingentes cantidades que liberamos a la atmósfera por el uso de los combustibles fósiles que el océano absorbe. En la tierra el hombre ya aprendió hace unos miles de años, el Neolítico, que para comer no bastaba con recolectar y así nació la agricultura y la ganadería. El ser humano se dio cuenta que para comer había que sembrar, abonar, regar y esperar. Sin embargo en el mar nos estamos dando cuenta de esto 6.000 años después.

Y mientras lo ponemos en práctica, en los fondos del Atlántico norte arrastramos el mismo lugar hasta cuatro veces a lo largo del año.

Arrecife artificial.

LOS BENEFICIOS DE LAS ZONAS PROTEGIDAS

 

En este escenario de un mar agotado, la pesca sigue funcionando al ser una actividad subsidiada en la mayoría de los países, a través de las ayudas para la compra de los barcos, la reducción de precio del combustible, etc. Ya están apareciendo estudios que ponen de manifiesto que en los modelos económicos que ponen en la balanza los ingresos de la pesca y los gastos por los subsidios aportados, el resultado en la gran mayoría de las flotas es de números rojos. El trabajo de Enric Sala, explorador in residence de National Geographic está arrojando luz sobre la verdadera rentabilidad de la pesca y sobre la falta de control de las flotas en las aguas internacionales, donde todo parece válido.

Esta es la recomendación de las Naciones Unidas: “Los subsidios que han perjudicado a las pesquerías y que han sustentado el dramático retroceso de los stocks de peces en los últimos 40 años, deben ser retirados para el año 2020”

Ya no hay dudas de que si queremos seguir pescando debemos proteger amplias zonas de los océanos. De no hacerlo estamos suicidando la supervivencia de la pesca y poniendo en riesgo la salud del planeta. Los datos positivos que tenemos de la recuperación de biomasa en las zonas protegidas, y de los beneficios que recibe la pesca en las zonas colindantes, nos muestran el camino de que es necesario ser más ambiciosos con la protección marina. Pesca y protección van de la mano y no puede concebirse la pesca sin la protección adecuada.

El proyecto Pristine Seas de National Geographic liderado por el mencionado Dr Enric Sala, ha inspirado la protección del 1.6% de ese 2.4% total que está protegido en el planeta. Y se ha propuesto como objetivo para el 2030 lograr que hayamos protegido un 30% de mares y océanos.

Hay una meta muy clara y definida pero mucho trabajo por delante. Nos enfrentamos a grandes problemas ambientales en este siglo: 1 millón de especies se enfrentarán a la extinción según informe de la ONU, el 90% de los arrecifes de coral van a desparecer por el calentamiento global (Intergovernmental Panel of Climate Change), etc. y y la manera de paliarlo es poniendo grandes y ambiciosas soluciones. Tenemos que lograrlo.