Texto: Sidney Possuelo
Boletín 73 – Sociedad Geográfica Española
25 años explorando el mundo
Sydney Possuelo, el indigenista vivo más importante de Brasil, reclama en este artículo una voz que diga “¡basta!” a la actual destrucción del medio ambiente y de los pueblos indígenas de la Amazonia. Con los datos de su experiencia, con el valor de su autoridad, Possuelo lamenta que los años de presidencia de Jair Bolsonaro hayan estimulado y resucitado la fiereza de los ataques contra la Amazonia y sus pueblos indígenas. Denuncia y critica las consecuencias de la explotación descontrolada de la madera, el oro y la casiterita, y critica también la inacción de los organismos de protección oficial. Un profundo lamento y una severa y urgente reclamación que el indigenista, considerado por la revista Time “héroe del planeta”, expresa en este artículo que firma en exclusiva para el Boletín del 25 aniversario de la SGE.
Triste y con una presión que me oprime el pecho, regreso de un viaje que me llevó a la Tierra Indígena Yanomami y la Tierra Indígena Araribóia, donde vive el pueblo Guajajara.
Después de 30 años de la demarcación de la Tierra Yanomami, recuerdo los esfuerzos que fueron necesarios para su delimitación y para el desalojo de más de 40.000 mineros que habían invadido el territorio indígena. Cientos de balsas contaminaron con mercurio las aguas de los principales ríos que atraviesan la tierra indígena, como Uraricoera, Itajaí y Apiaú. Fue necesario movilizar hombres, aviones, helicópteros, a la Policía Federal y a la propia FUNAI con sus técnicos sertanistas e indígenas.
Recuerdo la lucha que libramos entre bastidores contra los políticos, que se oponían a la demarcación, y la visión de los militares sobre la seguridad nacional. Fue- ron meses sin descanso donde en Roraima nos obligaron a caminar con hombres que nos prestaban servicios de seguridad, ante las constantes amenazas de muerte que recibíamos.
PEOR QUE HACE TRES DÉCADAS
Cuánto esfuerzo y recursos gastados para que después de 30 años, que deberían de haber conseguido que la población Yanomami estuviera a salvo en sus tierras demarcadas, me enfrente a una situación destructiva para el medio ambiente, mucho peor que la que conocí tres décadas atrás.
Hoy, la invasión organizada por empresas que no se dan a conocer fomenta métodos y acciones más eficientes en el robo y transporte de oro y casiterita. Protegidos por el gobierno del presidente Bolsonaro, que en los últimos cuatro años ha desmantelado los organismos oficiales de protección ambiental y defensa de los pueblos indígenas, IBAMA y FUNAI, inaugurando así la temporada de caza de los pueblos indígenas y la expansión de la destrucción ambiental, que siempre se supera a sí misma.
Al visitar a los Guajajaras del pueblo Zutiwa, encuentro la misma tensión que provoca el saqueo de madera, con una creciente inconformidad entre los grupos indígenas, divididos entre los que protegen el medio y los que se benefician del robo.
El río Itaquaí, situado en la cuenca alta del Amazonas, cerca de la Triple Frontera. Aguas abajo, se une al río Ituí y juntos forman el Alto Solimoes.
Sidney Possuelo denuncia el retroceso sufrido estos últimos años en la protección de los pueblos indígenas. En la imagen, entre los korubo.
Dos barcazas y una canoa, envueltas en la bruma, navegan por el río Amazonas.
Possuelo, en una vodaeira, típica embarcación del río Amazonas y sus afluentes.
FIN DE LOS GUARDIANES DE LA SELVA
Para agravar aún más la beligerancia, la ausencia de acciones para prevenir y com- batir el robo de madera por parte del IBAMA y la FUNAI empujó a los propios indígenas a defender sus tierras. El resultado de la cobardía de los organismos públicos es la muerte de indígenas que, organizados en “Guardianes de la Selva”, luchan con su principal medio de defensa contra las poderosas armas facilitadas por la política armamentista del gobierno del presidente Bolsonaro.
Solo visitamos dos Tierras Indígenas, que representan la situación en la que se en- cuentran otras tierras indígenas en Brasil. Ambas llenas de violencia e impotencia. La lucha y las pérdidas que comenzaron en 1500 siguen activas hoy, revividas por Bolsonaro.
Los avances logrados en la protección de los pueblos indígenas, a través de los organismos de defensa y los instrumentos oficiales de justicia, habían mermado y suavizado la fiereza de los ataques, pero fueron resucitados y estimulados por la brutalidad y la estupidez del bolsonarismo.
Y no hay una sola fuerza dentro de esta inmensa nación que se levante para dar un alto y claro ¡BASTA! a la destrucción de nuestro medio ambiente y a la masacre de los pueblos indígenas.
¡Qué lamentable para los pueblos indígenas!, ¡qué destrucción ambiental!!!!! Se necesita un cambio YA.
El río Itaquaí, situado en la cuenca alta del Amazonas, cerca de la Triple Frontera. Aguas abajo, se une al río Ituí y juntos forman el Alto Solimoes.