Diario 1

Longyaearbyen, Islas Svalbard, Noruega, 14-15 de abril de 2016.- Eran las 22:49Z o la 0:49 hora local en Madrid, cuando el avión español RV8 ER, matrícula EC-XLL, con Miguel Angel Gordillo a los mandos y la insignia de la Sociedad Geográfica Española en el fuselaje, atravesaba los 90º de latitud Norte que define el Polo Geográfico Norte. Habían transcurrido más de 7:30 horas de sobrevuelo sobre el Océano Polar Ártico desde que despegara de la Bahía de Resolute. Miguel Angel Gordillo tuvo que soportar temperaturas en el interior del cockpit alrededor de los -29ºC, con lo que la instrumentación a bordo dejó de funcionar momentáneamente. Las primeras palabras del entorno técnico del aviador es que había sido un “vuelo muy complicado”. Esta misión tiene un importante carácter científico, al recoger mediante el aethalómetro instalado tras la cabeza del piloto, muestras de hollín en suspensión, en una zona geográfica hipersensible e indicativa del calentamiento global. Esos datos son esenciales para el estudio mundial en el que colabora la Universidad de Granada.

En su avión de construcción amateur y menos de 1.500 kg de peso total (525 kg peso en seco), con hasta 22-26 horas de autonomía, es el primer español que realiza un vuelo de estas características en una aeronave de este tamaño. Además, Gordillo pretende ser el primero que realice una vuelta al mundo circunvalando ambos Polos en esta categoría de aviones, consiguiendo un récord que certificará la Federación Aeronáutica Internacional, y pasando a los libros de la historia de la aviación mundial.

A su paso por el Polo, el RV8 volaba algo menos de 65 millas por hora. En las más de mil millas recorridas sobre el mar, Gordillo voló entre 13.000 y muy pocos pies de altura sobre la superficie de mar helado que es el Polo Norte. Según una descripción del propio piloto “ese mar helado se ve resquebrajado desde la periferia de la superficie del océano helado“. Esa fragmentación, que va en aumento, puede ser también una señal de que el calentamiento global no es una cuestión teórica, y reafirma la importancia científica de la Misión Sky Polaris-Acciona en contribuirlo más precisamente al estudio del efecto de las partículas de hollín en suspensión en zonas intermedias de la atmosfera al calentamiento global.

La congelación de mecanismos y sistemas ha sido la gran preocupación de Michel en estas latitudes. El piloto va protegido en su cabina no presurizada con vestimenta especial para el frío extremo, aconsejada por nuestro más contrastado experto polar, Ramón Larramendi, pero su preocupación ha sido la de preservar en la instrumentación una temperatura adecuada para que no se vea afectada como lo estuvo ayer. La congelación de sensores, planos, timones, motor, etc… podría hacer que la aeronave se hiciera ingobernable. De tener que realizar un aterrizaje forzoso sobre el helado océano Ártico, tendría que utilizar el equipo de supervivencia que lleva con el en la cabina, facilitado por nuestro Ejército del Aire. Por supuesto, lleva una radiobaliza en su mono polar, que en esas condiciones indicaría con precisión donde los equipos de rescate podrían encontrarle. No obstante las medidas tomadas, ayer el GPS dejó de funcionar, y pasaron casi 4 horas hasta la confirmación del aterrizaje por el propio Michel por vía telefónica… Horas de angustia esas, a pesar de que ya ha habido algunos fallos previos en el equipo telefónico que envía la posición de la aeronave. Un dato curioso a tener en cuenta en lo referente al GPS es que por motivos de seguridad la precisión del posicionamiento global del sistema norteamericano, tiene un ligero “error” provocado por los propios suministradores del sistema. Esto explicaría como a su paso por el Polo Norte, la latitud indicada por el tracking de Gordillo, marcaba Lat 89.992876 en lugar de 90.000000 Además ha de tenerse en cuenta que a esas latitudes (magnetismo+frío) los equipos a bordo de navegación no son absolutamente fiables, por lo que hay que aplicarles factores de corrección. Evidentemente con la experiencia de Gordillo esos factores son corregidos y tenidos en cuenta, pero observando la traza del vuelo, se puede comprobar cómo además estamos ante un gran navegador sobre un espacio desconocido, sin referencias visuales y con los añadidos problemas de funcionamiento en la instrumentación que llegó a colapsar durante horas. Ya nos aclarará directamente el protagonista como aplicó su gran experiencia a estas importantes contingencias para la navegación…

La primera noticia directa del propio piloto de su llegada al aeropuerto en la isla noruega de Svalbard, la tuvimos en torno a las 00:04Z, seis de la mañana en la España peninsular. Entonces todos los que seguíamos su vuelo respiramos con tranquilidad. Michel en estos momentos duerme plácidamente en la isla noruega de Svalbard, en casa de un amigo. Esta tarde el avión también se recuperará en un cálido hangar. Mañana, si la meteo acompaña dará el salto a Tromso, en Noruega, a unas 600 millas de su posición actual. Su familia y todos los que seguimos este viaje respiramos algo más tranquilos. No solo ha superado con creces lo que intentaba, sino que ha logrado una experiencia vital para prepararse y preparar el avión de cara a la aún más difícil Antártida.

Michel llegará de vuelta a Madrid el próximo día 24, domingo, después de unos días de parada en Alemania. En las fotos, la noche de Longyaearbyern, y su track al Polo Norte.